CAPÍTULO 7: ESCAPE FALLIDO.—¿Cómo que atacados? ¿Me estás jodiendo, verdad? —Santino ya se había levantado de su silla con brusquedad.—¿Crees que bromearía con algo así? —respondió André, pasándose la mano por el cabello con evidente tensión—. No sé quién demonios son ni por qué se llevaron a Natalia, pero, como el infierno que los voy a encontrar. Y cuando lo haga, me aseguraré de que sus pollas sean comida para pirañas.Santino dejó escapar una risa cargada de sarcasmo y comentó:—Bueno, con esto ya estoy seguro de que alguien intenta mandarte una señal de mala suerte para tu boda.André frunció el ceño, incómodo.—¿Desde cuándo haces comentarios como Alexei?—Cuando pasas demasiado tiempo con alguien, lo malo se te pega —contestó Santino riendo, y encogiéndose de hombros.André negó levemente y retomó el tema.—En fin, ya estoy investigando; creo que pronto tendré una respuesta, te mantendré al tanto.—No, no es necesario, prepararé mi viaje.—¿Vienes?—Por supuesto que sí. ¿No cr
CAPÍTULO 8: PROMESA.Julieta se inclinó hacia la cama, y su voz fue suave y tranquilizadora.—No hagas esfuerzo, papá.Don Salvatore yacía allí, con el rostro pálido y la respiración entrecortada, un hombre luchando por mantenerse aferrado a la vida. Cuando ella le tomó la mano, él se humedeció los labios y susurró con esfuerzo.—¿Natalia… está bien?Ella sintió un nudo en el estómago, y su mente trató de hallar una respuesta. Balbuceó un momento, pero finalmente le mintió, obligándose a decirlo en voz firme:—Sí, ella está bien.Don Salvatore la miró un instante y luego negó con la cabeza lentamente.—Julieta… nunca has sido buena para mentir.Julieta apartó la mirada, y después de un breve silencio confesó en voz baja.—La secuestraron… los que irrumpieron en la fiesta.La expresión de don Salvatore se ensombreció y, aun débil, la miró con preocupación y súplica.—Debí haberlo imaginado, los tiempos están difíciles y cualquier celebración o algo que nos haga bajar la guardia tendrá c
CAPÍTULO 9: ¿TE RENDIRAS CON ELLA?Cuando André llegó al estudio, se veía que venía hecho una furia. Apenas cruzó la puerta, estalló contra Santino.—¿¡Qué carajos fue eso?!Sophia los seguía, confundida, sin entender bien de qué iba la cosa.—¿Qué? —replicó Santino, sin parecer demasiado preocupado—. Es el prometido de la chica, no veo lo malo… Aunque, por tu cara, parece que es la hermana que… —E hizo un gesto con las manos sobre su estómago, inflándolo como si estuviera embarazado—. Tú sabes…Sophia lo miró incrédula y se acercó a André.—¿Embarazaste a alguien? —preguntó, con la boca entreabierta.André soltó un suspiro, resignado.—Sí… amore. Y como cereza del pastel… ¡Son hermanas!Los ojos de Sophia se abrieron como platos. André sintió que le lanzaban puñales desde su mirada, mientras Santino se quedaba sin palabras y le daba una de esas miradas de “¿tú estás loco?”. Finalmente, fue Sophia quien rompió el silencio.—¿Te volviste loco? —preguntó, incrédula.André intentó explic
CAPÍTULO 10: ENAMORATE DE MÍ.En otra parte de la mansión, Julieta estaba de brazos cruzados, tratando de armarse de valor para comenzar a hablar. Marco, sentado con su habitual elegancia en una de las bancas, la miraba con paciencia, pero esta se fue agotando rápido.—¿Vas a hablar o no? —dijo finalmente, rompiendo el silencio—. Me llamaste diciendo que aceptabas casarte conmigo. Bueno… aquí estoy, ¿no? ¿Qué te hizo cambiar de parecer?Julieta se humedeció los labios, y Marco sintió una punzada al verla así. Siempre había sentido que ella le pertenecía de algún modo. Y cuando Salvatore le concedió la mano de Julieta, Marco no había estado más satisfecho. Pero, para su sorpresa, ella lo había rechazado y, con eso, había roto todas sus expectativas.—Yo… —ella tomó aire y lo miró directamente—. Voy a ser sincera. —Hizo una pausa, y agregó—. Solo te pido que aceptes lo que voy a decir, sin hacer preguntas, ¿de acuerdo?Marco sonrió con ironía.—Vaya… me estás intrigando, dolcezza. Está
CAPÍTULO 11: ¿PROMETIDO?Julieta salió del baño envuelta solo en una toalla. Las gotas de agua aún resbalaban por su piel y su corazón latía desbocado, incapaz de calmarse. En realidad, no le agradaba la idea de marcharse con Marco, pero entendía que esa era su única salida. No podía permitirse perder a su hijo, así que no importaba el costo. Y Marco era el único que podía hacerle frente a André.«Eres una estúpida, Julieta» se dijo con rabia «No debiste decirle nada del bebé. Pero sabes que en el fondo… lo hiciste porque querías que él te eligiera, ¿verdad? Querías que asumiera la responsabilidad de ambos».Ese pensamiento se apretó en su pecho como un nudo y con el ánimo pesado, salió del vestidor y encendió la luz de la mesita de noche. Estaba a punto de soltar la toalla cuando, de repente, se encontró con un par de ojos oscuros, taladrándola con una intensidad que la hizo congelarse.—Tú… tú… ¿qué haces aquí? —balbuceó, apretando la toalla contra su pecho en un intento de cubrirse
CAPÍTULO 12: ESTO ES INMORAL.Julieta, viéndose descubierta, lo empujó, aunque sabía que él era demasiado fuerte. André se rió entre divertido y cruel, disfrutando de verla perder el control.—Déjame en paz, André. Esto… esto no tiene sentido. Sal de aquí ahora —le dijo, aunque la firmeza en su voz se tambaleaba, debido a sus propios deseos traicionándola.Pero él no respondió con palabras; en lugar de eso, dejó que su mirada recorriera su cuerpo, tomando en cada detalle. Su proximidad, su presencia, la estaban sofocando. Lentamente, con sus movimientos calculados y seguros, él liberó una de sus manos y abrió la toalla y dejó que la toalla cayera sin más, dejándola expuesta ante él. Julieta respiraba rápidamente, el aire escapándosele en pequeños jadeos que intentaba controlar.—¿Qué… qué haces? —preguntó, tratando de cubrirse, pero él la sujetó con más fuerza, sus ojos oscuros clavándose en los de ella.—Nada que tú no desees también —le murmuró, mientras su mano trazaba el contorno
CAPÍTULO 13: ¿DE VERDAD QUIERES RESCATARLA?—Se hacen llamar “Mano Oscura", señor. Aparecieron hace poco, y no se sabe nada de su líder. —el subordinado informó con voz baja.Santino y André se miraron, y ninguno se sintió cómodo con lo que acababan de escuchar. André, mientras daba un sorbo a su café, preguntó con calma:—¿Y el que atrapamos? ¿Dijo algo?—No, señor. Aunque está débil, se niega a abrir la boca. ¿Quiere que usemos tortura extrema? —preguntó el subordinado.Pero Santino agitó la mano y negó con firmeza.—No, no nos sirve de nada si muere. Si queremos encontrar a la chica, tenemos que hacerlo hablar, pero en buenos términos —el italiano se puso de pie y caminó hacia el ventanal, observando el exterior mientras decía: —Llévale comida y agua, incluso permítele que se bañe. Yo... hablaré con él en un momento.El subordinado asintió y salió, dejando a André, que miró a Santino con incredulidad.—¿Qué rayos te pasa? ¿Comida y agua? ¿No quieres darle una habitación también?San
CAPÍTULO 14: LA HUBIERA ELEGIDO A ELLA. —Tengo un contacto en Libia. Se llama Boran Genco. Al oír esto, André y Santino intercambiaron una mirada llena de sorpresa. No esperaban que Marco tuviera este tipo de asociaciones. Sin darles importancia a sus reacciones, Marco continuó, explicando: —Boran puede ayudarnos, aunque sin involucrarse directamente. Conoce la región y tiene la influencia suficiente para mantenernos informados sobre los movimientos de ellos. Incluso podría facilitarnos el acceso a ciertas zonas sin levantar sospechas. André, sin embargo, no parecía convencido. Frunciendo el ceño, preguntó: —¿Hay jeques en Libia? Marco asintió. —Sí. De hecho, las tribus en Libia han desempeñado un papel crucial en la política y la sociedad. Muchos jeques actuaron como mediadores en conflictos. Boran es uno de ellos y es respetado. Santino observó a Marco, y una duda comenzó a crecer en su interior. Empezaba a preguntarse si de casualidad él estaba involucrado en el secue