ALICE.—Alice, hija, abre tus ojos. —Madre, yo… —Alice, debes comer, por el bebé, por Ismael. El golpe había sido grave, estuve varios días inconsciente y que aún tuviese bebé, solo era un milagro que nadie en ese hospital podía creer. Había pasado de estar cuidando a Stan a ser ahora una paciente más. No teníamos rastro de su paradero, Paris supo ocultarse perfectamente entre la ciudad y el único registro que dejó fue el de ella saliendo del país junto a Stan, algo que estaba segura había hecho a propósito. El dolor, la impotencia, la ira, la amargura me estaban gobernando, la estaba dejando ganar, pero es que yo también estaba cansada. Le había jurado a ismael que todo estaría bien y ahor ami niño tenía sus ojos hinchados por que ya no tenía a su papá, a ese que visitaba todos los días y le narraba historias para que abriera sus ojos pronto, ojos que me miraron antes de caer y que estaban llorando cuando yo lo llamaba. No sabía si me había recordado, no sabía si estaba bien,
ALICE.—Alice, bienvenida a casa. 30 días y no sabía nada de Stan, 30 días y mi barriga estaba redonda y juguetona, allí ese bebé no paraba de jugar y extrañar la voz de su padre, solo Ismael lograba calmarlo. —Gracias, mamá. —Se que… —No se siente como casa, falta… falta su presencia, su luz, su seriedad, su sonrisa tierna y… —Lo extrañamos todos, pero pronto regresará. —Lo sé. Arrastrar mis pies por el lugar no fue una tarea muy fácil, la verdad es que estaba algo cansada de que cada mínimo rincón me recordará. Ver su ropa en el armario, ver sus objetos personales, su cepillo de dientes, su perfume favorito, sus fotografías por la casa, todo era como una tortura. Y no sabía nada de él, intentaba verlo a través de los ojos de Ismael, pero era tan difícil, que siempre terminaba llorando. Intente con todas mis fuerzas y con toda la voluntad que pude reunir, para que la rutina en casa no cambiará demasiado, que el vacío de Stan no se sintiera tanto, pero fue imposible, inclus
STAN.El frío no es muy penetrante, se siente un poco refrescante.—¿Estás listo? —la voz de Paris entra por mi nueva habitación, me estoy terminando de vestir y solo con su voz me siento fastidiado, tenerla cerca ya es una tortura.—Si.—Estoy feliz de que ya puedas caminar por tu cuenta —escuche sus pasos acercarse a mí y me estremecí cuando sus brazos rodearon mi cuerpo, su rostro se pegó a su espalda como casi todas las mañanas hacia. —Paris, por favor… no—Stan, te he esperado y sigo sin entender tu indiferencia. Eso me… duele —lo último lo dijo con la voz entrecortada.—Sé que me has ayudado en mi recuperación, pero no puedo seguir confiando en ti si no me dejas salir al mundo.—¡¿Para qué quieres ir afuera?! —aulló exasperada, soltándose de mi y poniéndose frente a mi. —Porque quiero ver la realidad con mis propios ojos, quiero visitar la tumba de mis padres, saber quien era, ver fotografías de mi familia, quiero recordar mi pasado.—Es por que no soy suficiente para ti, ¿ver
STAN.El camino de regreso a casa fue peor de lo que yo esperaba, los hombres de Paris que extrañamente cada vez eran menos, nos acompañaban en cada paso y yo solo tenía en mi mente ese nombre.Ismael, Ismael, Ismael.—Stan, ¿qué te sucedió? ¿Debo llamar al médico? —No, estoy bien, solo fue un dolor de cabeza.—¿Recordaste algo? —pregunto tomando mi brazo con fuerza y deteniendo mi andar. —Te dije que no.—Stan, es necesario que me digas…—Paris, no es necesario que te diga nada. No tengo la obligación de decirte nada.—Stan, no puedes seguir aislandome de tu vida.—Si puedo, porque tu lo haces. Tu me estás aislando de mi vida, es obvio que si me tienes aquí es porque me estas ocultando de algo o de alguien, estás mintiendo, yo lo se, tu lo sabes, todos aquí me ven con lastima o con miedo, ya estoy cansado de no saber quien soy.—¡Ya te dije quien eres! —¡MENTIROSA! ¡ERES UNA MENTIROSA!Ya no podía más, simplemente no podía aguantar más la presión de saber que estaba siendo engaña
—¿Qué carajos está pasando? —¿Qué crees? —Paris tomó entre sus manos un arma y me di cuenta que mi vida nuevamente pendía de un hilo. —Paris, piensa bien lo que haces, esto no es correcto… —Lo que no es correcto es que yo haya hecho por ti de todo, absolutamente todo y me pagues de esta forma. —activó el arma y se acercó a mi. —No es la primera vez que la usas, ¿verdad? —¿Es tan obvio? —Dejame ir. —No. —No me amas, ni yo a ti, dejame ir. —Stan, ya no me importa si me amas o no. Eres mío por derecho y no pienso dejarle el camino libre a Alice. Alice, ¿Cómo estaba ella? ¿Mi bebé? ¿Mi Ismael? —Estas loca. —No. —¿Entonces esto que haces como se llama, si no es una locura? Y las locuras las cometen los locos. —Durante muchos años no fui nada para el mundo, todos pasaban y no me terminaban, hasta que tu un día me ayudaste. —¿Te das cuenta que ni siquiera recuerdo eso? Así de importante eres para mi —sabía que la estaba provocando, pero ya estaba cansado de sus juegos infant
No esperaba que lo primero que iba a ver sería el rostro de Aiden, nada agradable a mi parecer, pero aunque aún le faltaba para recuperarse y me pareció verlo más delgado de lo que usualmente era, estaba allí porque no iba a permitir que mis padres o Alice o Virginia se pusieran de nuevo en riesgo. De su espalda salió mi hermana, Samantha, tenía un par de golpes producto de algo que debió pasar y no tenía idea de que pudo ser. —Estás vivo —dijo con un aire de sarcasmo. —Se necesita más que esto para dañarme. —Los oficiales me dijeron que… —interrumpí a Samantha. —Se mató, se suicidó —mis ojos estaban vacíos y yo me sentí perdido. —No fue tu culpa —Aiden me dijo inmediatamente y por alguna razón, yo necesitaba escuchar aquello. —Lo sé, pero cuando ella… —No estaba bien y… Ella siempre necesitó ayuda, Stan, siempre. Sus padres no se la dieron y aquello no era tu responsabilidad. —Si, pero… —Stan, debes pensar en tu familia, ellos te necesitan como no tienes idea. —¿Cuánto t
Mis ojos rodaron nuevamente por su rostro, estábamos solos en la habitación de nuestra casa. Stan miraba cada cosa como si fuese nueva o de alguna clase de exposición de objetos extraños.—¿Estás bien? —Si, solo quiero recordar cada cosa. —Van a estar aquí para siempre.—¿Cómo puedes estar tan segura?—¿Tienes miedo?—Como nunca antes.—Ven aquí.Tomé su mano y nos senté en la orilla de la cama, mi panza estaba abultada por lo que moverme no era difícil, pero tampoco una tarea imposible, dentro de uno de los cajones de la mesa junto a la cama y busque la ecografía. Aún continuaba dentro del sobre.—Mira —puse el sobre en sus manos.—Está sellado. ¿Qué es? —La última resonancia de nuestro bebé —lleve su mano hasta mi panza—. la estuve guardando para cuando regresaras.—Alice, tú… eres increible. —Quiero que sepas y que nunca olvides, que yo seré y estoy dispuesta a ser para ti ese lugar en el que te puedes apoyar para siempre, así como tu lo fuiste conmigo.—¿Aquí adentro está mi
Duerme pequeña, no tengas temorMamá te va a buscar un ruiseñorSi su canto no te suena placenteroMamá te comprará un sonajero.Ver los hermosos ojos de Emma jugar a cerrarse mientras yo cantaba en un suave susurro para ella esa canción era magnífico. Tomaba con fuerza mi dedo índice y yo me balanceaba por toda la habitación mientras la arrullaba y esperaba que se quedara dormida al fin.Subí un poco el tono de voz para que Ismael que dormía en mi cama y conmigo pudiera escuchar. Y si el sonajero no suena bienMamá te mecerá en un vaivénY si te cansas del achuchónMamá te va a buscar un acordeón.—Papá —Ismael me estaba llamando.—Hijo.—Yo… la extraño —dijo y sabía que tenía ganas de llorar.¿Cómo ser fuerte para dos personitas si yo estaba igual que ellos?—Mi pequeño te prometo que… —me sentía extraño porque no podía hacerle promesas vacías.—Hijo —mi madre entró a la habitación acompañada de mi hermana Samantha que ahora vivía conmigo y me ayudaba con los niños, su madre, mi ma