Carlos Garibaldi, el jefe de la agencia de seguridad de la familia, se compromete a tomar el video y utilizar sus contactos para ayudar en la identificación de la misteriosa mujer. Además, planea compartir las fotos con todos sus hombres para que estén alerta y la capturen si la ven.—Dame a mí también una foto Carlos, a todos nosotros. La distribuiremos con todos los conocidos. Tenemos que atraparla. Alonso, a cargo de los negocios oscuros de los Garibaldi y con una extensa red de hombres a su disposición, también solicita una foto para distribuirla entre sus contactos y conocidos. Todos están decididos a atrapar a esta mujer y poner fin a la amenaza que representa.—Está bien chicos, hagan eso. Carlos, refuerza la seguridad de Eve. Qué no dejen pasar a nadie a la casa de Gabriel, que ellos no autoricen. A nadie Carlos — dice Fabrizio— ¡no puede volver a pasar lo del hospital! Fabrizio da las órdenes muy serio, quiere asegurarse de que nadie pueda ingresar a la casa de Gabriel s
Después de despedirse de los tíos, Evelin se gira hacia Gabriel y le pregunta sobre el momento en que su padre recordó conocer a sus padres:—Gaby, ¿cuándo fue que papá se acordó de conocer a tus padres? Escuché una conversación entre él y el tío Romano el día que fuimos al banco. Parece que tenían una relación cercana con tu mamá. ¿Por qué no me lo dijiste?—No estoy seguro, Eve. Deberías preguntarle directamente a tu papá —responde Gabriel en lo que piensa asustado. ¡Oh, Dios, el señor Rossi y yo nos hemos metido en un gran problema al mentirle a Eve! Tenemos que decírselo lo antes posible, porque cuanto más tiempo pase, peor será. Hablaré con el señor Rossi en cuanto pueda para contarle todo a ella, no me gusta mentirle. Respira aliviado al ver entrar al doctor Luigi en la habitación, lo que hace que Evelin se olvide del tema de inmediato.—Gabriel, ya pueden irse —dice el doctor Luigi, entrando por la puerta e interrumpiendo la conversación—. Evelin, parece que el bebé no ha sid
Una hermosa casa pintada de blanco, rodeada de unos jardines preciosos, es el destino de María Isabel. Conduce rápidamente después de salir molesta de su casa. ¿Cómo ha podido su padre decirle que su madre se suicidó? ¿Cómo ha podido hacerle eso a su madre? Va pensando en todo el recorrido. Si su madre estuviera viva, no tendría que haber alquilado esta casa. Pero se vengará, no permitirá que su padre se salga con la suya. Tiene que pensar en una alternativa. Finalmente llega, se baja de su lujoso auto, abre la puerta con la llave y entra.—¡Piero! ¡Nana! ¿Dónde están? —llama al no encontrarlos dentro de la casa. Sigue caminando hacia el patio.—Señorita, estamos en el patio —escucha la voz de la nana.—¡Mamá, mamá! —viene corriendo un hermoso niño y se lanza en sus brazos, emocionado por ver a su madre.—Piero, te he dicho que no me llames así —responde María Isabel con un tono de voz suave pero firme.—Mamá, ¿por qué? —pregunta el niño, confundido por la petición de su madre.—Bueno
María Isabel, levanta la cabeza entusiasmada con la idea. Conoce esa ciudad por haberla visitado en ocasiones por su universidad y menciona otra ventaja de ir a Bolzano.—¿Bolzano? Sí, tiene una universidad allá —y con los ojos entrecerrados como si ya vislumbraba como puede ser su vida en aquel lugar dice—. Podría continuar mis estudios. Muy bien, contáctalas. Yo me encargaré de averiguar cuánto dinero puedo extraer de las cuentas de papá. Nos iremos juntas hacia un nuevo comienzo. María Isabel y Pía continúan discutiendo su plan de escape, considerando la forma en que obtendrán el dinero necesario. No podían dejar nada al azar, más con los planes que tenía Ricci para ella. Debían planear todo meticulosamente si querían tener éxito. —Saque todo lo que pueda, pero no lo haga de un golpe, para que no sospeche. Yo también, tengo que ir a extraer todo el dinero. Así no tendremos que utilizar las tarjetas y de esta manera, no podrán seguirnos a través de él —aconseja Pía a María Isab
Pía abre los ojos incrédula de que Maria Isabel se haya atrevido a hacer algo como eso con un completo desconocido por lo que exclama sin poder contenerse.—¡Pero señorita, estaba usted loca! ¿Cómo pudo hacer eso? María Isabel sonríe al escucharla y ver e intenta justificar su acción, recordando su estado de intoxicación.—Ya te dije, Pía, que estaba medio drogada. Él abrió los ojos suavemente y me miró sin decir nada. Me atrajo hacia él y me besó profundamente. Me encantó, Pía. Nunca he podido olvidar ese beso. Pía mueve la cabeza en desaprobación al comportamiento de maría Isabel con el extraño, pero luego piensa que ya esa etapa de ella pasó, que es algo del pasado y ya no gana nada con molestarse, porque no tiene remedio, por lo que se alivia al saber que el encuentro no fue más allá del beso. —Menos mal que solo te besó. ¿Qué pasó después? ¿Se fue a dormir? María Isabel se ría al ver la cara de su nada, y niega con la cabeza imaginando lo que ella va a decir con lo que ell
El señor Rossi se encuentra perdido y preocupado después de que Elvira se fue sin darle la oportunidad de hablar. Necesita encontrar una manera de hacer que ella lo escuche. Mientras está parado en el estacionamiento de la farmacéutica, donde ha quedado su auto, piensa en qué hacer a continuación. Se dirige hacia la dirección y encuentra a su hijo Salvatore sumergido en un montón de papeles regados por toda la oficina.—Buenos días, hijo. ¿Puedo pasar? —saluda el señor Rossi.—Buenos días, papá. Claro que puedes. ¿Te fue mal con mamá? —responde Salvatore.—Sí, hijo. No quiere escucharme, pero no te preocupes, encontraré la forma de hacer que lo haga.—Dale tiempo, papá. Conozco a mamá. No va a hablar contigo en este momento. Te ayudaré poco a poco a convencerla de que te escuche.—¿De verdad, hijo?—Sí, lo haré, papá. ¿Sabes que en la farmacéutica hay un enorme desfalco?—¿Desfalco? Pensé que todo estaba bien según los informes que me daba Ramiro.—Voy a hacerte un informe completo pa
Salvatore intenta calmar la situación, le parece que su padre se siente obligado de darle lo que no le dio toda su vida y no sabe cómo responder a eso por lo que muestra preocupación por su hermana.—Papá, tenemos mucho tiempo. No tienes que hacer todo hoy. ¿Cómo sigue Eve?—Mejor hijo, ya está fuera de peligro. Logré descifrar todo lo que le inyectaron y le pusimos el antídoto. Por suerte, eran pequeñas dosis. Gabriel está en casa con ella ahora.—Qué bueno, estoy muy feliz de que sea mi hermana. Y también de que tú seas mi papá. ¿Adónde vamos primero, papá?El doctor Rossi, notando cómo Salvatore siempre termina sus frases con la palabra "papá", le pregunta con una sonrisa.—¿Sabes dónde queda el banco de la empresa?— Sí, he ido alguna vez papá —responde Salvatore al tiempo que gira la cabeza para verlo.—Pues, el edificio de abogados de al lado. Ahí vamos, es de mi amigo —le indica el doctor Rossi.—Papá, ¿es cierto que tiene muchos amigos? —pregunta curioso, le llama la atenci
Gabriel se encontraba sentado en un cómodo sillón del salón de su casa, revisando meticulosamente algunos papeles. Había decidido no entrar a su despacho, prefiriendo mantenerse en el área común de la casa. Los pasos apresurados de Manuela, su nana cuando era niño y el ama de llaves ahora, llamaron su atención una y otra vez mientras se dirigía hacia su despacho. Además, notó que el teléfono no dejaba de sonar intermitentemente, lo cual le resultaba inusual. —¿Qué está sucediendo, Manuela? ¿Por qué el teléfono no deja de sonar? —preguntó Gabriel con una mezcla de curiosidad y preocupación. —No lo sé, señor — Manuela parecía incómoda al responder—. Cada vez que lo tomo, nadie habla al otro lado. Gabriel frunció el ceño, percatandose de la gravedad de la situación. Sobre todo después de todo lo que les había sucedido a él y a Evelin. —¿Desde cuándo está ocurriendo esto? —preguntó poniendo toda su atención en el hecho. Manuela titubeó antes de responder, se quedó un momento pensati