El doctor Rossi mira a Luigi desconcertado mientras este le indica que siga hablando y trate de averiguar quién llama a Evelin.— ¿Evelin, eres tú? —repitió la voz.— ¡No! ¡Soy Salvatore Rossi, su padre! —respondió alterado el doctor Rossi—. ¡¿Qué es lo que quieres con mi hija?!Un silencio se apoderó de la habitación mientras los doctores se miraban entre ellos y observaban el teléfono en la mano de Rossi, aún con la llamada en línea. La respiración de la persona al otro lado era claramente audible, y tras unos minutos, preguntó:— ¿Rossi? ¿Eres el doctor Rossi?— ¿Me conoces? ¿Quién eres? —preguntó ahora Rossi más calmado—. ¿Por qué le haces esto a mi hija?— ¿Evelin, está bien? ¿No la raptaron? —la mujer que hablaba no respondió; en su lugar, se notaba su voz preocupada.— ¿Quién eres? —insistió el doctor Rossi.— Por favor, solo dime si está bien —rogó ella.— ¡Está bien, no la raptaron ni lo lograrán! ¿Me escuchas? —aseguró, sintiendo que la persona al otro lado no parecía ser la
Gabriel se quedó mirándola, intentó mover la mano pero el dolor fue demasiado intenso, por lo que desistió. Después de reflexionar un momento, sin dejar de observar cómo el vientre de su esposa seguía abultándose, le pidió que le acercara la barriga a su rostro.— ¿Para qué, cariño? —se sorprendió Evelin.— Para hablar con ella, no puedo doblarme, también quiero darle un beso —dijo seriamente. Al darse cuenta de que lo decía en serio, Evelin aceptó.Se incorporó y giró hasta que su vientre quedó a la altura de la cabeza de Gabriel, quien la besó repetidamente mientras hablaba con cariño a su hija.— Papá está bien, bebé, duérmete, todo va a estar bien, papi está aquí cuidándote —le decía mientras le daba muchos besos en la barriga, ante la mirada emocionada de Evelin.—La tienes muy engreída, Gaby. Cuando nazca, si tienes que viajar, me tendrás que llevar con ella. Mira cómo dejó de moverse —señaló sonriente el vientre, ante la mirada complacida de Gabriel que sonreía feliz—. Menos ma
Evelin sale de la habitación después de ver que Gabriel se ha quedado profundamente dormido. Va hasta la habitación de sus padres y revisa a Elvira, quien sigue profundamente dormida. Una enfermera le informa que está bien. Evelin no responde, solo la besa en la frente, se despide y sigue hacia la habitación de Salvador. Se asombra al verlo sentado en la cama.— ¡Salvi, al fin despertaste! ¿Te sientes bien? —pregunta Evelin, pero al ver que Salvador solo la mira sin responder, sale de la habitación.— ¡Papá, papá, Salvi despertó! —llama a gritos a su padre, quien sale del despacho en compañía de Colombo y Luigi, que corren por las escaleras.— ¿Despertó? ¿Cuándo? —pregunta el padre.— No lo sé, papá, míralo está sentado en la cama. Pero no habla.— ¿Y la enfermera dónde está?— No lo sé, papá. Pero vamos a verlo. Salvi, ¿cómo te sientes? —vuelve a preguntar Evelin, pero él la mira sin responder.El doctor Rossi se acerca de inmediato y lo revisa, luego se gira hacia su hija y le dice
El doctor Rossi nunca se había sentido tan miserable como en ese momento, mira a Colombo desesperado y señala la página donde se menciona que el colombiano puso toda su fortuna y propiedades a nombre de Jocelyn cuando se casaron. Rossi le muestra a Colombo dónde lo indican los papeles que tiene en la mano. Sin embargo, el chico logró escapar porque Ailin luchó con ella. Fue el día en que la Matriarca asesinó a Ailin delante de él, pero debido a sus heridas no pudo retener al chico, quien logró escapar escondiéndose con Oliver.— Espera un momento, Rossi —interviene Colombo, manteniendo la calma ante la avalancha de información que parece abrumar al doctor—. Recuerda que la Ailin asesinada por la Matriarca no era la real, era "Gisela la loca".— ¡Cierto, lo había olvidado! —reacciona Rossi y pregunta—. ¿Entonces, dónde está la verdadera Ailin?— Puede ser cierto lo que Jimena le contó a Evelin, que esté muerta. O que Jimena sea Ailin o Jocelyn, como quiera llamarse. —Colombo observa to
Evelin ha salido del cuarto hasta la baranda y llama emocionada a su papá quien sale del despacho en compañía de Colombo y Luigi, que corren por las escaleras, hasta llegar junto a ella emocionados.— ¿Despertó? ¿Cuándo? —pregunta el doctor Rossi.— No lo sé, papá, míralo está sentado en la cama, pero no habla —explica a salvador que los mira como si no los conociera.— ¿Y la enfermera dónde está? —cuestiona Rossi mirando a su alrededor en su búsqueda..— No lo sé, papá. Pero deja de preguntar y revisalo que tiene —dice Evelin en lo que se acerca a la cama donde Salvi permanece sentado—. Salvi, ¿cómo te sientes? —vuelve a preguntarle. Él la mira sin responder. Rossi se le acerca rápidamente y le mira los ojos, luego lo pasa a realizar varios movimientos, al terminar se gira para Evelin. Le explica que todavía Salvador no está por completo despierto. Luego le pide que lo deje solo con él. — Está bien, papá. Estaré en la cocina, muero de hambre —contestó ella alejándose pero la voz
Rossi se queda en silencio mirando con verdadera pena el sufrimiento reflejado en el rostro de su pequeño hijo y lo desnutrido que está sintiendo una gran pena en su corazón. Lo acaricia con cariño mientras le asegura.—Pues esa soledad se acabó, hijo. Me tienes a mí y a tus hermanos. No tienes que tener nunca más miedo de estar solo, pequeño. Nunca más lo estarás, te protegeré.—¿Crees que ellos me quieran, que me acepten como su hermano?—¿Tienes que preguntar, pequeño? Evelin te quiere adoptar sin saber que eres su hermano. Salvatore te salvó la vida sin tampoco saber que es tu hermano mayor. ¿Tienes dudas todavía? Ambos se van a poner felices como yo de que seas su hermano.—¿Debo seguir diciendo mamá a la señora Elvira? —pregunta ahora más tranquilo ante esas cosas que le dijo su padre.—¿No quieres, hijo? —pregunta Rossi asombrado—. Pensaré en algo entonces.—No, no se trata de eso, papá. Es que no quiero que me odie cuando recobre la memoria y sepa que soy hijo de la culpable
Todos se giran hacia Evelin cuando ella, emocionada, lo dice. Colombo, Rossi y Salvador se miran entre sí, pero no dicen nada.—Papá, no puedes negarte a darle tu apellido a Salvi; he decidido que será mi hermanito menor —continúa diciendo Evelin, emocionada.Rossi la mira sonriente y luego, con seriedad, le pide que vaya a ver a su esposo y que después busque a su hermano para reunirse con ellos en el despacho. Ella sigue insistiendo en el objetivo de adoptar a Salvi, pensando que su papá está desviando el tema. Finalmente, él se pone muy serio y le pide que haga lo que le ha pedido; que no se negará a nada.—No te preocupes, papá; ya me voy —responde ella sonriente, satisfecha por haber logrado su objetivo.Y se marcha feliz; sabe que cuando su padre dice que sí a algo, siempre lo cumple. Encuentra a Gabriel sentado en la cama y se apresura a ayudarlo con lo que ha captado su atención.—Gaby, ten cuidado. No deberías hacer eso solo.—Es que escuché voces y ni la enfermera ni tú esta
Se siente pequeño ante ellos, vulnerable, pero también hay algo más: un destello de felicidad pura que comienza a brotar desde lo más profundo de su ser. Por primera vez en mucho tiempo, Salvador se siente parte de algo, un lazo que va más allá de la sangre y los nombres; una conexión que se forja en el reconocimiento mutuo y la aceptación incondicional. Su corazón late con fuerza, casi en sincronía con los latidos de aquellos que ahora sabe que puede llamar familia.—¡Eres nuestro hermano, Salvador, sangre de nuestra sangre! —exclama Salvatore—. Siempre quise tener un hermanito menor y ahora tengo dos: una hermanita y un hermanito. Pero recuerden, yo soy el mayor, ja, ja, ja.—¡Oye! ¡Deja de alardear, hermano! Ahora que lo pienso, ustedes tres tienen el mismo nombre —dice Evelin señalándolos. El doctor Rossi siente que su corazón se hincha de una alegría incontenible al contemplar la escena frente a él: sus tres hijos, unidos por lazos invisibles pero inquebrantables, compartiendo r