Dorian hizo una pausa y suspiró, frotándose el rostro con ambas manos. El peso de sus decisiones pasadas se hacía cada vez más evidente en su semblante.—Es mi culpa en gran parte —añadió el Alfa—, porque siempre he sido un líder que acoge a los lobos sin manada. He permitido que aquellos que han sido exiliados, traicionados o que han perdido a sus familias encuentren un hogar entre nosotros. Siempre creí que darles refugio era lo correcto, que merecían una segunda oportunidad. Pero Freya me advirtió muchas veces que debía ser más cauteloso, que no podía confiar tan fácilmente en los forasteros, que debía proteger a mi manada ante todo. Yo no le hice caso. No tenía el corazón para dejar a esos lobos a su suerte. No podía darles la espalda.Su mandíbula se apretó mientras recordaba las consecuencias de su decisión y sus ojos se oscurecieron por la ira.—Pero cuando descubrí que uno de esos lobos traicionó nuestra confianza, que fue él quien informó a Nolan sobre ti... tomé una decisión
—Entiendo. Está bien —replicó Somali, mostrándose comprensiva. Sabía que Dorian solo quería protegerla, y esa era su manera de demostrárselo.Dorian la observó con una expresión suave, casi tierna. De pronto, se asomó un poco más a ella, como si quisiera que cada palabra que iba a decirle se quedara grabada en su corazón y en su alma.—Hay algo más que quiero agregar, Somali —articuló—. Es posible que empieces a escuchar muchas historias dentro del Clan... historias sobre ti. Algunas te parecerán increíbles, otras quizá te asusten o te hagan dudar. Pero quiero que sepas que, sin importar lo que digan, la verdad siempre estará aquí, entre tú y yo.Somaii parpadeó, intrigada.—¿A qué te refieres?—Tú eres mi mate, mi compañera destinada, y ahora que hemos aclarado todo, quiero que mi Clan también lo sepa. Quiero que te vean por lo que realmente eres: la Luna de esta manada. Quiero que ellos te reconozcan como parte de nosotros, porque es lo que eres, Somali. Eres mi destino, mi razón de
Dorian sostuvo con delicadeza la mano de Somali entre las suyas, en lo que sus dedos rozaban suavemente la piel cálida de la joven antes de inclinarse y depositar un beso sobre el dorso de su mano. El gesto era íntimo, inundado de una ternura que contrastaba con la intensidad de su conversación. Luego, sin apartar su mirada de los ojos de Somali, le habló con voz pausada y profunda, como si cada palabra que pronunciaba llevara el peso de algo verdaderamente importante.—Ahora necesito que me digas la verdad, que seas completamente sincera conmigo —articuló—. ¿Por qué tomaste la decisión de irte del territorio de Varhallow? ¿Qué te llevó a hacerlo?Dorian dejó escapar un leve suspiro y continuó, sin apartar su mirada de ella.—Sé que tenías un deseo ardiente de conectar con tu loba lo antes posible. Sé que la prisa por concretar tu venganza contra Nolan consumía cada uno de tus pensamientos. Pero lo que no comprendo es cómo llegaste a la conclusión de que debías abandonar este territor
—Es verdad que me lancé de un precipicio —replicó Somali—. Pero no fue para sacar a mi loba a fuerza, sino porque un lobo me estaba persiguiendo y supe que si me alcanzaba, moriría devorada. Pensé que saltar era la única forma de escapar. Pero después de mi transformación… no recuerdo nada.—Recuerdo a esa bestia —articuló Dorian—. ¿Pero dices que no recuerdas lo que pasó después de transformarte?—No. Sé que volví a encontrarme con el lobo, pero mi mente está en blanco. Solo recuerdo el miedo, la desesperación. Y luego… oscuridad.Dorian suspiró y se acercó más a ella, tomando su mano con delicadeza. Besó el dorso de su mano antes de hablar.—Somali, tú mataste a esa bestia. Y no solo eso. La devoraste.Los ojos de Somali se abrieron con incredulidad.—¿Qué?—Cuando te encontramos, el cadáver de la bestia estaba destrozado. Había sangre cubriendo el suelo y su abdomen estaba completamente vacío. Tú te comiste sus vísceras.Somali parpadeó repetidamente, como si intentara procesar la
Dorian frunció el ceño levemente, percibiendo la seriedad en su expresión.—¿Qué ocurre? —preguntó, manteniendo su mirada incrustada en ella.Somali vaciló un segundo, como si estuviera decidiendo cómo expresar lo que tenía en mente. —No fue un experimento.Dorian parpadeó, sin comprender del todo.—¿A qué te refieres?—El hecho de que me haya ido del territorio Varhallow no fue una simple decisión impulsiva. No desperté una mañana y lo decidí de la nada. Tampoco fue algo que surgió de un momento de aburrimiento…—Explícate, Somali, por favor —replicó el Alfa.Ella inhaló profundamente antes de continuar.—Alguien me lo dijo.—¿Cómo que alguien te lo dijo? ¿De qué estás hablando?—Un lobo se me acercó… y me habló. Me dijo que sabía una manera en la que mi loba podría manifestarse más rápido. Me advirtió que el proceso con la sacerdotisa Saphira tomaría demasiado tiempo, quizás meses o incluso más… Y yo no quería esperar tanto.Dorian la observó con sorpresa y preocupación, como si ca
Dorian asintió lentamente, sin apartar la vista de ella.—Es una de las formas más efectivas para lograr que alguien hable —expuso con calma, como si simplemente estuviera exponiendo un hecho innegable.Somali sintió una presión en el pecho. No podía negar que la idea tenía sentido desde un punto de vista estratégico, pero algo en ella se resistía a aceptarlo con tanta facilidad. No porque sintiera compasión por ese lobo en particular, sino porque sabía lo que implicaba cruzar esa línea. Una vez lo hicieran, no habría vuelta atrás.Somali mantuvo la vista incrustada en Dorian mientras que sus palabras aún resonaban en su mente: la tortura como el método más eficaz para obtener información. No podía creer que él estuviera considerando algo así, que realmente pensara en infligirle a otro ser vivo un sufrimiento similar al que él mismo había experimentado en el laboratorio.Respiró hondo antes de hablar, intentando no dejar que la emoción desbordara su voz.—¿Estás seguro de que esto es
La habitación estaba bañada por una luz suave que se filtraba a través de las cortinas, tiñendo el aire de una calidez silenciosa. Somali y Dorian estaban sentados sobre la cama, no demasiado lejos el uno del otro, pero tampoco demasiado cerca. La intimidad entre ellos no necesitaba expresarse a través de la distancia, sino en la profundidad de las palabras que compartían. Él la miraba con atención, como si hubiera estado meditando durante horas antes de reunir el valor para decir lo que estaba a punto de pronunciar.—He estado dándole vueltas a algo —comenzó Dorian en tono calmado, como si tratara de no alterar la atmósfera tranquila del momento—. Creo que ha llegado el momento de revelar tu verdadera posición en esta manada.Somali parpadeó con suavidad, sin interrumpirlo, pero algo en su expresión mostraba sorpresa.—Al principio pensé que lo más prudente era esperar un poco más —continuó él—. Por eso solo se lo conté a Zeira y a Freya. Ellas conocen los detalles más profundos, lo
Somali lo escuchó en silencio, acatando sus palabras.—Te agradezco todo lo que haces por mí —manifestó ella—. Con respecto a anunciarlo… hazlo. Si crees que es lo mejor, si es lo que tú quieres, está bien para mí.—Pero también quiero que tú estés de acuerdo —alegó Dorian.—Bueno, tú tienes razón en que tarde o temprano tendré que acostumbrarme a esta nueva vida, a lo que significa ser la Luna de esta manada. ¿Para qué retrasar lo inevitable? Estoy dispuesta a asumir mi lugar aquí, Dorian. Así que estoy de acuerdo con que se lo digas a todos.Una sonrisa se dibujó en los labios de él, cálida y genuina. Se inclinó hacia ella, y sus bocas se encontraron en un beso profundo, prolongado, que sellaba la decisión de ambos, volviéndose un instante íntimo y tierno donde el tiempo pareció detenerse.Luego de separarse suavemente, Somari lo miró con picardía.—Por cierto… a partir de hoy quiero que duermas conmigo.Dorian arqueó una ceja, divertido.—Siempre he dormido aquí… en esta habitación