Gabriel asintió todavía con su mirada fija en las cuentas bancarias de su difunta madre, y se preparó para la siguiente pregunta.—¿Descubrieron algo más sobre los demás involucrados? Gabriel observó cómo Adriano y Darío intercambiaban miradas nerviosas, como si estuvieran dudando si debían contarle algo. Pudo percibir la tensión en el aire y decidió instarlos a hablar.—Vamos chicos, suéltenlo. Díganme todo lo que saben —instó Gabriel, con impaciencia y curiosidad.Adriano tomó una respiración profunda y comenzó a hablar, eligiendo sus palabras con cuidado.—Resulta que Marino, uno de nuestros empleados, es adicto al juego. Ha estado sacando grandes sumas de dinero de las cuentas de la empresa para alimentar sus vicios. Hemos bloqueado todas sus cuentas, pero no hemos tocado su dinero. Sin embargo, tenemos pruebas de todas las veces que ha extraído dinero de la empresa —explicó Adriano, con una mezcla de frustración y determinación.Gabriel asintió, reconociendo la importancia de l
Gabriel asiente, agradecido por el apoyo de Evelin y la posibilidad de obtener respuestas.—Tienes razón, cariño. Esperaré a que vengan y escucharé lo que tienen que decir —responde Gabriel, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación.Ambos se quedan en silencio, sumergidos en sus pensamientos, mientras esperan la llegada de María Isabel y su nana, preparados para enfrentar el misterio que rodea a la madre de Gabriel.Antes que murieran nuestras madres, ellas se reunían mucho aquí en mi casa. Gabriel mira a Evelin con nostalgia, recordando los tiempos en que su relación con María Isabel era cercana y casi fraternal. Le cuenta que María Isabel y él se llevaban muy bien, casi como hermanos, su voz llena de melancolía. Evelin se sorprende ante esa revelación, interesada en conocer más detalles.—¿De veras? —pregunta Evelin, sus ojos reflejando curiosidad.Gabriel asiente, una sonrisa triste en sus labios. Sigue contando que sus padres bromeaban con ellos, decían que los iban a ca
Los Rossi se dirigen a la tienda de autos de los Garibaldi, y al llegar, son recibidos con gran entusiasmo. Los hijos de Giovanni y Fabrizio, quienes conocen a Salvatore de haber estudiado juntos, no eran exactamente amigos, pero tampoco enemigos. Al verlos, Salvatore se siente un poco más relajado.Los Garibaldi llevan a Salvatore a ver los autos y le explican todo detalladamente, tratándolo como si fueran los mejores amigos. Poco a poco, Salvatore se va relajando ante las muestras de confianza y se integra a la conversación. A pesar de que nunca ha tenido muchos amigos debido a su falta de recursos económicos para salir con ellos, tampoco quería meterse en problemas para evitar preocupaciones a su madre.Sin embargo, ahora se sorprende al darse cuenta de lo bien que se siente en compañía de los Garibaldi. Su personalidad, que solía ser tímida y reservada, comienza a aflorar y se muestra desenvuelto y alegre. Se siente seguro, sabiendo que su padre lo protege.Ríe y hace chistes junt
Filipo suspira, comprendiendo las preocupaciones de Salvatore. Sabe que no puede forzarlo a hacer algo que no quiera, pero también sabe que su seguridad y la de su hermana son una prioridad.—Salvatore, entiendo tus deseos de una vida tranquila, pero debes entender que nuestra realidad es diferente ahora. No podemos ignorar los peligros que podrían surgir. No te pido que vivas en constante alerta, pero sí te pido que consideres la posibilidad de aprender a defenderte y proteger a tu familia si llegara a ser necesario. No solo se trata de ti, sino también de Evelin.Salvatore reflexiona sobre las palabras de Filipo y finalmente asiente, mostrando cierta resignación.—Está bien, Filipo. Si realmente crees que es necesario, estaré dispuesto a aprender y tomar las precauciones necesarias para proteger a mi familia. Pero espero sinceramente que nunca tengamos que usar esas armas.Filipo le da una palmada en el hombro, reconociendo su disposición a considerar su punto de vista.—Gracias, S
Desde que Evelin despertó de la anestesia de la operación, solo tenía en mente hablar con su esposo Gabriel primero, y luego con su hermano Salvatore. No podía olvidar lo que le había dicho sobre ser hermanos, y quería ver a Salvatore.—¿Qué te tiene tan preocupada, cariño? —le preguntó Gabriel.—Gaby, ¿no te parece extraño que mi hermano no haya venido a visitarme? —preguntó inquieta mientras caminaba del sillón a la ventana, que daba a la entrada de la propiedad.—Eve, él está dirigiendo la fábrica. Seguro que viene hoy —trató de tranquilizarla Gabriel, sentado viendo su ansioso andar de un lado a otro.—¿Tú crees? —se detuvo por un momento para mirarlo, y luego negó con la cabeza y reinició su paseo. —Papá siempre está con él, pero no ha venido a verme.—¿Estás celosa, amor? —preguntó Gabriel en tono burlón, intentando relajarla. Evelin se veía realmente ansiosa. Ella se giró rápidamente al escucharlo, y luego se colocó frente a él. Gabriel la observaba con placer, le encantaba ve
Evelin le pide a Gabriel, con un semblante realmente feliz. Sin embargo, Gabriel no puede evitar sentir un pequeño pinchazo en su corazón al ver a su esposa tan feliz por otro hombre que no sea él, aunque sabe que se trata de su hermano.—Buenos días —saluda Salvatore con una sonrisa. Salvatore parece otra persona, vistiendo un elegante traje azul oscuro que lo hace lucir hermoso y distinguido. Evelin puede ver que tiene el mismo peinado que su padre. Le parece ver a su papá acercándose cuando era joven, con aquellos ojos brillantes y una sonrisa feliz, siempre recibiendo a Evelin con los brazos abiertos. Se emociona mucho y abre sus brazos sin moverse de donde está. Salvatore suelta el enorme ramo de flores que traía en sus manos y corre feliz a estrecharla entre sus brazos. Gabriel tiene que contenerse al verlos fundidos en un fuerte abrazo. No puede evitar sentir celos al ver a su Evelin en los brazos de otro hombre.—¡Hasta que al fin apareces, mi hermano! Pensé que no estabas
Mientras tanto, Gabriel los escucha desde su despacho, tratando de concentrarse en su trabajo. Sin embargo, no puede evitar sentir una mezcla de celos y preocupación por la estrecha relación entre Evelin y Salvatore. Se recuerda a sí mismo que son hermanos y que es natural que tengan esa conexión especial, pero no puede evitar sentir una punzada de inseguridad.—Lo sé, puedo verlo en su mirada a veces. Le duele no haber sido parte de mi vida antes —confiesa Salvatore y cambia de tema—. ¿Quién fue tu primer novio?—¡No! ¡No quiero hablar de ese desgraciado! ¡Ojalá hubieras estado conmigo en esa época para darle una paliza por lo que me hizo!—Podría ir a darle una lección ahora mismo, Eve —se ofrece sonriente Salvatore.—Ja, ja, ja, sería genial. Ja, ja, ja —se divierte Evelin—. No, hermano, solo me usó para que le hiciera sus tareas, se acostaba con quien decía ser mi mejor amiga, y se hizo mi novio porque vio el carro de papá. Pensó que éramos millonarios o algo así. Ahora que lo pie
Elvira ha permanecido en su pequeño apartamento, después que dejara de trabajar desde el día que el doctor Rossi, se empeñó en hablar con ella. Apenas sale a la calle, sólo lo hace lo necesario, tiene miedo de encontrarse con él. Ese día estaba sentada leyendo una revista cuando vio venir a su hijo sonriente entrar a la casa. La saluda, va hasta la cocina y se pone a tomar agua, mientras lo hace, se interrumpe y habla —Mamá dale, recoge todo que nos mudamos hoy mismo —le dice firme. —¿Para dónde? —pregunta Elvira recelosa—. ¿No pensarás, que nos vayamos para casa de tu padre? —Me encantaría irme a vivir con él, pero sé que no vas a aceptar —dice y la mira serio—. ¿O si? —¡Ni muerta me voy a vivir con el mentiroso ese! —exclama Elvira furiosa ante la mirada de Salvatore que se queda por un momento observándola. Luego muy serio le pide que deje de ofender a su papá, y le asegura una vez más que el doctor Rossi no sabía nada de su existencia. Y la enfrenta preguntando directament