234. LIMPIEZA.

Melinda ríe satisfecha en los brazos de Gabriel, quien la estrecha por la cintura, riendo también. Ella se siente eufórica al ver cómo, a pesar de que Evelin trataba de ocultarlo, su expresión de dolor, miedo y sufrimiento estaba claramente reflejada en él.

—¡No puedo creer que fuera verdad lo que me decías! ¡Esto hay que celebrarlo, la estúpida estará bañada en llanto! Ja, ja, ja —reía triunfadora. Sin darse cuenta de que la videollamada todavía está conectada, le hace señas al camarero, que se acerca con una botella de champán. La destapa y ofrece una copa a cada uno—. ¡Brindemos por nuestra sociedad eterna, Gabriel!

Levanta su copa sonriente. Un silbido sordo de una bala pasa rozando la cabeza de Gabriel para ir a enterrarse en la frente de Melinda, quien lo mira con los ojos de la muerte mientras cae despacio hacia atrás. Gabriel se asusta y se agacha instintivamente, metiéndose detrás de una mesa. Observa cómo todos los guardias de seguridad caen muertos. Oye los gritos de Evelin
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