Filipo suspira, comprendiendo las preocupaciones de Salvatore. Sabe que no puede forzarlo a hacer algo que no quiera, pero también sabe que su seguridad y la de su hermana son una prioridad.—Salvatore, entiendo tus deseos de una vida tranquila, pero debes entender que nuestra realidad es diferente ahora. No podemos ignorar los peligros que podrían surgir. No te pido que vivas en constante alerta, pero sí te pido que consideres la posibilidad de aprender a defenderte y proteger a tu familia si llegara a ser necesario. No solo se trata de ti, sino también de Evelin.Salvatore reflexiona sobre las palabras de Filipo y finalmente asiente, mostrando cierta resignación.—Está bien, Filipo. Si realmente crees que es necesario, estaré dispuesto a aprender y tomar las precauciones necesarias para proteger a mi familia. Pero espero sinceramente que nunca tengamos que usar esas armas.Filipo le da una palmada en el hombro, reconociendo su disposición a considerar su punto de vista.—Gracias, S
Desde que Evelin despertó de la anestesia de la operación, solo tenía en mente hablar con su esposo Gabriel primero, y luego con su hermano Salvatore. No podía olvidar lo que le había dicho sobre ser hermanos, y quería ver a Salvatore.—¿Qué te tiene tan preocupada, cariño? —le preguntó Gabriel.—Gaby, ¿no te parece extraño que mi hermano no haya venido a visitarme? —preguntó inquieta mientras caminaba del sillón a la ventana, que daba a la entrada de la propiedad.—Eve, él está dirigiendo la fábrica. Seguro que viene hoy —trató de tranquilizarla Gabriel, sentado viendo su ansioso andar de un lado a otro.—¿Tú crees? —se detuvo por un momento para mirarlo, y luego negó con la cabeza y reinició su paseo. —Papá siempre está con él, pero no ha venido a verme.—¿Estás celosa, amor? —preguntó Gabriel en tono burlón, intentando relajarla. Evelin se veía realmente ansiosa. Ella se giró rápidamente al escucharlo, y luego se colocó frente a él. Gabriel la observaba con placer, le encantaba ve
Evelin le pide a Gabriel, con un semblante realmente feliz. Sin embargo, Gabriel no puede evitar sentir un pequeño pinchazo en su corazón al ver a su esposa tan feliz por otro hombre que no sea él, aunque sabe que se trata de su hermano.—Buenos días —saluda Salvatore con una sonrisa. Salvatore parece otra persona, vistiendo un elegante traje azul oscuro que lo hace lucir hermoso y distinguido. Evelin puede ver que tiene el mismo peinado que su padre. Le parece ver a su papá acercándose cuando era joven, con aquellos ojos brillantes y una sonrisa feliz, siempre recibiendo a Evelin con los brazos abiertos. Se emociona mucho y abre sus brazos sin moverse de donde está. Salvatore suelta el enorme ramo de flores que traía en sus manos y corre feliz a estrecharla entre sus brazos. Gabriel tiene que contenerse al verlos fundidos en un fuerte abrazo. No puede evitar sentir celos al ver a su Evelin en los brazos de otro hombre.—¡Hasta que al fin apareces, mi hermano! Pensé que no estabas
Mientras tanto, Gabriel los escucha desde su despacho, tratando de concentrarse en su trabajo. Sin embargo, no puede evitar sentir una mezcla de celos y preocupación por la estrecha relación entre Evelin y Salvatore. Se recuerda a sí mismo que son hermanos y que es natural que tengan esa conexión especial, pero no puede evitar sentir una punzada de inseguridad.—Lo sé, puedo verlo en su mirada a veces. Le duele no haber sido parte de mi vida antes —confiesa Salvatore y cambia de tema—. ¿Quién fue tu primer novio?—¡No! ¡No quiero hablar de ese desgraciado! ¡Ojalá hubieras estado conmigo en esa época para darle una paliza por lo que me hizo!—Podría ir a darle una lección ahora mismo, Eve —se ofrece sonriente Salvatore.—Ja, ja, ja, sería genial. Ja, ja, ja —se divierte Evelin—. No, hermano, solo me usó para que le hiciera sus tareas, se acostaba con quien decía ser mi mejor amiga, y se hizo mi novio porque vio el carro de papá. Pensó que éramos millonarios o algo así. Ahora que lo pie
Elvira ha permanecido en su pequeño apartamento, después que dejara de trabajar desde el día que el doctor Rossi, se empeñó en hablar con ella. Apenas sale a la calle, sólo lo hace lo necesario, tiene miedo de encontrarse con él. Ese día estaba sentada leyendo una revista cuando vio venir a su hijo sonriente entrar a la casa. La saluda, va hasta la cocina y se pone a tomar agua, mientras lo hace, se interrumpe y habla —Mamá dale, recoge todo que nos mudamos hoy mismo —le dice firme. —¿Para dónde? —pregunta Elvira recelosa—. ¿No pensarás, que nos vayamos para casa de tu padre? —Me encantaría irme a vivir con él, pero sé que no vas a aceptar —dice y la mira serio—. ¿O si? —¡Ni muerta me voy a vivir con el mentiroso ese! —exclama Elvira furiosa ante la mirada de Salvatore que se queda por un momento observándola. Luego muy serio le pide que deje de ofender a su papá, y le asegura una vez más que el doctor Rossi no sabía nada de su existencia. Y la enfrenta preguntando directament
Salvatore se aleja y toma aire varias veces incapaz de seguir tranquilo ante la estupidez que cometió su madre en esa época, al girarse le asegura que su padre no sabía nada de su existencia. Y que está seguro, que Rossi no tiene idea de ese cheque.—Déjamelo, investigaré quién te manda ese dinero —le dice—. Porque papá, no es.—¿Por qué, estás tan seguro de que nos él? —pregunta ahora Elvira.—Mamá, ¿has mirado alguna vez fijamente a papá? —le pregunta a su vez Salvatore muy serio mirándola a los ojos.—¿Por qué lo preguntas? ¡Claro, que lo miré muchas veces fijamente! —asegura.—¿Y no te diste cuenta, lo limpia y sincera que es su mirada? —pregunta y continúa sin dejar de mirarla — ¿Conoces a un mentiroso, de esa índole en que has convertido a papá, que te mire con esa limpieza en su mirada? Elvira se queda sin saber qué decir ante los argumentos de su hijo, tartamudea que debe ser, porque lo sabe hacer muy bien. ¡Es un experto! Salvatore la observa sin poder creer que ella haya
Evelin lleva días tratando de convencer a Gabriel, que la deje comenzar a trabajar en la farmacéutica con su hermano. Aunque le gusta estar en la casa disfrutando de su compañía se da cuenta, que él también debe de ir a su empresa, no lo hace por estar pendiente de su cuidado. Pero al fin ha cedido, y hoy irá. Aunque Gabriel, aún trata de persuadirla para que no lo haga. — Gaby, ya estoy bien, mírame— dice Evelin sonriendo y girando delante de él—. No me duele nada, deja de estar arriba de mí. Ya hace un mes de la operación.—Pero Eve, no tienes que ir a la fábrica —insiste Gabriel preocupado—. Salvatore, lo está haciendo muy bien.—Tengo que ir Gaby, él solo no puede sólo. Tiene muchos problemas la farmaceútica, mi papá la tenía muy descuidada, y el tal Ramiro, hizo un pésimo trabajo —le explica una vez más tratando de que la entienda—. Además, tengo que ayudar a mi papá a que arregle las cosas con Elvira. Ella no ha querido hablar con él, ni porque le puso ya el apellido a Salvato
Gabriel mira a su esposa sin encontrar una sola mención o recuerdo de tal individuo en su cabeza. Ella solo le ha hablado de su amigo gay y le pregunta si es de ese del que habla. Evelin le dice que sí, que es el único amigo que tiene en América. Por lo tanto, de inmediato acepta, recordando que ella nunca le dijo su nombre, pero que puede hacer todo lo que la haga feliz. Son interrumpidos en su conversación al ver acercarse al padre de la iglesia.—Buenos días —los saluda un padre, sonriéndoles amablemente—. ¿En qué puedo ayudarles?—Buenos días, padre. Mi nombre es Gabriel D'Alessi...—Gabriel, hijo, cómo has crecido —lo interrumpe el padre—. Soy el padre Hipólito, yo fui quien te bautizó, hijo. Siento mucho lo de Franco. ¿Qué te trae por aquí? ¿Quién es esta hermosa mujer que te acompaña?—Ella es Evelin Rossi, mi esposa —la presenta con orgullo.—¿Tu esposa? ¿Te casaste?Gabriel asiente y pasa a explicarle que solo se casaron por lo civil y ahora quieren hacerlo religiosamente. Al