Nina:
Siento el galopar del caballo, me aferro fuertemente a aquel torso grueso. No quiero mirar, no quiero saber a dónde me llevan. Siento que muy probablemente esto sea producto de mi imaginación y me he vuelto loca.
Mi mente desvaría y por un momento en el viaje el olor que emana esa piel me hace sentir como si estuviese ebria. Siento que voy a desfallecer. Comienzo a escuchar gritos. Ya no son sólo las pisadas de los caballos y algunas conversaciones, ahora son gritos de bienvenida.
Aprieto mis ojos y mis brazos aún más a él y noto como el caballo baja la velocidad. Su mano se apoya fuerte en mi cintura, pegando su cuerpo aún más al mío. Escucho el rechinar de unas puertas y luego como cierran con algún pasador.
—Hemos llegado —susurra a mi oído y yo me estremezco aferrándome más a él—. Hey…
Separa mis manos de su torso y me aparto de golpe y comienzo a temblar. Al chocar nuestras miradas sus ojos me atemorizan. El me mira contemplándome por un par de segundos. Tiene la mandíbula apretada, no expresa ni un solo sentimiento, hasta que baja de un salto del caballo.
Me toma de la cintura y pone mis pies en el suelo como si fuera cualquier cosa. Mi cuerpo se tambalea un poco y necesito apoyarme en algo, y lo único que encuentro es el caballo.
—¿Estás bien? —miro el suelo, es tierra, muy clara, casi arena. Veo mis converse completamente enlodados y con salpicaduras de sangre, mis manos se encuentran igual.
—Señor, dígame ¿Qué puedo hacer por usted? —escucho la voz de alguien pero no quiero mirarlo, tengo demasiada vergüenza.
—Quiero que llames a mi madre, ella se encargará, no quiero a ningún hombre cerca… —mi corazón se dispara y siento como toma mi mano al instante—. Necesito que me acompañes.
Mis piernas dudan pero comenzamos a caminar por aquella arena fina. Poco a poco alzo la mirada y me encuentro con varios ojos curiosos que se posan en mí para después retirarse de inmediato.
Es la entrada a una casa o más bien esto parece un castillo… el hombre que me lleva de la mano camina muy rápido, mis extremidades se encuentran sumamente cansadas por lo que no tardó en tropezar pero de inmediato Anker me sostiene de manera fuerte.
—Ten cuidado, estás muy débil —miro sus ojos de nuevl, son tan verdes, tan… misteriosos y oscuros. No puedo apartar la mirada y hasta siento un pequeño escalofrío, hasta que él desvía la mirada para seguir conduciéndome por un pasillo cubierto por una alfombra roja con detalles dorados. Las puertas son enormes, en cada rincón se encuentran jarrones y esculturas de formas extrañas.
En poco tiempo llegamos a una puerta de madera tallada y nos detenemos. Miro de reojo a él y después a la puerta.
—Vas a entrar ahí, mi madre te ayudará a cambiarte y… —alza su mano hasta mi rostro, mis ojos se cierran al instante, mi espalda se encorva y estoy segura que recibiré un golpe. Pero en cambio un suave tacto recorre mi mejilla—. Te limpiará esas heridas, después te quiero en mi habitación, ¿entendiste?
—Por favor… dime, ¿Qué es esto?, ¿Quién eres tú? —pregunto desesperada y tomando sus manos, su mirada se fija en mí.
—Soy Alek y este es mi pueblo —niego incrédula, esto es absurdo.
—¿Y mi casa?, no comprendo dónde estamos.
—Eso no debe de importarte, ahora esta es tu casa y yo soy tu presente… —abre la puerta, ¿qué?, ¿mi presente?—. Pasa por favor y te espero en mi habitación.
Niego varias veces y me adentro en el lugar no muy confiada. Me recibe una enorme habitación de colores beige y tierra, con una enorme cama en el centro con dosel, las cortinas blancas cuelgan haciéndola ver hermosa.
Me siento aturdida ante tanto espacio, tanta limpieza. Camino lento y es cuando escucho como se cierra la puerta y me giro sobresaltada.
Frente a mí se posa una mujer de unos 50 años, cabello rubio y ondulado, tez tostada, me mira casi espantada.
—Yo… —abro los ojos y camino hacia atrás—. No te alejes, ven linda, no voy a dañarte, soy… Isadora, la madre de Anker.
Me quedo mirándola sin saber qué hacer, miro mis pies, mis manos, debo lucir horrible.
Ella lleva un vestido color azul cielo entallado a su cuerpo, con una hermosa cintilla en la cintura y una capa cubriendo sus pechos. Y yo… bueno, unos Converse sucios, jeans rasgados, blusa manga larga ensangrentada…
—Te ayudaré, podemos bañarte y… ven —estira su mano, dudo un momento —. ¿Te han hecho daño mi niña?, Anker no es malo...
—No… —asiente—. Me puede decir, ¿Qué hago aquí?
Esboza una sonrisa y niega haciendo que mi pecho se desinfle.
—No, no puedo decírtelo, pero Anker lo hará, no te preocupes, pero tenemos que bañarte y cambiarte, debo curar esas heridas… —toma mi mano lentamente y al ver que no la retiro me conduce a otro umbral. Al adentrarme, me quedo pasmada al ver el lujoso pero extraño baño.
Las paredes son blancas, en medio hay una tina del mismo color pero con detalles dorados y brillantes en las patas y el grifo, el material es imposible de identificar para mi, pero no luce como los comercializados en las ferreterías del pueblo.
—Puedes desvestirte aquí —dice señalando tres paredes delgadas tejidas entre sí y yo niego.
—Yo…
—Prepararé el agua, ¿Qué sales prefieres? —me mira expectante.
—No tengo idea de lo que está hablando señora y… —me remuevo incomoda —. Yo puedo bañarme sola.
—Oh no, no pues bañarte sola querida, tengo que ayudarte o tus damas —niego asustada
—No, no —trato de alejarme del lugar pero ella me detiene mirándome preocupada. No puedo dejar que me mire así.
—¿De dónde te han sacado mi niña? —muerdo mis labios y creo que ambas tenemos las mismas preguntas.
—No tengo idea, estaba en mi casa, tuve una discusión con mi padre, he salido a caminar y… estos hombres me han encontrado, yo me negué, es como si fueran producto de una película—digo casi escupiendo las palabras, la amable mujer me mira mientras esboza una sonrisa.
—¿Película? Lo siento tanto mi niña, pero… no hay vuelta atrás después de esto—¿qué me está diciendo?.
—Señora… —me interrumpe tomando mis manos
—A bañarte, Anker no soporta la impuntualidad —me conduce hasta la pared improvisada —.Deshazte de la ropa, no quiero crearte más incomodidad.
Bufo y comienzo a hacer lo que dice. Con cuidado me deshago de la blusa, mis Converse y jeans, mi ropa interior y asomo mi cabeza.
—Ya… he terminado señora —asiente.
—Pasa por aquí, siéntate en la tina y…
—¿Cómo? —o sea que tengo que pasar frente a ella desnuda y estar así por…
—Sólo pasa hija, no puedo irme, son ordenes de Anker —mi rostro se pone rojo, tardo unos minutos pero al final camino tratando de ocultar mi vergüenza. Me adentro en el agua caliente y disfruto el contacto con mi piel—. ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Si —contesto mientras me acomodo con cuidado en la tina, siento como el agua cálida me lava mientras agradezco que la espuma cubra mi cuerpo. No es algo que me enorgullezca, con tantos hematomas y marcas.
—¿Quién te ha hecho esto?, tienes heridas de… hace días y otras más recientes —niega—. Tienes golpes en las piernas y el abdomen, ¿Quién te ha hecho esto?
Me encojo de hombros y niego, no puedo confesarle esto. Me quedo callada y bajo la mirada
—No sé que estoy haciendo aquí —alzo la mirada y puedo percibir compasión en sus ojos
—Lo siento… todo mejorará, lo prometo —me entrega una barra de jabón y lo pasó por mi cuerpo.
Sumerjo mi cabello y rostro y noto como el agua se pinta de rojo. El baño continúa por un par de minutos más, y sorprendentemente me siento más relajada y tranquila.
—Tenemos que cambiarte y hacer curación en esas heridas, que por suerte no son muy profundas —con el pasar de los minutos la amabilidad de la mamá de Anker me hace sentir cómoda.
—Señora…
—No me llames así, llámame Isadora por favor —dice con una sonrisa, jugueteo con mis manos dudando si debo o no hacer esta pregunta.
—Isadora, ¿qué es lo que pasará conmigo?, ¿me… matarán? —su mirada se alarma.
—¡Claro que no, por Dios que no! —carraspeo con un poco de alivio en mi interior
—Es que Anker me ha dicho que… si no venía con él, me mataría —niega varias veces y sonríe de forma dolosa.
—Ese hijo mío es muy torpe para dirigirse, hija, él no puede dejarte ir, pero no significa que te matará — ¿entonces por qué lo habrá dicho?
Isadora me invita a salir de la ducha, cubre mi cuerpo con una bata de baño de seda y me sienta en la orilla de la cama donde comienza a curar mis heridas.
Siento algo muy extraño ante tantas atenciones de esta mujer. Siento el cuidado de la madre que nunca tuve, los cariños y las sonrisas tan necesarias. Al cabo de unos minutos ha terminado y se retira, hasta el punto que la extraño.
—Tenemos que vestirte, he seleccionado esto —dice poniendo frente a mí un vestido escotado de color rosa pálido, con pequeños detalles bordados y una cintilla del mismo color en la cintura. Los tirantes son gruesos y quedan en los hombros, siento que hay demasiada piel al descubierto y toda llena de moretones—. Tu piel es muy pálida y todos los colores le van bien, este no será la excepción.
—Gracias —digo sonrojada y lo tomo pero ella me sostiene.
—Te ayudaré a vestirte, no es la costumbre que lo hagas sola —asiento no muy convencida, pero al final termino accediendo—. ¿Qué te ha dicho Anker?, ¿dónde te verá?
—Ha dicho que en su habitación —su mirada se detiene en mis ojos, parece algo sorprendida
—¿Su habitación? —asiento sin comprender
—¿Está mal? —niega y sonríe
—Creo que te ha encontrado —frunzo el ceño, ¿me ha encontrado?
—¿A qué se refiere?
—Ya lo entenderás, ahora solo hay que apresurarnos a que estés lista —sube el vestido con bastante agilidad y coloca una cintilla en mi cintura.
Paso la mirada por el atuendo que uso y a penas puedo creer que lo esté usando, me gusta, el color es hermoso, pero estos hematomas no lo hacen lucir bien. Mis brazos están cubiertos de ellos. El codo lleva un pequeño vendaje debido al golpe que me he dado al caer.
De repente una extraña angustia me invade la cabeza, no sé qué pasará conmigo, ni siquiera sé dónde estoy y quien es Anker… necesito salir de aquí.
Nina:Isadora me ha dejado frente a una puerta de dos hojas. Ha dicho que llame antes de entrar, pero no estoy convencida de hacer nada en este momento.Miro hacia los lados y los largos pasillos están solitarios, doy la espalda a la puerta y comienzo a caminar. Quiero salir de aquí. Me da miedo estar rodeada de esta gente tan extraña y sigo dudando de que esto sea real. Tomo mi vestido para evitar tropezar mientras doy zancadas grandes para encontrar alguna salida pronto.El final del pasillo muestra una escalera. Bajo lentamente para evitar que alguien me vea, cuando, escucho un par de pasos y me oculto tras un enorme mueble lleno de lo que parecen ser libros con cubiertas extrañas, como de piel.Al convencerme de que los pasos se han alejado lo suficiente continuó bajando, 20, 25, 30 escalones. Mis piernas ya no pueden más, estoy exhausta. Doy media vuelta y ya no hay más escaleras
Nina:Apenas he tocado las verduras cuando todos han terminado. Se disculpan poniéndose de pie y notificando que estarán en el salón. Anker asiente hasta que ya no hay nadie más en la mesa, solo él y yo.—¿Por qué no has comido? —pestañeo varias veces y trago saliva mirando a mi plato aún con ensalada.—No tengo mucha hambre, todo esto… —hace mala cara y pincha un trozo de carne.—Quiero que comas bien, vas a enfermar —niego dejando el tenedor en el pequeño mantel.—Solo es… lo que ha pasado —se pone de pie y camina hasta estar a mi lado, pide mi mano y al pasar la mirada por él me doy cuenta que lleva puesto un pantalón de tela negro y una camisa del mismo color, que deja al descubierto sus marcados brazos.—Vamos —coloco la servilleta de tela en la mesa y me pongo de
Anker:No puedo evitar que el mal humor se apodere de mí, mucho menos después de la estupidez que cometió Tymon. Trato de mantener la calma pero mi cuerpo solo quiere darle una buena paliza a mi hermano. Camino de forma pesada hasta mi lugar de reuniones y sé lo que voy a escuchar, sé que me dirán que tengo que liberarla y dejar que ella misma decida lo que quiere hacer y con quien quiera estar… pero no puedo, la necesito y esto me enferma, me enferma necesitar tanto de alguien, ellos deben de entenderlo, ellos se han enamorado…Con solo verla, con solo ver sus inocentes ojos, su piel tan pálida. Siendo tan pequeña necesita que alguien la proteja de esos seres tan despreciables, como su padre, como Tymon.—Dime, ¿Qué es lo que quieres padre? — Él suspira. Tomo asiento en mi mesa de trabajo y cruzo las manos, mirándolos fijamente.
Nina:Anker ha insistido en que compartiéramos la cama. La verdad es que me siento muy intrigada al dormir al lado de un hombre al que apenas conozco. Es por eso que estoy sentada en el balcón, es madrugada pero puedo ver los primeros rayos de sol saliendo. No he podido conciliar el sueño.Aspiro el aire fresco de esta mañana y cierro los ojos. ¿En verdad estaré mejor aquí?, ¿mi padre estará bien?... me sorprendo al aceptar que nunca me había sentido tan tranquila, sin miedo a despertar siendo atacada por él o pensando cómo conseguir comida para que no se moleste.—¿Qué haces aquí?, y despierta… —la voz ronca de Anker me sobresalta y me pongo de pie de inmediato, miro hacia el suelo y luego a él.—Lo siento… no puedo dormir —frota sus ojos y estira su cuerpo grueso y atlético frente a
Anker:Nina y yo tuvimos una primera noche bastante intranquila. Solo las últimas horas fueron buenas. Logré tumbar un muro de inseguridad en ella. Solo hay un problema, desde que desperté no he podido sacar a Nina de mi cabeza y tenemos tantas cosas por hacer.Jadeo y trato de tomar aire, hemos terminado de entrenar para los enfrentamientos. Este trabajo es duro, cansado, pero hay que estar preparado para lo que se nos aproxima.—Señor, hemos terminado con la rutina de armas, ¿quiere que reforcemos algo más? —alzo la mirada al sol que es demasiado fuerte y niego, usaré esto como una justificación para mejorar mi concentración.—Es todo por ahora —toco la herida que ha provocado Tymon en mi rostro mientras al mismo tiempo siento su brazo en mi hombro, es despreciable.—Lo siento hermano, pero bajaste la guardia y… —suspira de f
Nina:Despierto sobresaltada en aquel enorme colchón, miro a mí alrededor y me recuerdo a mi misma que hoy no desperté en mi habitación, ni en mi casa, ni siquiera en mi colonia. Estoy en, quien sabe dónde, con Anker…Me siento en el colchón y miro hacía el balcón, el sol está arriba, debe ser medio día. Muevo mi cabeza de un lado a otro y me sorprende el hecho de sentirme tan bien, creo que lo de anoche fue de verdad. Busco algún reloj pero no encuentro nada.Dirijo mi cuerpo hasta el baño, lavo mi rostro y localizo un cepillo de dientes de madera que parece hecho a mano. Me miro al espejo y veo como el moretón que cubre mi rostro se torna mucho más oscuro, suspiro un poco derrotada, es terrible verme así, pero de marcas peores he sanado.Al salir del baño me encuentro con Jeno, la mujer encargada de la cocina.&m
Nina:Su voz ronca me hace estremecer, siento un extraño deseo por volver a tenerlo cerca, no lo puedo negar. La verdad es que aun sigo molesta y un poco asustada por la reacción de Anker en el jardín, sin embargo luce bastante tranquilo en este momento, ignorando su mirada hambrienta recorriendo mi cuerpo.Un silencio se apodera de la habitación, no puedo apartar la mirada de los hermosos ojos de Anker, mis labios aún sienten los suyos.—Tengo que hablar contigo —carraspeo y camino hacia el sillón que hay en la habitación, tomo asiento y entrelazo mis manos.—¿Qué… qué pasa? —acomodo un mechón de cabello que se ha soltado de mi improvisado peinado.—Luces muy hermosa —siento como mis mejillas se sonrojan, se pone de pie de nuevo—. No quiero dejarte ir Nina, no quiero que estés con nadie más&he
Anker:Entro a mi despecho y doy un portazo. Paso una y otra vez mis manos por mi cabello. Necesito que esa chica se comporte, comience a obedecer o… esto terminará mal.—Anker —llaman a la puerta, y reconozco la voz de mi padre.—Pasa —digo a regañadientes, la verdad es que no tengo ganas de hablar con nadie y menos escucharlo.—El pueblo entero escuchó su discusión —bufo, como si eso me importara.—Bueno, no todo es de color de rosa en esto del matrimonio, tu más que nadie debes de saberlo ¿o no? —mi padre alza sus cejas y luego suspira.—Claro, salvo que tu madre sabía en lo que se metía y tenía bien claro las costumbres de esta familia —toma asiento frente a mí—. No vengo a atosigarte…—¿Ah no? —hace mala cara—Deberías hablar c