El segundo día de convención, no fue diferente al primero, su agenda estaba abarrotada, y hoy se reuniría por la tarde con unos ejecutivos de unos viñedos en Francia, que Zia había planificado incluso antes de que viajara.No había tenido mucho contacto con los demás empresarios por estar pendiente de la empresa en Italia, y por hacer largas llamadas de trabajo con Zia, para que fuese preparando documentos con sus abogados.Había hablado con Antonella por la mañana, mientras que, con Gianna, mantenía una conversación de chat, que le hacían sonreír por el día.Y todo esto transcurrió con normalidad, hasta que llegó la tarde del tercer día, y estuvo en su habitación, a solo media hora, de tener la conversación esperada con su amigo Charles.Un gineco-obstetra, especializado en todo lo referente a embarazos planificados, y patologías en los niños no nacidos.Y en cuanto se sentó en la cama conectando sus auriculares para prepararse, recibió una llamada de Antonella.—Hola, cariño…—Hola,
Gianna estaba acomodando algunos bocetos en la mesa, y expandió al mismo tiempo un dibujo que tenía en mente. La planta de diseño tenía todo tipo de exclusividades para mujer, pero ahora que estaba en los zapatos de una mujer embarazada, su mente solo había pensado en algunos diseños que además de garantizar comodidad, también se pudiera sentir hermosa con esta idea de vestir diario y elegante.Ángelo tenía más de tres días sin venir a la empresa, y de alguna forma, ante lo último que habían hablado desde el enfrentamiento con Enzo, Gianna quería recibirlo con nuevas ideas, para cambiar un poco su ánimo y el de la planta entera donde ella pasaba prácticamente todo el día.Como había quedado a cargo de ella, tomó la iniciativa de cambiar un poco la forma de organización, de manera que se viera la planta como un verdadero taller de diseño, aunque Gianna sintió que algunas miradas, después de esa decisión, le demostraron que no estaban muy contentos con sus cambios.Fue hasta la tarde cu
Horas antes…Enzo tomó su teléfono celular mientras su mano temblaba ligeramente y marcaba al número de Antonella.Por la hora, 9 de la mañana, ella estaría en su trabajo, y por nada del mundo quería ir allá a discutir sobre su vida destruida.Al tercer tonó escuchó su voz, y solo el hecho de que lo llamara de forma “amorosa” le hizo hervir la sangre.—Cariño… bienvenido… ¿Estás en casa? ¿Cómo estuvo tu vuelo?—Bien… —respondió seco mientras con su dorso limpió otra lágrima que se le escapó.Y odiaba esto, pero su dolor era mucho para soportar.—Antonella… ve a casa…—¿Ha pasado algo?—Ha pasado mucho… te espero allá… apresúrate…Antonella se quedó mirando su móvil cuando Enzo cortó la llamada, y una sensación caliente la invadió entera.Ese tono agudo en su voz, había sonado mortífero, he incluso como si no hubiese vida en voz.Iba a dejar encargada de toda la planta a Ángela, mientras la frustración la invadía, pero cuando estuvo a punto de salir, su empleada se puso delante de ella
—Señor… hay una complicación con su tarjeta… —justo cuando Ángelo y Gianna estaban saliendo del restaurante, un mesero los detuvo mientras Ángelo arrugó el ceño.—¿Complicación? ¿Está de broma?—Lo siento señor… debe ser nuestro sistema…—Bien… pagaré en efectivo… —Ángelo se volvió hacia Gianna—. ¿Puedes esperarme?—Sí… caminaré un poco allí afuera… no te preocupes…Ángelo se devolvió con el mesero mientras Gianna salió al exterior para tomar el aire, y justo cuando se detuvo para colocar su abrigo sobre sus hombros, escuchó cómo su teléfono comenzó a timbrar.El número era desconocido, así que dejó que la llamada cayera, pero al siguiente segundo, comenzó a sonar de nuevo con el mismo número insistiendo.No le gustaba responder a números sin remitente, pero deslizó su dedo por la pantalla, y se giró hacia el restaurante para observar si Ángelo ya estaba por salir.—¿Sí?—Gianna… soy yo, Enzo… — su respiración se cortó solo de escucharlo.Le había parecido una eternidad desde la últim
Gianna desvió la mirada hacia Enzo, que parecía emanar un tanque de furia, y podía jurar que la ojeada que estaba enviando hacia su esposa, estaba cargada de resentimiento y rabia.Pero, ¿Qué podía pasar para que toda esta situación se estuviera suscitando?—Antonella… ¿Qué? —Enzo intentó.—Necesitaba un poco de aire… quería hablar con alguien… —ella se adelantó—. ¿Crees que puedes llevarme a casa? Ya he terminado aquí…Gianna retrocedió un paso ante la conversación, pero de un momento a otro, sintió cómo esta mano fría se posicionó en su espalda.—No puedo llevarte, pero pediré un taxi para que regreses al hospital, Antonella… y llamaré a Luke…Los ojos de Gianna se abrieron ante la impresión, mientras buscó el rostro sin emoción de Antonella, que se quedó allí plantada, inamovible, solo detallando a Enzo con una extraña mirada.—Yo… creo que debo irme a casa… —Gianna se adelantó queriendo salir de esta tensión agobiante, pero su brazo fue tomado por Enzo.—Gianna…—Deja que la lleve
Gianna desvió la mirada hacia Enzo, que parecía emanar un tanque de furia, y podía jurar que la ojeada que estaba enviando hacia su esposa, estaba cargada de resentimiento y rabia.—Luke… Déjanos solos…Gianna observó cómo el chófer de Enzo salió después de asentir con la cabeza y luego percibió cómo la mirada de Enzo se posaba en ella completamente.Si decía que estaba nerviosa, se quedaba corta, literalmente temblaba de pies a cabeza, mientras intentaba que su rostro no lo demostrara.Había venido aquí con dudas, no lo podía negar, pero una fuerza dentro de ella que la arrastraba a creerle a este hombre las había aplacado, e incluso anulado su desconfianza con respecto a las palabras que Antonella le había arrojado por la noche.No había podido dormir de solo pensar, y aunque estaba haciendo todo mal en venir aquí, junto a esta invitación de un hombre que estaba casado, había una necesidad por saber de qué se trataba todo esto, para calmar la angustia que consumía su pecho.—Gianna…
Los ojos de Gianna se elevaron a él cuando por un momento se quedó en silencio, y aunque sabía que había sido más que un atrevimiento besar el dorso de su mano, ella no supo de qué otra forma poder consolar su dolor.Y fue una necesidad hacerlo.—Enzo… ahora tienes a tus hijos… ellos te necesitan… porque… estoy aquí porque aún los quiere, ¿no es así?El pecho de Enzo solo se comprimió.¿Cómo iba a decirle?—Gianna… —pero ella parpadeó como si recordara algo.—Espera… ¿Cómo te enteraste de todo este asunto? ¿La señora Antonella se lo dijo?Y Enzo negó al borde del colapso.En su vida había tenido una ansiedad tan tremenda, unos nervios que lo hacían parecer un niño, y un miedo porque esta mujer saliera corriendo de sus manos.Ahora tenía un divorcio de por medio, su vida completamente arruinada, y en lo único que podía pensar es que, lo que le quedaba en sus manos, no se le fuera como el agua de nuevo.Agachó la cabeza quitando una mano de su agarre, y dejando la que ella sostenía.—An
Enzo pudo sentir la inocencia pura en esa boca inexperta en todos los sentidos, que le dio un punto más a la cima de sus emociones. Literalmente podía percibir el temblor de sus labios, y se apresuró en abrir la boca para succionar los suyos con ansiedad.La adrenalina que recorrió su cuerpo hizo que el peso de sus hombros y todos los demás desapareciera, mientras sus manos acunaron más su rostro para profundizar el beso, que estaba aumentando la crisis en su sistema.Ella se dejó llevar por su toque, por su lengua ávida de deseo, de perturbación por lo que estaba haciendo, y por un plus que se agregó ante este acto prohibido y sacado de forma.Cada vez que sus labios rozaban, cada vez que succionaba su boca para extraer el sabor, o cuando sus lenguas hicieron contacto, fue como si sus mentes llegaran a otra dimensión, haciéndoles saber que esta atracción no provenía de este mundo.Un sonido gutural y áspero salió de la boca de Enzo, que murió en la garganta de Gianna, estremeciendo s