31. NO.

ALICE.

Mi Madre me estaba mirando, sus ojos eran sangre pura. Me odiaba, lo sabía.

—Lo siento, no fue mi intención...

—Callate Alice, no quiero escucharte.

—Pero mamá, debes escucharme, tengo derecho a ser escuchada.

—Perdiste todos tus derechos, ¿te das cuenta de la magnitud de este problema?

—¿Algún día me has amado, madre?

—Desde el día que supe que estabas dentro mío y te he cuidado como a una frágil porcelana —la mire y me puse de pie, ese comentario era tan falso como el amor que me profesaba.

—Lamento no poder creerte, pero sabes que tus palabras no tienen mucho de verdad —mis ojos se cristalizaron, quise gritarle que en sus narices habían abusado sexualmente de mi. Pero generar culpabilidades no solucionaba el pasado y si traía problemas al presente—. Pero no importa, siempre Stan será mejor que yo.

—Él no es mejor que tú, Alice. Es diferente.

—¿Por qué? ¿Por qué su madre lo abandonó? ¿Por qué te salvó la vida? Inclusive por nada Stan es diferente y especial, eso lo he sabido
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