CAPÍTULO 61: UN JUEGO DE TENIS.Adeline mostró su incredulidad por un segundo antes de sonreír y abrazarlo.—¿Tú… tú qué haces aquí?Killian se apartó ligeramente, le devolvió una sonrisa y respondió.—Estoy principalmente por negocios y, en segundo lugar, porque Nathaniel y yo somos buenos amigos… No me digas que tú y Lucien también son amigos de Nathaniel y Elara. Adeline dudó, tragó un poco antes de explicarle:—En realidad… no estoy con Lucien —dijo—. Él está en Chicago, con Zoe… Yo vine por trabajo.Killian frunció el ceño, un poco confundido. Ellos se habían conocido en Londres, cuando ella había hecho la remodelación de su oficina principal. Le había gustado tanto el trabajo de Adeline que la volvió a contratar, y de un trato comercial surgió una amistad.—Entiendo… Bueno, ya que coincidimos, entonces ¿qué tal si nos hacemos compañía el uno al otro?Adeline mostró una leve sorpresa y, con rapidez, negó con la cabeza, pero justo en ese momento apareció Giovanni.—Cielo… —dijo él
CAPÍTULO 62: UN RECORDATORIO.Adeline iba detrás de Giovanni y Seraphina cuando su teléfono sonó. Se detuvo, y por un momento dudó en responder, pero finalmente contestó. Al ver el número en la pantalla, sintió un golpe en el estómago: era Lucien.Se dio cuenta de que había olvidado llamarlo; en realidad, se había olvidado de él, y el sentimiento de culpa la invadió. Tragó, ajustó sus emociones y contestó.—Lucien…Al otro lado, él se puso de pie y le hizo señas a Zoe para que se acercara. La niña corrió hacia él con una gran sonrisa y tomó el teléfono con entusiasmo.—¡Hola, mami!Adeline sonrió, aunque el peso de la culpa seguía allí.—Hola, mi amor. ¿Cómo estás?—¡Muy bien! Pero te extraño muuuucho. ¿Cuándo vuelves? —dijo la pequeña, alargando la última palabra y poniendo carita triste.Adeline suspiró, apretando el teléfono.—Pronto, cariño. Mamá está trabajando muy duro para regresar y verte.—¿Trabajando muy duro o sólo un poquito? Porque papá dice que necesitas descansar —comen
CAPÍTULO 63: HAZ LO QUE QUIERAS.Adeline había salido a correr esa mañana para despejar su mente. Necesitaba olvidarse del hecho de que se había quedado dormida y Giovanni no había regresado la noche anterior. Pero al despertar, lo encontró durmiendo en el sofá. Aunque no quería, las preguntas comenzaron a surgir en su cabeza: ¿A qué hora volvió? ¿Cuánto tiempo pasó con ella? Y la peor de todas: ¿Qué hicieron? Intentaba no pensar en eso, pero su cerebro no la dejaba en paz.Al abrir la puerta de la habitación, Giovanni salía del baño. Su pecho atlético y atractivo todavía goteaba agua, y la toalla colgaba de sus caderas, revelando la "V" perfectamente marcada. Adeline, sin querer, recorrió su cuerpo con la mirada, y sintió una excitación involuntaria que odiaba. Pero todo rastro de deseo se desvaneció en el momento en que vio una pequeña marca circular en su cuello.Su cuerpo se paralizó y su estómago se tensó.«¿Eso... es un chupetón?»Mientras trataba de procesar lo que veía, Giovann
CAPÍTULO 64: EN EVIDENCIA.El salón de baile estaba finamente decorado y los invitados disfrutaban de la velada, charlando y riendo mientras la música suave llenaba el aire.Nathaniel se acercó a Giovanni con una expresión preocupada.—¿Todo está bien con Adeline? —preguntó.Giovanni miró en su dirección y la vio conversando con las esposas de otros invitados. Luego, volvió su mirada a Nathaniel.—En realidad, no estamos casados —confesó.Nathaniel frunció el ceño, sin entender.—¿Pero ella...?—Es una larga historia. Técnicamente sí estamos casados, pero... no somos una pareja —explicó Giovanni.Nathaniel se bebió su trago de golpe.—Bueno, es algo... extraño... Pero, ¿por qué... mentir?—Adeline lo hizo para mantener a raya a Seraphina. Creo que para ninguno fue un secreto que... coqueteaba directamente conmigo.Nathaniel miró en dirección a la mujer y asintió.—Tienes razón, fue muy descarada. Confieso que me tomó por sorpresa que estuviera allí y ahora aquí, casi nunca se mezcla c
CAPÍTULO 65: TE JURO QUE TE AMO. Adeline parpadeó con sorpresa. Sin embargo, esa impresión inicial se transformó en cuestión de segundos. Su pecho comenzó a arder, y la sorpresa dio paso a una rabia controlada que latía bajo la superficie. Seraphina, al ver que había tocado una fibra sensible, dio un paso más, inclinándose lo suficiente como para susurrarle con burla. —Entiende que ya eres una mujer vieja, Adeline. Que no te sorprenda que haya buscado algo más... fresco. La reacción que Seraphina esperaba, ese arrebato de furia, no llegó. En su lugar, Adeline clavó sus ojos en ella con una calma aterradora. —Entonces felicidades —dijo en un tono gélido—. Has dormido con un hombre casado. —Hizo una pausa y sus palabras salieron con elegancia cortante—. Tal vez tu padre esté orgulloso. Al fin y al cabo, te has graduado con honores en el arte de ser una zorra. La expresión de Seraphina palideció. Abrió la boca para replicar, pero Adeline la interrumpió con un aire de superioridad que
CAPÍTULO 66: NUNCA DI ESA ORDEN.—Maldíceme si quieres... —continuó Giovanni, y su voz contenia con una sinceridad profunda—. Maldíceme por cada beso que no te di, por cada promesa que rompí y por cada día en que no estuve ahí para ti. Pero no me pidas que deje de amarte, porque no sé cómo hacerlo, Adeline. Ni siquiera sé cómo respirar sin pensar en ti.Ella cerró los ojos, dejando que aquellas palabras la envolvieran, permitiéndose por un instante imaginar que todo era verdad, que podía creerle. Pero al abrir los ojos, la realidad la golpeó con la misma intensidad que sus recuerdos.Respiró hondo y habló.—No me toques —le dijo con voz dura, llena de amargura—. Me das asco.—No... —Giovanni dejó escapar un susurro ahogado, con la voz quebrada—. Por favor, no... estoy tan cansado, Adeline. Cansado de extrañarte, de soñarte cada noche, y ahora que puedo tenerte cerca, aunque sea un poco... por favor, déjame... te lo ruego.Adeline luchó contra las lágrimas que amenazaban con caer. Las
CAPÍTULO 67: DE VERDAD TE AMO.—Nunca di esa orden —repitió Giovanni, confundido—. ¿De dónde sacas eso?Adeline se quedó congelada en su lugar, intentando procesar lo que escuchaba.«El señor D'Angelo ordenó que el paciente fuera retirado…», recordó las palabras de la enfermera en el hospital. Pero ahora, algo no encajaba.—Adeline… —Giovanni tomó sus manos, apretándolas con suavidad—. No sabía que tu abuelo estaba enfermo. Cuando supe de su muerte, fue porque mi secretario me lo dijo. Si no me crees, podemos hablar con él.Ella sintió un estremecimiento cuando la idea golpeó su mente, y su voz salió apenas en un susurro.—Mi padre…Giovanni frunció el ceño, tratando de entender.—¿Tu padre?—Sí… —ella lo miró con una certeza creciente, las piezas uniéndose en su mente—. Él… él era quien cubría los gastos. De hecho… él fue quien me chantajeó con eso para que…—¿Para qué me sedujeras? —terminó Giovanni, su voz apenas contenida.Adeline le lanzó una mirada llena de asombro y suspicacia.
CAPÍTULO 68: SOY TUYO, ESTA NOCHE Y EL RESTO DE MI VIDA.Sus labios se encontraron en un beso tan profundo que parecía cerrar el tiempo entre ellos. Adeline sintió un torbellino de sensaciones encenderse en su pecho y, sin pensarlo, rodeó el cuello de Giovanni, atrayéndolo aún más cerca. Sus dedos, temblorosos y ansiosos, se enredaron en su cabello, y un suave gemido escapó de sus labios, revelando el deseo y la pasión que habían estado contenidos por tanto tiempo. Giovanni dejó que sus manos recorrieran la espalda de Adeline con un toque reverente, como si temiera que todo aquello fuera un sueño del que despertaría. Sus dedos exploraban la curva de su espalda con una mezcla de anhelo y temor, memorizando cada contorno como si quisiera retenerla en su memoria para siempre, sintiendo el calor de su piel a través de la tela y aferrándose a ella, incapaz de apartarse.Por su parte, Adeline deslizó sus manos hacia el pecho de Giovanni, sintiendo los músculos tensos bajo la camisa. Su resp