Capítulo 30.

Narra Nadia.

Sus besos tortuosos después de unos cuantos minutos recorrían mi abdomen y volvían a subir a mis pechos, pero sin chupar mis pezones, era un juego desesperante que me estaba llevando al límite de la locura. Volvió nuevamente y bajó un poco más besando mi pelvis y los lados internos de mis muslos. Dejando que su aliento sumamente caliente me acariciara esa zona que moría por ser atendida por mi rey, sin embargo, soltó mis piernas y nuevamente subió a mis pechos en donde ahora rodeo toda la areola con su habilidosa lengua creando millones de espasmos en mi parte baja sin haberme tomado o tocado allí. Mi sensibilidad a sus toques y juego lo hacen gruñir, porque no paro de escucharlo y el sonido de sus rugidos en vez de molestarme me prende más; tiró de uno de mis pezones deslizándolo entre sus dientes, pero sin causarme daño alguno.

Esperaba más cuando giró mi cuerpo poniéndolo boca abajo con un estilo dominante— lo siento muñeca, pero no puedo detenerme má

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