MI JEFE, EL INOCENTE
MI JEFE, EL INOCENTE
Por: Fanny Nuñez
LA VIDA DEL CEO

Amanecía en la ciudad de New York, Hadrien Collins dueño de las empresas de tecnología Collins, se levantó como era su costumbre a las 5 am, su alarma había sonado fuerte, camino unos momentos y saltó un poco calentando su cuerpo para hacer su rutina de pesas, bicicleta, y la caminadora, termino fue a darse un baño, salió con la toalla alrededor de la cintura y otra en la cabeza, tarareaba una canción, fue a su closet de guayacán, al abrir las puertas corredizas se vio toda su ropa elegante en orden, escogió una parada azul marino, se vistió, se peinó su cabello como le gustaba, su perfume caro olía a hombre muy varonil y dijo

—Hadrien, ¡las mujeres babean por ti!, jajajaja

Fue a la cocina y tomo jugo de naranja, café tinto y tostadas, que una jovencita le dejaba hecho a las 4 am, la había contratado solo para eso. Estaba por salir y se cruzó con su nana, la abrazo

—¡Nana linda!, buenos días, no te canses, ordena que hagan los quehaceres, ah y en mi cuarto está el dinero para el supermercado y ¡un regalito para ti!

—Mi niño, gracias, hoy mando a Charles al supermercado

—Está bien cuando no estoy, tú eres la reina de la casa, mua, mua, adiós

—Adiós niño Hadrien

La nana Nuria, lo quería, ella lo había criado, pues sus padres siempre trabajaban en sus empresas y no tenían tiempo para Él, pero ella le enseño a amarlos y no dejaba que notara el vacío de amor fraternal.

Alegre se subió a su auto Jaguar negro, le gustaba manejar Él mismo, tenía su chofer, pero rara vez lo usaba, era muy respetuosos de las señales de tránsito, ese día tenía una reunión importante con otra compañía con un contrato millonario de por medio, llego temprano a su empresa, subió en el ascensor, al abrirse y salir, se encontró con el inmenso barullo de todos sus empleados que estaban ya en sus puestos de trabajo, lo saludaban y contestaba el saludo

—Buenos días, señor Collins

—Buenos días

Llego a su oficina, al entrar estaba servido una taza de café tinto humeante y dos tostadas untadas con mermelada, fue a abrazar a su asistente personal, Laurita una mujer ya madura y próxima a jubilarse

—Buenos días, señor Collins

—Buenos días, Laurita, gracias por el café

—De nada, ¡todo para mi consentido!

Más parecía otra nana que su asistente personal, le llevaba su agenda comercial y su agenda personal, que era el “tabú” de todos, que era un tesoro escondido, solo ella y Hadrien sabían de los movimientos personales del «jefe guapetón» como le decía Laurita

Se acercaba la hora de la reunión para firmar el contrato con la empresa extranjera para abastecimiento de equipo tecnológico Hadrien era un experto negociador, le había ganado la cartera monetaria a su competencia Tyron Harper de la Compañía Harper y asociados, Hadrien había ofrecido prestaciones y sin rubro del viaje y eso les gusto y aceptaron la propuesta de la Compañía Collins.

La recepcionista llamó a Hadrien avisando de la presencia del señor Marttinetti

—Hágalo pasar—ordeno Hadrien

Se abrió la puerta y entro saludando Carl Marttinetti

—Buenos días, señor Collins

—Buenos días, señor Marttinetti, siéntese por favor

Laurita traía una botella de whisky y una hielera pequeña con los cubitos de hielo y su manigueta para agarrarlos y se sentó a un lado de su jefe

—Bien, aquí estamos, revise el contrato y sus parámetros, ¡puede leerlos y firmarlos!

El hombre leyó muy rápido, sonrió y tomo el esfero y firmo

—Bien señor Collins, ¡trato hecho!

—¡Brindemos Martinetti! —Y Hadrien sirvió los vasos de whisky con hielo y brindaron por el contrato que se firmó

—Tome Laurita

—¡Señor Collins!

—Nada de señor Collins, ¡soy su jefe guapetón!

Martinetti se rio cuando escucho—Jajaja ¿y eso?

—Así me dice esta hermosura.

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