Se ha levantado temprano por el canto de las aves. El amanecer es precioso. Mira por la ventana hacia el hermoso campo. Siente que se ahoga dentro de la casa. Observa a Gabriel, que ha salido del baño, y se recuesta en la cama. Se acerca y se recuesta a su lado, suspirando.— Gaby cariño, ¿puedes llevarme a dar un paseo? —le pide Evelin en un ruego—. Estoy muy aburrida.— Eve, hoy mi estómago me está matando —le dice Gabriel pálido.— ¿Amaneciste con malezas del embarazo, amor? —pregunta algo en broma, aunque lo mira bastante mal.— Sí —confiesa Gabriel honestamente—, el olor del tocino frito en la cocina acabó conmigo, vomité todo lo que comí.— ¿De verdad, cariño? Ven, deja que te dé un abrazo —llama Evelin. Ahora sabe que es verdad todo eso que siente su esposo—. Gracias amor, por tener los malestares que debería tener yo.— ¿De verdad, me estás agradeciendo eso Eve? ¿Te estás burlando? —pregunta algo molesto Gabriel.— No Gaby, en verdad te agradezco que compartas conmigo mi embar
Evelin también se queda pensativa. Luego agrega, pensando en su propia situación, que perder a su mamá pudo haberle creado ese trauma. Gabriel recuerda que ella era muy apegada a su mamá, no tanto a su papá. Puede ser que esa sea la razón. Fue antes de que la madre de María Isabel muriera que ella perdió a la suya. Por eso su mamá la llevaba con ellos a todas partes hasta que Ricci lo prohibió.— Es extraño, si él quería que ella se casara contigo. ¿Por qué le prohibió seguir encontrándose contigo? —pregunta Evelin.— No lo sé. Pienso que en esa época no le convenía —recuerda Gabriel y continúa—. Escuché una vez a Bambilla y Esposito decir que estaba tratando de casarla con Maximiliano, el de los Greco. Pero ella y él se negaron.— ¿Quiénes son los Greco? —quiere saber Evelin, que no conoce a casi nadie en Roma.Gabriel le cuenta que los Greco son griegos que vinieron a Roma y que son una familia de mafiosos. Cree que son enemigos de los Garibaldi, hay un rumor de que ellos mataron a
Todos continúan en la hacienda tranquilamente. El timbre del teléfono suena insistentemente en medio de la noche, rompiendo el silencio de la casa en la finca Los Garibaldi. El insistente sonido despierta a Gabriel de su profundo sueño, aún medio dormido.— Hola, ¿quién es? — responde Gabriel.— ¿Gabriel D'Alessi? — se escucha una voz gruesa del otro lado de la línea.— Él mismo, ¿con quién hablo? — contesta Gabriel, sentándose en la cama y hablando bajo para no despertar a Evelin.— Señor, buenos días — sigue la voz al otro lado —. Disculpe que lo llame tan temprano. ¿Qué puede decirme sobre la muerte de sus padres?— ¿Qué quiere decir? — se despierta por completo ante esa pregunta.— Soy un reportero del canal de televisión Cielo — explica el periodista y continúa —, ¿qué puede decir del video sobre la muerte de sus padres?— ¿Disculpe? ¿De qué habla? — se levanta sin entender qué es lo que sucede, hasta que escucha al periodista decirle que desde la noche anterior están pasando un
Todos los jóvenes de la familia y amigos de Gabriel, se acercan y forman un círculo alrededor de él, abrazándolo sin decir nada. Permanecen así hasta que Evelin llega corriendo y se abraza a él, llenándolo de besos. Los demás se alejan para darles espacio. Evelin simplemente lo abraza y lo besa, haciéndole sentir todo el amor que le tiene. No le dice nada, no hay palabras que puedan consolar a alguien que acaba de presenciar la muerte de sus padres. Lo abraza, lo besa y le demuestra cuánto lo ama.Permanecen así durante un largo rato, hasta que Gabriel siente que Evelin comienza a temblar de frío. En su apuro, se olvidó de ponerse el abrigo, y a esa hora de la mañana, la temperatura es muy baja. Él también está sin abrigo.En ese momento, aparece Elvira con los abrigos de ambos. Los abraza, los obliga a levantarse y les coloca los abrigos en silencio. Les indica que la sigan y ellos lo hacen sin protestar hasta llegar a la cocina. Les sirve un chocolate caliente y les pide que lo tome
Fabrizio enseguida le da las coordenadas de donde se encuentra la casa en la que tienen atrapados a los maleantes. Le informa que está en una de las tantas casas que tiene Rossi por Roma, en el área de Campitelli, más allá del Coliseo.— ¡Perfecto! Nadie sabe de ella. Pero ahora déjame pensar a cuáles de mis hombres voy a llevar. Porque todavía no sé quién les está dando informaciones. Unos golpes en la puerta hacen que giren sus cabezas. En ella está Darío con la computadora en la mano.— Discúlpeme, detective, pero creo que debe ver esto —dice muy serio, mostrando algo en la pantalla—. ¿Recuerda a los hombres que entraron a la casa del señor Gabriel?— Sí, hijo, tienen esa cosa que les pusiste —se apresura a contestar el detective—. ¿Qué pasó con ellos?— Pues si se fija, estos dos se mueven un poco extraño. — ¿Cómo extraño?— Pues mire, ayer entraron a su oficina. Uno se quedó en la puerta y otro entró, se demoró media hora, justo lo que usted estuvo afuera. Además, si se fija, l
Evelin y Gabriel se habían quedado dormidos después de las fuertes emociones que tuvieron en la noche. Despertaron casi al mediodía, para encontrar que todos estaban contentos porque habían atrapado a los asesinos. Elvira, al verlos, los llama diciendo que la mañana estaba radiante. Ella ha soltado su cabello y colocado una flor en un costado de su cabeza. Sus mejillas están sonrojadas, haciendo que luzca rejuvenecida.—¡Mamá, estás preciosa! —exclama Evelin al verla entrando, seguida de Gabriel, en la cocina. —¿Te parece, hija?—Sí, señora Elvira, está muy hermosa —la elogia Gabriel, que también está asombrado.—Dejen de estar alabando tanto a mi esposa —dice el doctor Rossi, abrazando feliz a Elvira por la espalda—, pero es verdad, amor, estás muy hermosa. —Suéltame, cariño, vives pegado a mí —protesta Elvira, sonriente, mientras se desprende de los brazos de Rossi, que la mira enamorado.En ese momento entra Salvatore y se emociona al ver la escena de sus padres. Viene y le da
De inmediato se va a la cocina, donde aún continúan Evelin con Oli, Darío y Salvador. Les cuenta la idea de la abuela. Todos se entusiasman, sobre todo Evelin, que dice encantarle el árbol. Enseguida se pone en acción, alegando que está cansada de estar dentro de la casa y extraña la naturaleza. —Invitaremos a todos. Hoy es domingo, nadie tiene que trabajar —y se pone a llamar a todos—. ¡Mamá, mamá! —¿Qué quieres, hija? Estaba ayudando a la cocinera con la comida —sale Elvira con un delantal, apurada. —Vamos a ir a un pícnic con los abuelos al árbol arcoíris. Tú y papá también vienen. Así que dile a las chicas de la cocina que arreglen todo, almorzaremos por allá. ¡Y no quiero un no por respuesta! ¡Iremos todos! Evelin le asegura que su papá estará encantado de acompañarlos ante la preocupación de Elvira y se pone a llamar a todos sus primos. Mientras ella se dedica a hacer las llamadas, entran al comedor María Isabel, Filipo y la nana Pía con Piero. Ella baja la mirada, apena
El doctor Rossi ha decidido ir diciéndole las cosas lo más cerca a la verdad posible. Si ella lo recuerda todo y ha decidido hacerse la que perdió la memoria para que todos sean más felices, no será él quien destruya su esfuerzo. —No hay mucho que recordar, querida. Yo viajaba mucho con Evelin y tú siempre estabas sola con Salvatore —le cuenta, manteniendo el abrazo. —¿De veras? ¿Por qué solo con Evelin? —se interesa ella.—Porque así se dieron las cosas —Rossi se queda en silencio, mirando a sus hijos a los lejos, y al volver a mirarla le pregunta muy serio—: Elvi, si ella no fuera tuya, ¿la querrías también?—¿Qué locuras me estás preguntando, Rossi? ¡Ella es mi hija, aunque no recuerde cuando la parí, pero es mía! —exclama con mucha vehemencia—. ¡Hasta se parece a mí, mira, su cabello es igual que el mío, solo tiene un poco más de ondas y más oscuro! ¡No digas locuras! ¡Evelin es mi hija menor! ¡Pero aunque no la hubiera parido yo, es mi hija! —se detiene y lo mira curiosa—. ¿E