Dorian se debatía entre el orgullo y la preocupación, entre la necesidad de protegerla y la realidad innegable de que Somali ya no era una loba indefensa que necesitaba resguardo constante. Era fuerte y estaba dispuesta a arriesgarse por lo que consideraba importante.—No sabes el riesgo que corriste... —soltó Dorian al final—. No sabes el miedo que me da pensar en todo lo que pudo haberte pasado.Somali lo miró a los ojos, decidida y serena, y en ese momento, sin necesidad de palabras, Dorian entendió que ella ya había elegido su camino. Y que él, si quería estar a su lado, debía aceptar no sólo su amor, sino también su fuerza, su voluntad, su instinto de actuar cuando fuera necesario.—Por otro lado... tampoco me hablaste de tu Loba —agregó él—. No me contaste que ya habías logrado vincularte tan profundamente con ella. Somali... ¿qué está ocurriendo entre nosotros? ¿Ya no confías en mí?Sus ojos la buscaron, intentando encontrar una respuesta que no doliera. —No es eso, Dorian —su
Dorian la observó, sin decir una palabra durante varios segundos. Algo dentro de él se removió con fuerza, y no fue precisamente por la mención de la tortura, ni siquiera por el hecho de que Ronan los había traicionado. Fue por ella. Por Somali.La mujer que tenía frente a él, esa que hablaba con tanto temple y resolución, era la misma que alguna vez había intentado salvar hasta a sus enemigos. La misma que, incluso herida, había sabido perdonar. Y ahora… ahora hablaba con frialdad, con una dureza que no le era natural. Dorian entendía de dónde venía esa rabia. Entendía su necesidad de justicia, su deseo de vengarse por todo el dolor que Nolan le había causado. Pero al mismo tiempo, esa transformación silenciosa le provocaba una inquietud que no podía ignorar.Somali, pensó, era bondadosa por naturaleza. Incluso cuando el mundo fue cruel con ella, incluso cuando fue traicionada y humillada, su corazón nunca dejó de ser noble. Esa pureza, esa compasión que la caracterizaba… era lo que
—Lo sé —manifestó Somali—. Y yo también… pienso igual. Haría cualquier cosa por ti, y para protegernos. Por eso espero que me entiendas.Sus dedos se aferraron con más fuerza a los de él, como si temiera perderlo por lo que estaba a punto de decir.—Y con respecto a Ronan… —su tono cambió, más frío, más determinado— tenemos que actuar ya. No podemos seguir tratándolo como uno de nosotros. No después de lo que descubrimos. Es un hipócrita. Un traidor. Nos mintió en la cara, nos manipuló —lo miró fijamente, con los labios apretados por la rabia—. Así que, ¿qué vamos a hacer con él, Dorian? ¿Lo atrapamos esta noche?—Tranquila —dijo con voz baja—. Te voy a explicar lo que vamos a hacer.Se inclinó un poco hacia ella, bajando la voz aún más, como si el aire mismo tuviera oídos.—Vamos a seguir como si nada. Nadie debe sospechar que ya sabemos la verdad. Tú vas a continuar con tu entrenamiento, con tus rutinas, con tu vida normal… Aunque sé que no va a ser fácil, especialmente por lo que d
Ronan no tenía otra opción. No había señales, ni encuentros pactados. Si quería advertirle a Nolan, debía ir en persona. Así que dejó el territorio sin mirar atrás, cruzando campos y bosques hasta alcanzar los límites del Clan enemigo. Su única guía era la urgencia. Esa sensación pesada en el pecho que le gritaba que no podía quedarse callado, que el silencio en ese momento era traición para su manada original.Cuando finalmente llegó al territorio de Nolan, lo buscó sin descanso. Al hallarlo, se acercó sin vacilar. A Nolan no le agradaba para nada las informalidades, no era cercano a los suyos, todos lo debían tratar como si fuera un dios. Sin embargo, Ronan estaba demasiado apresurado y desesperado por explicarle la situación lo antes posible.—Alfa, Dorian está tramando algo. Algo serio.Nolan lo miró con recelo y atención. —¿De qué estás hablando exactamente?Ronan tragó saliva. Había repetido esas palabras varias veces en su mente, pero aún así le costó decirlas en voz alta.—Me
Detrás de la figura majestuosa y dorada de Dorian, emergió otra silueta, más delgada pero igual de imponente. Era Somali, en su forma de loba. Su pelaje, amarronada-rojiza, contrastaba con la luz áurea que parecía emanar de Dorian. A cada paso suyo, la tierra parecía estremecerse ligeramente, como si incluso la naturaleza reconociera su presencia.Ronan sintió que el tiempo se detenía por un instante. Él sabía que Somali había comenzado a reconectar con su loba interior, ella misma se lo había confesado en algún momento, pero hasta donde tenía entendido, el control absoluto sobre esa parte salvaje aún le era esquivo. Sin embargo, allí estaba, caminando con seguridad. Y eso lo desconcertó.Somali caminaba justo detrás de Dorian, pero cuando sus ojos se posaron en Ronan, algo en ella cambió. Fue como si una furia dormida despertara en su interior. Dorian se detuvo, percibiendo el cambio, pero no la frenó. Somali continuó, acercándose poco a poco al cuerpo de Ronan, que yacía en el suelo
El Laboratorio Delta-7 no era un sitio común. Oculto en las profundidades de la ciudad humana, bajo toneladas de concreto y acero, albergaba uno de los secretos mejor guardados del mundo: el lobo inmortal.Los científicos no conocían su nombre, solo lo llamaban Sujeto Alfa. No sabían que no era solo un lobo, sino una criatura más antigua que sus propias civilizaciones.Los guardias del laboratorio se jactaban de haber atrapado a la bestia más peligrosa de la historia, el lobo de la leyenda, el Alfa eterno, el salvador de su especie. Pero en lugar de liderar a su pueblo, ahora yacía en una habitación de cuatro paredes blancas, sometido a pruebas que lo destruían una y otra vez… solo para verlo sanar, solo para comprobar lo que ya sabían: no podían matarlo.El frío de la habitación era insoportable y el hedor a sangre y pólvora impregnaba el aire. En el centro, sujeto con cadenas de acero reforzadas con plata, yacía el lobo de la leyenda.Su pelaje dorado estaba cubierto de llagas abier
Los antiguos hablaban de un lobo nacido bajo el aliento de la luna. Un ser distinto a todos los demás, con un propósito que lo trascendía: proteger a su especie y restaurar el equilibrio de la tierra.No era solo una bestia de colmillos afilados y fuerza sobrenatural. Era la encarnación de la voluntad de la naturaleza, un espíritu ligado a los bosques y montañas, al río y al viento. Su sangre no era solo lobuna, sino un eco de los dioses primordiales, aquellos que crearon el mundo antes de que la humanidad lo reclamara.Sin embargo, los humanos nunca comprendieron.Hubo un tiempo en que los lobos y los humanos compartieron el mundo sin necesidad de violencia. Los bosques eran vastos, los ríos corrían libres y el equilibrio se mantenía. Los lobos no eran simplemente depredadores: eran los guardianes de la vida misma.Pero los humanos olvidaron su lugar. Se expandieron sin medida, talaron los bosques, secaron los ríos, mataron más de lo necesario. El equilibrio se rompió.Cuando los lob
Desde que tenía memoria, Somali nunca encajó.No era solo una sensación pasajera, un malestar común de la infancia o la adolescencia. Era una certeza. Desde que era niña, había sentido que su existencia se desarrollaba en una frecuencia diferente a la de los demás. Sus sentidos eran demasiado agudos, su instinto demasiado fuerte, su percepción del mundo demasiado intensa.Los sonidos eran más nítidos para ella, los olores más penetrantes, las luces más cegadoras. Podía escuchar conversaciones en susurros al otro lado de la habitación, distinguir ingredientes en una comida con solo olerla, notar cambios imperceptibles en el comportamiento de la gente.Pero eso solo la volvió extraña ante los ojos de los demás."Qué rara es.""¿Cómo lo escuchó si no lo dije tan fuerte?""Ella no es normal."Creció aislada, observando más que participando, escuchando más que hablando. Aprendió a fingir, a modular sus reacciones, a pretender que era como los demás. Pero en su interior, siempre supo que no