Hace un mes que ocurrió todo. Han regresado a la casa del doctor Rossi, todos juntos. Evelin dice sentirse más segura con sus padres y hermanos. Gabriel la consiente en todo. Ha puesto a Darío y Asiri al frente de la empresa para poder disfrutar de la compañía de su esposa e hija. No las deja solas ni un instante. Elvira ha hecho que arreglen el jardín de la casa, y ahora no tiene nada que envidiarle al de la casa de Gabriel. El palomar del doctor Rossi, que ahora es de sus dos hijos, está rebosante de vida. Las palomas revolotean incesantemente. Gabriel ha llenado el invernadero de orquídeas, la flor preferida de Evelin, y ha mandado colocar una mecedora. Cada tarde se sientan con Bianca, que ha crecido mucho, en sus brazos, disfrutando de su felicidad.— Ven, cariño, siéntate —le dice Gabriel a Evelin, que camina aún con un poco de dolor—. Mira lo que hace Bianca, cariño. — ¿Qué le enseñaste de nuevo, Gaby? —pregunta sonriente Evelin.— No le enseñé nada, cariño, ella lo hace sol
Las estaciones del año pasan volando, ha llegado la primavera. Y con ella las flores, su fragancia y su hermosura, llenando el aire de cantos armoniosos de pájaros y vuelos de mariposas de colores. La familia comparte feliz su vida juntos en casa del doctor Rossi, que cada día mira con más amor a Elvira, que parece que se ha rejuvenecido. Las cosas todas han tomado el curso que debían. Jimena, aunque sobrevivió del disparo. Solo estuvo con ellos seis meses. Murió en su sueño en la tranquilidad de la noche. Le dieron un entierro digno, como miembro de la familia. Ella le contó a Colombo, que pertenecía a la CIA, que había sido reclutada para vigilar al Colombiano, después que descubrieron que era la hermana de Ailin. Pero había sufrido aquella terrible tragedia. Después de ello, dejó la agencia y se dedicó a perseguir a Gisela, para recuperar a Evans, que era el nombre que Ailin le había puesto en realidad. Había dado muerte a una gran cantidad de mafiosos de la droga, en diferen
Y así, los tres parten felices a hacer todo lo que el doctor Rossi desea, presentando a Salvador a todos con alegría. Salvi sonríe feliz, abrazando de vez en cuando a su papá y a su hermano. Comienza a sentir que realmente pertenece a esa familia. Luego llegan al negocio de Fabrizio, donde ya sus primos los están esperando, listos para empezar a competir.— Salvi, tú vienes conmigo —le pide el doctor Rossi al ver que se estaba montando con Salvatore.— Pero papá, me gusta cómo conduce mi hermano —interviene Salvador.— Eso es porque no has visto a tu papá —comenta Fabrizio, quien aparece con todos los demás vestidos con trajes de carreras.— Hoy van a ver hijos, lo que se dice conducir —añade Colombo, que llega acompañado del fiscal Casio.— ¡¿Papá, vamos a utilizar la gran pista?! —pregunta Filipo entusiasmado.— Sí, Filipo. Lo haremos para darle la bienvenida a tu primo Salvador. Sobrino, en cuanto aprendas a conducir, vienes a escoger el auto que quieras —dice el doctor Rossi, diri
Asiri volvió a escuchar la voz de Salvi, como si le estuviera dando una última oportunidad de detenerse. ¿Estaba segura? Se preguntó. Pero el calor del cuerpo del hombre, su olor, su miembro rozando sus partes íntimas, no la dejaban pensar con claridad. Una cosa era consolar, y otra muy distinta entregarse a él, pensó. Se había quitado la bata ella sola, se había expuesto a sus ojos. Se llenó de valor y continuó besándolo, volvió a escucharlo preguntarle.— ¿Me deseas, As? Dilo y seguiremos.Ella sintió unos espasmos en su centro al escuchar la voz viril y ronca del hombre, que la recorría con su boca diabólica, su piel comenzó a arder como si un volcán se hubiera explotado dentro de ella. Gimió ante el roce del hombre y anheló sentir esa potencia dentro de ella, reduciéndola, haciéndola suya. Pero de pronto, Salvi se detuvo y se apartó de ella.— ¡No puedo, As, no te merezco! —Exclamó alejándose de ella, quedando tendido a su lado boca arriba en la amplia cama.Asiri pudo apreciar qu
Pero Salvador es más rápido y no la deja escapar, la estrecha muy fuerte contra su pecho al tiempo que le pide una y otra vez perdón, alegando que no es un especialista en eso, y le confiesa que también había sido su primera vez de todo con una chica. Asiri lo mira sorprendida.—No te miento, As. Tú estabas tan decidida, me guiaste en todo momento, que me quedé con la sensación de que lo habías hecho antes. Ahora entiendo la sangre en mi ropa —termina de decir sin pena—. No llores más, vas a arruinar tu maquillaje, mi hermosa novia. Ahora sonríe feliz mientras le limpia el rostro con sus dedos, atrayendo lentamente el rostro de Asiri, que lo mira tratando de dejar de llorar. — ¿Tu novia? —pregunta, todavía sin estar segura de lo que escuchó. — Sí, mi novia. Lo eres y no voy a aceptar un no por respuesta. ¿Lo eres, verdad? —pregunta con miedo. — ¿De veras me estás pidiendo que sea tu novia, Salvi? Yo, yo…, yo ya creía que lo era, desde la otra noche que me entregué a ti —se detiene
Un año había transcurrido ya, y todos seguían viviendo entre la casa de Gabriel y la del doctor Rossi. Evelin se había incorporado al entrenamiento al que Elvira decidió someter a todos, tal como había dicho en el hospital. Fiorella entrenaba a las mujeres y Filipo a los hombres. Al principio, Evelin tenía mucho miedo, pero luego le cogió el gusto junto a su prima Fiorella, Elvira, Maria Isabel y Asiri. Ya estaban haciendo cosas impresionantes, que asustaban a sus hombres cuando las observaban practicar. Aunque habían tratado de detenerlas, ellas se habían negado. Es más, habían reclutado a todas las esposas de sus amigos, que aceptaron gustosas, creando una especie de organización de esposas de la familia Rossi-Garibaldi-D’Alessi. Rossi bromeaba y le decía muchas veces a Elvira la segunda “Pupetta”, que fue una mujer de un mafioso italiano que, al ser asesinado, (ella mató con sus propias manos a quien lo había ejecutado, convirtiéndose en una de las mujeres más poderosas dentro de
Salvatore y Salvi se giran para ver a sus padres, que entran a la casa discutiendo también, se quedan en silencio escuchándolos.— Elvi, no me gusta que sigas recogiendo todos los ramos de flores que te dan —le reclama Rossi a Elvira, que entra con las manos llenas de hermosas flores.— Pero querido, ¿qué culpa tienen las flores? —dice ella con los brazos llenos y las huele—. Son tan hermosas que me da pena dejarlas tiradas en el piso.— ¡Pero no me gusta que otros hombres te regalen flores, Elvi! ¡Te compraré un jardín entero! —dice visiblemente celoso el doctor Rossi.— Rossi, deja los celos —le responde ahora Elvira muy seria y agrega ella también celosa—, que yo no te digo nada cuando saludas y sonríes a todas aquellas mujeres que se desviven porque tú te gires para ellas.— Eso es diferente, Elvi —trata de esquivar Rossi el ataque de ella—, solo las saludo, pero no acepto nada de lo que me dan o piden.— ¿Qué es lo que te piden, Rossi, si se puede saber? —lo interroga Elvira cami
María Isabel lo suelta y gira para mirarlo de frente y puede ver la expresión de preocupación, temor y hasta miedo en los ojos de su esposo. — ¿Por eso te demoraste en volver? Yo creía que eras tú el molesto, porque los Greco me lanzan claveles —dice María Isabel soltando todo su aire y apretándose de nuevo contra su esposo—. Es cierto que no me gustó ver que te besaban en la cara. Pero, por otra parte, me decía que eres mío, solo mío. Yo confío en ti, amor. — Gracias, cariño, realmente me asusté —confiesa sin recato Filipo apretando a Maria Isabel con todas sus fuerzas—. Pensé que te ibas a molestar. Y claro que estoy molesto y celoso porque te persiguen los Greco. ¡El próximo que te lance flores, le daré un tiro!— ¡No hagas eso, cariño! —se asusta María Isabel, que sabe que lo hará de verdad—. ¿Qué tal si le decimos a Oli que termine los espectáculos por esta temporada, de parejas? Que le digamos a todos que somos casados.— Sí, es una buena idea —acepta Filipo, volviendo a besa