Cinthia las interrumpió y miró a Vero como si estuviera viendo un fantasma, luego le dijo:—¿Es en serio que ni siquiera te lavaste los dientes? Además, puedo apostar a que debajo del abrigo todavía llevas la pijama, ¿cierto?Verónica, un poco asombrada, le preguntó:—¿Cómo lo supiste?Cinthia la miró con desagrado y respondió:—Solo hace falta verte la facha para imaginarme el resto.Luego, añadió:—Ve al baño, lávate la cara y enjuágate bien los dientes. Nosotras te esperamos aquí.—Está bien —dijo Vero, levantándose de donde estaba sentada. Pero antes de dar un paso, se volteó a mirarlas y les advirtió:—Ni una sola palabra sin mi presencia.—Te lo prometo —respondió Mariana, mientras hacía el gesto de cerrar la boca con una llave, aguantándose la risa al ver el aspecto de Vero.Después de que Vero se fue al baño, Mariana comentó:—No lo puedo creer... ¿Cómo se le ocurre salir así de su casa? Y dudo mucho que alguien la haya visto, porque sus padres no la habrían dejado ni asomarse
Felipe lo miró fijamente y preguntó:—¿Qué esperas para irte? Y quiero que me envíes el video de vigilancia desde la hora que llegamos anoche hasta el momento en que ella se fue hoy.—Sí, señor —respondió Plutarco, y salió casi corriendo de la habitación.De inmediato llamó a la sala de vigilancia para que tuvieran el video listo. Cuando llegó, el encargado le dijo:—Señor, aquí ya tenemos lo que nos pidió.—Muéstramelo —ordenó Plutarco.El encargado reprodujo el video de inmediato. Al ver que no se le podía distinguir el rostro a aquella chica, Plutarco comenzó a maldecir una y otra vez. No sabía si estaba maldiciendo a su jefe, o a la mujer que no le estaba poniendo las cosas fáciles para identificarla más rápido.Luego tomó su teléfono y dijo:—¿Me puedes enviar ese video al móvil, por favor?—Sí, señor —respondió el encargado.Plutarco, al salir de la sala, hizo una llamada a su secretaria para que lo esperara en su oficina. Al entrar, ella ya lo aguardaba, y sin perder tiempo, él
A un lado de la habitación, Lucas lo observaba con ojos sorprendidos. Nunca había visto a su jefe perder la compostura de esa manera. Lo que Lucas no sabía era que Mariana ya ocupaba no solo los pensamientos, sino también una parte del corazón de Felipe. Ese era el verdadero motivo detrás de su desesperación: para encontrar cualquier pista que lo ayudara a recordar a aquella mujer misteriosa.Plutarco, tras hablar por teléfono con la chica encargada del aseo, le pasó el móvil a su jefe.Felipe tomó el teléfono y, con voz firme, se presentó. Al otro lado de la línea, la joven, claramente nerviosa, apenas podía articular palabras; jamás imaginó que el mismísimo jefe supremo le llamaría personalmente.Luego de la breve presentación, Felipe fue directo al grano:—Quiero saber si encontraste unas bragas en mi habitación... y dónde las pusiste.La joven, al escucharlo, repasó mentalmente todo lo que había visto durante la limpieza, y recordó con claridad que sí: había unas bragas, rotas, en
Después de hablar de todo —de Mariana y también de las demás chicas—, Cinthia dijo:—Ya comimos, ya chismeamos... ahora es hora de dejar descansar a Mariana, que tuvo su primera noche como soltera. —Y le guiñó un ojo cuando dijo—. ¡Te damos oficialmente la bienvenida a la soltería! Además —miró a Vero y agregó—, una también necesita irse a dar una buena ducha.Mariana soltó una carcajada al escucharla. Cuando finalmente estuvo sola en su casa, los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente, arrancándole un leve sonrojo. Jamás imaginó que en una sola noche pudiera sentir tanto.Luego tomó su teléfono para revisar quién la estaba llamando. Al ver el nombre en la pantalla, su expresión cambió de inmediato y se tensó un poco. De forma instintiva, rechazó la llamada y soltó un suspiro pesado.Sin embargo, parecía que esa persona no estaba dispuesta a dejarla en paz. Dado que su teléfono volvió a sonar. Esta vez, Mariana apretó los labios con fuerza, contestó y dijo con voz cortant
Mariana estaba en el jardín, observando el cielo estrellado, mientras pensaba que los dos años que había pasado al lado de Jacob no habían sido más que una vil mentira… y una pérdida de su valioso tiempo. Lo único rescatable de ese matrimonio era haber confirmado que sus padres tenían razón: Y en la vida siempre habrá personas que solo buscan su propio beneficio. Si no es dinero, será cualquier otra cosa que les convenga.Aun así, encontró un pequeño consuelo: al menos con este divorcio no perdió ni un centavo de su dinero, ni una sola de sus propiedades.Se sentó en una silla para acomodarse mejor entre sus pensamientos, y entonces sacó su teléfono del bolsillo del pantalón. Al revisar sus redes sociales, se dio cuenta de que aún no había eliminado las fotos ni los videos que había compartido durante esos años junto a Jacob.Luego comenzó a recordar el momento en que lo conoció. Era un día lluvioso. Estaba sola, varada en medio de una carretera desolada. Su auto no arrancaba y la señ
Jacob, al verla acercarse, no pudo evitar sonreír y le puso una taza de café caliente en la mano.Ella lo miró a los ojos, y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, mientras una ligera vergüenza la invadía al recordar todo lo que había sucedido la noche anterior.Jacob, al notar cómo ella cogía la taza de forma descuidada, rápidamente le dijo: Cuidado, te quemas.Ella, al escuchar su voz preocupada, se dio cuenta de inmediato de que había tomado la taza mal, sin considerar lo caliente que estaba el café. Un ligero susto la invadió, pero agradeció la advertencia, sonrojándose levemente mientras corregía su agarre.Luego ella le dio las gracias, sonriéndole con afecto, una sonrisa que reflejaba lo feliz que se sentía en ese momento. Así, sin darse cuenta, el tiempo había pasado rápidamente, y un año de noviazgo había transcurrido. Para celebrar su primer aniversario, Jacob le propuso una salida especial. Ambos habían estado tan ocupados con sus obligaciones que no habían tenido tiemp
En ese momento, Mariana comenzó a reírse, y Camille la siguió con una carcajada.—¡No te rías! —le dijo Camille con una sonrisa, aún divertida—. Ya Robert me ha estado hablando del matrimonio desde hace rato… y cada vez que toca ese tema, yo le cambio la conversación. Luego Mariana le tomó las manos con dulzura, la miró a los ojos y le dijo:—Primero, me reí por la forma en que lo dijiste… ¡Y por la cara que pusiste al hablar!Y segundo… tienes que saber que no todos los hombres son iguales.Luego, con un tono más serio y lleno de cariño, continuó:—Solo tienes que ver la relación que tenían nuestros padres, a Bruno y a su esposa… Y ahora te digo algo: Robert también se ve como un buen hombre.Así que… no le tengas miedo a la felicidad.Y por favor… que lo que me pasó a mí no sea un obstáculo para tu felicidad.Camille la abrazó con fuerza y le dijo, con una enorme sonrisa:—Gracias.Mariana le devolvió el gesto con cariño y respondió:—La próxima vez que Robert te hable de matrimoni
Y por más que Felipe quisiera estar con su hijo para ayudarlo a mejorar, a veces le resultaba muy difícil. Su trabajo y otras responsabilidades lo absorbían casi por completo.Sus padres hacían todo lo posible por suplir lo que él no podía, pero no era lo mismo… no era el amor de una madre.Una y otra vez se preguntaba cómo una madre era capaz de abandonar a su propio hijo, más aún sabiendo que había nacido prematuro.—Está bien, que me dejara a mí —pensó con amargura—, pero ¿a su hijo?Luego negó con la cabeza, intentando convencerse de que ya no importaba.Sin embargo, el dolor seguía ahí, como una herida que no terminaba de cerrar.Y aunque trataba de enterrar esos sentimientos, una y otra vez se repetía que nunca la perdonaría lo que Sofía les había hecho, a él y a su hijo, ya que eso no tenía justificación.Y en medio de todo, la misma pregunta lo atormentaba, como un eco constante en su mente:—¿Tan mal hombre soy?Enseguida, se preguntó a sí mismo:—¿Por qué te fuiste sin decir