Evelin lleva un rato observando a Salvador recostado en un árbol. Le parece que en varias ocasiones se ha limpiado los ojos como si llorara. También lo ha visto como si vomitara. Se levanta y va a su encuentro.—Hola —saluda al chico que se encuentra sentado solo, debajo de un árbol, mirando con nostalgia y tristeza a todos. —Hola, Evelin —contesta con los ojos vidriosos.—Me parece haberte visto antes —sigue diciendo Evelin— en Nueva York.—¿De veras no te acuerdas de mí? —pregunta Salvador despertando la curiosidad de ella. —¿Te conozco? —pregunta sentándose a su lado.Salvador la mira un momento y le contesta con una evasiva. Luego le recuerda a un jovencito al que su papá ayudó en un refugio de Nueva York. Ella responde que era algo que hacía con muchos. Salvador le recuerda al que ella envió para que su padre le hiciera un chequeo general, pero que se había escapado del hospital. Evelin de inmediato recuerda porque hacía poco estaban acordándose ella y su papá de ese hecho.
Elvira no sabe por qué, pero ese chico le resulta familiar, como si le recordara a alguien. Entrecierra los ojos tratando de recordar sin resultado. Le pregunta a Rossi que también lo mira en lo que trata de encontrar en su mente qué tipo de enfermedad tiene Salvador. Sin dejar de mirarlo contesta que es amigo de Oliver, era el que estaba vestido de chica antes.— ¿Es él? ¿También es gay? —pregunta Elvira.— No, se disfraza de mujer, es actor —le cuenta pensativo—. Pero está enfermo, tiene una enfermedad en su sangre. Yo lo traté en Nueva York.— ¿Cuándo vivíamos en nuestra casa de Nueva York? —pregunta intrigada Elvira. Rossi al escucharla reacciona como si saliera de sueño. La mira con cariño queriendo decirle todo. Suspira y asiente, para luego pasar a hablar de Salvador diciendo que está realmente enfermo, pero no cree que tenga la enfermedad que dicen. Alega que los síntomas de él, no son exactamente los de esa enfermedad.—Es hermoso ese chico —dice Elvira siguiendo a Salvad
Filipo llega temprano como todos los días al amplio salón de exposición de autos de la empresa familiar. Ese día busca a sus primos Gerónimo y Guido, los hijos de su tío Giovanni, pero no los encuentra por ninguna parte. Vuelve a llamarlos, pero no obtiene respuesta. Se acerca a la consola desde donde se puede ver la ubicación de cada auto del garaje y se da cuenta de que los autos de sus primos están en un área desolada. Se asusta y sale corriendo al ver entrar a Salvatore.— Buenos días, Salvatore. No podemos practicar ahora. Ven conmigo, hermano —le pide, montándose apresuradamente en su auto.— ¿Qué sucede, Filipo? —pregunta Salvatore, siguiéndolo.— No lo sé, pero mis primos no me responden y encontré sus autos en una zona desolada —explica, realmente preocupado—. Vamos rápido, esto no me gusta nada. Creo que los han asesinado.Mientras conduce, Filipo llama a algunos guardias de seguridad y se dirigen a toda velocidad hacia el lugar. Al llegar, se asusta al ver la imagen ensangr
Salvatore, asustado al escuchar a su padre, le pide a Filipo que dé la vuelta inmediatamente para ir a salvar a su hermana. Filipo lo mira y acelera aún más hasta llegar al negocio, donde ven a Colombo mirándolos intrigado.— ¿Dónde van, sobrinos, con tanta prisa? —pregunta Colombo mientras se acerca.— Me llamaron desde la seguridad de la casa del tío Rossi, están siendo atacados. ¡Evelin y Gabriel están allí, tío! —grita Salvatore asustado.— ¡¿Pero por qué no empezaste por ahí, Filipo?! —pregunta Colombo enardecido, saca su teléfono y llama a sus hombres.— Diríjanse a la casa del doctor Rossi, hay un tiroteo en este momento. Procuren que no les pase nada a nadie —ordena.— Sí, señor, lo sabemos. Estamos llegando —le contestan para su sorpresa.— ¿Por qué nadie me avisó? —pregunta Colombo.— No lo sé, señor, pero Renart nos llamó para que fuéramos —sigue informando el subordinado de Colombo—. Dijo que están encerrados dentro de la casa, que el sistema de seguridad falló y los dejó
Se acercan a la Matriarca que está despertando, quieren verla de cerca y saber quién es y por qué quiere a su hija. Salvador está a su lado. Se acerca y le destapa el rostro, pero la encuentra extraña. Luego, toma las manos que tiene atadas delante y ve que sí, es ella. Le falta un dedo de la mano derecha que su madre le arrancó de una mordida para aguantarla mientras él escapaba.— ¿Es ella, hijo? —pregunta Rossi ansioso.— ¡Sí, señor! ¡Ella misma es la maldita que mató a mi madre delante de mis ojos! —grita Salvador.La señora finalmente despierta, mira primero a Salvatore, luego a Salvador y por último al doctor Rossi. Y sonríe siniestramente.— ¿Quién eres? ¿Por qué persigues a mi hija? —la interroga el doctor Rossi.— ¡Porque ella tiene que regresar y hacerse cargo de todo! —contesta la señora, mirando con odio a Rossi.— No sé de qué habla, pero mi hija es una Rossi. ¡Ella solo pertenece a esta familia! No sé a dónde quiere que regrese, ¡pero ella no irá a ningún lado! ¡Usted e
El doctor Rossi quiso morirse cuando vio cómo a los chicos, los entraban corriendo ensangrentados al salón de operaciones, sin que él pudiera hacer nada. Después de varias horas de operación, finalmente sale el doctor Luigi.—¿Cómo están, Luigi? —pregunta Rossi en cuanto lo ve salir. Por lo alterado que estaba, no lo dejaron entrar al salón.—Salvatore tuvo suerte, el cuchillo pasó a un centímetro de su corazón, pero se va a recuperar. Es fuerte —explica de inmediato—. Aunque perdió mucha sangre, es muy saludable. No te asustes, Rossi, va a estar bien.—¡Oh Dios mío, gracias al cielo! ¡Pensé que iba a perder a mi hijo! —y se le escapa un sollozo que lo hace doblarse hacia delante tratando de contener las lágrimas. El doctor Luigi lo abraza fuertemente, hasta que siente que se separa.—¿Y el otro chico, Salvador? —pregunta Rossi.—El otro chico está más débil, Rossi, pero se va a recuperar. La herida no es mortal, una costilla la desvió. Es grande y le hizo perder mucha sangre, pero no
El doctor Rossi cuelga el teléfono y se queda pensativo. ¿Qué quiso decir la Matriarca con eso de que Eve tenía que regresar y hacerse cargo de todo? ¿A qué "todo" se refería? ¿Adónde quería que regresara? ¿Por qué lo acusaba a él de ser el causante de todo? ¿Habrá ofendido a alguien en América sin saberlo? ¿Quién es Salvador? ¿Por qué ella lo acusaba con tanto odio? Su teléfono lo saca de nuevo de sus pensamientos al sonar. Al ver que es Evelin, contesta rápidamente. —¿¡Papá, mi hermano está bien, papá?! ¡Dime que está bien! ¡Yo lo vi todo, no me engañes! Vi cuando esa mujer le clavó el cuchillo en el pecho, papá! ¡¡¡Dime que mi hermano está bien, papá, dímelo!!! —grita Evelin, llorando desesperadamente. —Eve, amor, cálmate, cariño. Sí, él está bien; ya fue operado, cariño. El cuchillo no le tocó ningún órgano vital. —¿Estás seguro, papá? No me lo dices solo para calmarme, ¿verdad? ¿Está bien? ¿No le va a pasar nada? —Estoy seguro, hija. No te mentiría en algo así. Pásame a Gabrie
En el momento que sucedieron los hechos en la parte de afuera de la casa del doctor Rossi. Evelin, en el cuarto secreto junto a su esposo, al fin sale de su desmayo, abre los ojos buscando a Gabriel. Lo ve atento a las cámaras, se levanta y camina despacio. Gabriel está muy absorto en lo que está mirando que no se percata de su presencia, salta cuando siente el grito aterrador que da Evelin.—¡Nooo...! ¡Papá... mi hermano...! —grita aterrada al ver cómo la Matriarca le ha clavado el cuchillo en el pecho a Salvador.—¡Evelin, no mires eso! —le pide Gabriel, tratando de quitarla del frente de las pantallas, pero ella se agarra con fuerza impidiéndoselo, por lo que pueden ver toda la escena. Cuando la Matriarca va a herir por la espalda al doctor Rossi, Salvador se mete en el medio y lo impide.—¡No, no, no mi hermano, mi hermano! ¡Lo mató, lo mató, mató a mi hermano y a Salvi! ¡Esa mujer los mató! —grita Evelin tratando de salir por la puerta para ir corriendo hacia ellos, pero Gabriel