Llevo 5 noches durmiendo junto a Alice, llego a mi casa y salgo a media noche hasta su casa, no me importaba ser visto por las personas de seguridad, sabía que me podían ver a través de las cámaras, de todas maneras no había modo de escapar de ellas. Y tampoco quería escapar de ellas, no quería seguir ocultando lo que estaba pasando entre nosotros.—Aiden, falta poco más de 4 meses, por favor.—Si, si lo sé, pero…—Aiden, por favor.—De acuerdo, mañana iremos a cenar contigo.Escuchar esa conversación entre Alice y Aiden me molesto, sabía que ese estupido tenía tantas ganas de estrangular el cuello de ese imbécil, me molestaba que se aprovechara de la situación y la desventaja de Alice sobre la situación.Alice podría ir a hacer la prueba sin ningun problema, pero la prensa no tardaría en enterarse, no éramos precisamente personas comunes y Aiden y su familia tampoco, entonces lo que podría pasar como una simple prueba se volvería un escándalo y la junta tendría sus dientes sobre el c
—No lo despierten. —¿Dónde lo piensas dejar? —No lo sé, no podemos arriesgarnos a que nos vean las cámaras. —Eres imposible, te dije que dejaras ese mocoso en el apartamento. —Y tú eres un imbécil. Se darían cuenta enseguida que fuimos nosotros y nos irían a buscar por cielo y tierra. Mi mamá pensaba que yo estaba dormido, pero la verdad es que luego de pasar tantas horas entre el auto con hambre y frío, no tenía ganas de dormir, ya había dormido lo suficiente para resistir el hambre. Mantenía mis ojos cerrados como siempre hacía. Mi madre me prohibía ver todo lo que pasaba en cada casa por la que pasamos, pero a veces era imposible que la curiosidad no me ganara, después de todo era un niño. Y esa curiosidad fue la que me hizo ver las peores cosas que jamás había visto, además de que no eran las cosas que un niño debería ver. No eran las cosas que deberían pasar en la casa de un niño y menos lo que una mujer que se supone era su protectora debería hacer. Sentí que me levantar
Entre mis manos estaba el sobre blanco, no tenía membretes de la clínica. Así lo había pedido, porque no quería escándalos, fue un trabajo duro de conseguir, pero no imposible. Tampoco dimos nombres, únicamente nos tomaron las muestras. Cada persona que se vio involucrada en el proceso recibió un pago extra, muy alto, por su silencio.Y contrate un guarda de seguridad especial para que revisara con minuciosidad el trabajo, el hombre no podía perder de vista las pruebas, ni el rastreo ni nada.Estaba sentado en el estudio de mi casa, mirando el sobre y la verdad es que no sabía con exactitud qué hacer. Podía abrirlo y saber la verdad, correr hasta la casa de Alice y reclamarle o abrazarla y besarla por la felicidad.Pero en cualquiera de los dos casos, el único perjudicado sería Ismael, luego de mucho meditarlo me había dado cuenta, que si bien el pequeño necesitaba y debía saber sobre su padre, también sabía que no era el momento ni las condiciones para hacerlo.Recibir la noticia de
—¿Qué haces? —me pregunto con una amplia sonrisa. —Intentó poner en orden mis ideas —me dijo Alice, mientras acostaba a Ismael en su cama. —¿Qué ideas? —Muchas, Aiden. Tantas que no sé por dónde empezar. —Puedes contarme, tal vez yo pueda ayudarte. —No creo. —¿Por qué? —Porque tú eres una de esas cosas. No se que hacer, con nosotros, si es que un nosotros existe. Cada segundo que pasa, me siento más y más confundida. —¿Qué te confunde? —pregunte de prisa, la ansiedad por saber los sentimientos de Alice me estaba ganando. —¡Ustedes! —respondió exasperada y abriendo los ojos de par en par para darse cuenta que había cometido un gravísimo error. Estoy seguro que eso no era lo que quería decir. —Entonces no estás sola. —Si. Pero también estoy contigo —sus ojos se cristalizaron y me quedé en silencio. Ella caminó hasta la sala de mi apartamento y se sentó en el sofá—. Han pasado meses desde que regresé y cada segundo que pasa me arrepiento más y más de haber regresado, te
Eran las 8 de la noche, mi rutina era muy estricta en casa y debía ir a la cama, no solía llevarme bien con mamá que siempre estaba al pendiente de todo lo que pasara con Stan. Y mi padre y yo éramos unidos, pero él siempre estaba ocupado en cosas del trabajo. Muchas veces por allí me sentía demasiado sola, de no ser por mi hermano. —Hoy viene —dijo mi padre con voz cansada. —Te dije que no lo quiero ver aquí.—Sólo viene a visitarnos. Es mi hermano —Stan y yo nos miramos, porque no teníamos idea de que nuestro padre tenía un hermano, por lo general las reuniones familiares eran con los abuelos y nada más. —¿Qué hermano? —preguntó Stan. —El hermano menor de tu padre, es algo difícil —mi madre tomó la mano de Stan.—Voy a dormir, es hora —fue lo único que dije, la verdad es que para mi edad eso no era muy importante, una persona más, una persona menos en la familia, me daba lo mismo. A mi sólo me importaba mi hermano y mis padres. Al siguiente día todo fue normal, mi rutina de ir
—Ismael, vamos a ir al médico.—No estoy enfermo, mamá.—Lo sé, pero debemos hacerte un examen. —¿Para qué? —su pregunta me hizo dudar, entre contarle la verdad o dar una mentira piadosa. —Tu padre no está muerto. —Ya lo sabía. —¿Qué? —me quedé mirándolo algo estupefacta. A veces Ismael me contrariaba, dudaba si en verdad era un niño.—Mamá, te escuche un día hablar por teléfono. Se que mi padre no está muerto —sabía muy bien a qué se refería. Pero no pensé que me hubiese escuchado. Esa noche en Londres, había bebido demasiado, aunque no tanto como para no saber lo que hacía, entonces llamé a la única amiga que tenía. Lucy.—¿Cómo estoy? Estoy jodida Lucy, tengo un hijo y mis padres quieren que regrese. —Alice, tal vez sea lo mejor, un poco de verdad en tu vida. Además tu hijo lo necesita. —Pero le dije que su padre estaba muerto, Lucy. Y cuando lo vean, van a querer quitarlo de mi lado. Ese niño es lo único que tengo en la vida, lo único bueno que he hecho con mi vida, Lucy, n
AIDEN.El día había llegado, recibí una llamada del centro médico y sin esperar mucho salí de la oficina hasta el lugar. Pero a medio camino mi celular sonó de nuevo, miré la pantalla y vi el nombre en el identificador. Stan. No quería contestar, pero algo me decía que era necesario. —¿Qué quieres? —dije aburrido.—Hablar contigo. —No tenemos nada de qué hablar. —Antes de que abras el sobre, hoy, quiero que sepas que tengo uno igual al tuyo. Sus palabras no me cayeron nada bien, todo se hacía más y más real, maldije por dentro y no le conteste nada. Las posibilidades de que él fuera el padre del pequeño, eran grandes.—Alice. ¿Ella lo sabe? —No. —Va a estar muy feliz cuando se entere —le dije sarcásticamente y dejándole escuchar mi risa al final. —Se que me va a odiar, pero tengo tanto derecho como tú.—No tienes derecho de una mierda, Stan. Te has aprovechado de la vulnerabilidad de Alice, desde que pasó lo que pasó con el cerdo de su tío. La has manipulado a tu antojo y a e
STAN.Luego de hablar con Aiden, estaba mal. Demasiado mal, lo suficientemente mal como para encerrarme en el despacho de mi casa y moler a golpes todo, el sobre reposaba sobre mi fino y lujoso escritorio. Tenía muchos pensamientos en mi cabeza, no todos malos, pero no todos buenos.Mi alma estaba en una pelea constante, entre el agradecimiento y el aborrecimiento.Amaba a mi familia con locura, para mí no existía nada más importante que ellos. Mi padre, mi madre que ha sido la mejor y la que nunca ha podido ocultar su favoritismo conmigo por sobre Alice. Alice que desde que había llegado a casa envuelta en esa manta lila, era todo mi mundo. Los años que me distancie de ella, habían sido una tortura, pero para un adolescente no era facil ver crecer en belleza e inteligencia a su hermana, cada segundo era más dificil controlarme y por eso me aleje, para no ser un enfermo que se le lanzara encima. Pero eso me costó más de lo que podría perdonarme algún día, porque lo que no hice yo,