CAPÍTULO 65: TE JURO QUE TE AMO. Adeline parpadeó con sorpresa. Sin embargo, esa impresión inicial se transformó en cuestión de segundos. Su pecho comenzó a arder, y la sorpresa dio paso a una rabia controlada que latía bajo la superficie. Seraphina, al ver que había tocado una fibra sensible, dio un paso más, inclinándose lo suficiente como para susurrarle con burla. —Entiende que ya eres una mujer vieja, Adeline. Que no te sorprenda que haya buscado algo más... fresco. La reacción que Seraphina esperaba, ese arrebato de furia, no llegó. En su lugar, Adeline clavó sus ojos en ella con una calma aterradora. —Entonces felicidades —dijo en un tono gélido—. Has dormido con un hombre casado. —Hizo una pausa y sus palabras salieron con elegancia cortante—. Tal vez tu padre esté orgulloso. Al fin y al cabo, te has graduado con honores en el arte de ser una zorra. La expresión de Seraphina palideció. Abrió la boca para replicar, pero Adeline la interrumpió con un aire de superioridad que
CAPÍTULO 66: NUNCA DI ESA ORDEN.—Maldíceme si quieres... —continuó Giovanni, y su voz contenia con una sinceridad profunda—. Maldíceme por cada beso que no te di, por cada promesa que rompí y por cada día en que no estuve ahí para ti. Pero no me pidas que deje de amarte, porque no sé cómo hacerlo, Adeline. Ni siquiera sé cómo respirar sin pensar en ti.Ella cerró los ojos, dejando que aquellas palabras la envolvieran, permitiéndose por un instante imaginar que todo era verdad, que podía creerle. Pero al abrir los ojos, la realidad la golpeó con la misma intensidad que sus recuerdos.Respiró hondo y habló.—No me toques —le dijo con voz dura, llena de amargura—. Me das asco.—No... —Giovanni dejó escapar un susurro ahogado, con la voz quebrada—. Por favor, no... estoy tan cansado, Adeline. Cansado de extrañarte, de soñarte cada noche, y ahora que puedo tenerte cerca, aunque sea un poco... por favor, déjame... te lo ruego.Adeline luchó contra las lágrimas que amenazaban con caer. Las
CAPÍTULO 67: DE VERDAD TE AMO.—Nunca di esa orden —repitió Giovanni, confundido—. ¿De dónde sacas eso?Adeline se quedó congelada en su lugar, intentando procesar lo que escuchaba.«El señor D'Angelo ordenó que el paciente fuera retirado…», recordó las palabras de la enfermera en el hospital. Pero ahora, algo no encajaba.—Adeline… —Giovanni tomó sus manos, apretándolas con suavidad—. No sabía que tu abuelo estaba enfermo. Cuando supe de su muerte, fue porque mi secretario me lo dijo. Si no me crees, podemos hablar con él.Ella sintió un estremecimiento cuando la idea golpeó su mente, y su voz salió apenas en un susurro.—Mi padre…Giovanni frunció el ceño, tratando de entender.—¿Tu padre?—Sí… —ella lo miró con una certeza creciente, las piezas uniéndose en su mente—. Él… él era quien cubría los gastos. De hecho… él fue quien me chantajeó con eso para que…—¿Para qué me sedujeras? —terminó Giovanni, su voz apenas contenida.Adeline le lanzó una mirada llena de asombro y suspicacia.
CAPÍTULO 68: SOY TUYO, ESTA NOCHE Y EL RESTO DE MI VIDA.Sus labios se encontraron en un beso tan profundo que parecía cerrar el tiempo entre ellos. Adeline sintió un torbellino de sensaciones encenderse en su pecho y, sin pensarlo, rodeó el cuello de Giovanni, atrayéndolo aún más cerca. Sus dedos, temblorosos y ansiosos, se enredaron en su cabello, y un suave gemido escapó de sus labios, revelando el deseo y la pasión que habían estado contenidos por tanto tiempo. Giovanni dejó que sus manos recorrieran la espalda de Adeline con un toque reverente, como si temiera que todo aquello fuera un sueño del que despertaría. Sus dedos exploraban la curva de su espalda con una mezcla de anhelo y temor, memorizando cada contorno como si quisiera retenerla en su memoria para siempre, sintiendo el calor de su piel a través de la tela y aferrándose a ella, incapaz de apartarse.Por su parte, Adeline deslizó sus manos hacia el pecho de Giovanni, sintiendo los músculos tensos bajo la camisa. Su resp
CAPÍTULO 69: ERROR. CHICAGO. Lucien esperaba con impaciencia a que Adeline contestara. Era la tercera vez en los últimos cinco minutos que llamaba y seguía sin responder. Sus dedos se aferraron al teléfono con fuerza. ―¿Dónde estás, Adeline? ―murmuró. El tono del buzón apareció de nuevo, haciendo que su frustración aumentara. Decidió enviar un mensaje; apenas terminaba cuando sintió unos pequeños brazos rodeando su cintura. —¿Papi, me lees un cuento antes de dormir? —la pequeña Zoe le pidió, con su voz dulce y esperanzada. Lucien sonrió y acarició las manos de la niña. —No voy a poder esta noche, cielo. Papá tiene trabajo —respondió, esforzándose por no mostrar su molestia. ―¿Qué tal si le dices a la niñera? Te prometo que mañana te leeré dos. Zoe hizo un puchero y buscó su mirada. —¿Estás triste porque mamá no vuelve? —le preguntó, observándolo con ojos curiosos y un poco de tristeza. Lucien le pellizcó la mejilla suavemente y asintió. —Sí, no me gusta que mamá esté lejos d
CAPÍTULO 70: TRAMPA Y CAIDA.—Adeline… —Giovanni luchó por encontrar las palabras, por convencerla, por hacerla entender cuánto la necesitaba—. Dime que hay algo que pueda hacer, algo que me dé una oportunidad para remediar esto, por favor…—Giovanni… aunque te disculpes mil veces, nada va a borrar el dolor que me causaste… todo lo que tuve que pasar, sola… cada segundo de sufrimiento. Nada cambia eso. Por eso, lo mejor es que nos mantengamos alejados.Él sintió el golpe de sus palabras como si le hubieran atravesado el alma, y ella se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, pero se detuvo un momento antes de agregar:—Y date prisa, Nathaniel nos está esperando.Cuando llegó al estudio de Nathaniel, todos tenían expresiones rígidas. Sintió que algo iba mal, en un rincón vio a Seraphina junto a su padre, Arthur, quien lo fulminaba con los ojos, como si estuviera listo para destrozarlo.—Me dijo Adeline que querías vernos —dijo, mirando a Nathaniel, con un poco de duda.Nathaniel asinti
CAPÍTULO 71: IR CON PAPÁ. CHICAGO —Gabriel, me duelen las piernas… ¿falta mucho para llegar a la casa de tu papi? —preguntó Zoe, deteniéndose junto a una farola en una calle solitaria. —No te preocupes, Zoe, ya estamos cerquita... creo que solo giramos aquí y luego… después está la casa de mi papá. La pequeña asintió, aliviada, pero su estómago rugió. —También tengo hambre… —dijo, haciendo un puchero. Gabriel la abrazó con fuerza. —No te preocupes. Le diré a papá que compre pizza, y luego tu mamá vendrá por ti… como aquella vez. Zoe sonrió emocionada y ambos retomaron el camino. Después de unos minutos de silencio, ella lo miró con curiosidad. —Gabriel… ¿vas a decirme por qué estabas llorando? ¿Y por qué querías escapar? El niño bajó la mirada y su rostro se tornó triste, sus pensamientos lo llevaron a la noche anterior. A las risas de su madre y la voz ronca de un hombre en el salón de su casa. Dayana, tambaleante por el alcohol, decía entre risas: —Eres todo un encanto… E
CAPÍTULO 72: UN NIÑO VALIENTE.Adeline abrió la puerta de la estación de policía con rapidez, su respiración agitada y el rostro marcado por la urgencia. Apenas cruzó el umbral, sus ojos se encontraron con los de Lucien y, a su lado, Dayana. Su cuerpo se tensó un instante al ver a su hermana allí, pero la ignoró. Su prioridad, en ese momento, era Zoe.Llegó hasta Lucien y le susurró con un tono suplicante.—¿Dime que ya apareció?Lucien la atrajo a sus brazos, envolviéndola con una ternura protectora. Sin embargo, su mirada se desvió un instante hacia Giovanni, quien observaba a unos metros de distancia.—No, aún no hay noticias —dijo Lucien suavemente.Adeline dejó escapar un sollozo, ocultando su rostro en el pecho de Lucien mientras las lágrimas comenzaban a caer. Giovanni sintió cómo su pecho se comprimía al ver esa cercanía entre ellos, esa intimidad tan evidente. Cada gesto entre ellos era un recordatorio amargo de lo que él había perdido y, tal vez, de lo que nunca había valora