12 de noviembre, 2025No sé en qué momento comenzó todo. Quizá fue una mirada fugaz al espejo, o un susurro en medio de un sueño. A veces las cosas más insignificantes son las que te marcan para siempre, aunque en ese instante no lo sepas.Me llamo Clara. No sé cuánto tiempo me queda antes de que deje de serlo.Hoy es 12 de noviembre, y estoy aquí, escribiendo estas palabras mientras mis manos tiemblan. Siento que algo dentro de mí se retuerce, como si hubiera una presencia, una sombra que ha estado ahí durante mucho más tiempo del que quiero admitir. Todo comenzó hace unos meses, pero ahora ya no puedo ignorarlo. Ya no puedo fingir que no está.Los días son largos, las noches... son infinitas. En algún punto, dejé de sentirme sola en mi propia piel.La noche del accidente lo cambió todo. A veces cierro los ojos y todavía escucho el estruendo del metal retorciéndose, los gritos ahogados, el crujir de los vidrios al estrellarse contra el asfalto. Recuerdo la sensación de mi cuerpo atra
Mis días han pasado como una secuencia repetida de recuerdos distantes, entrelazados con una sensación de vacío. Como si todo lo que solía ser familiar se hubiera convertido en un eco lejano. El accidente ocurrió hace unos meses, pero todavía siento su impacto en cada respiración, en cada paso.Mi madre dice que fue un milagro que sobreviviera. Yo no estoy tan segura.Todo empezó a desmoronarse después de ese día. Perdí la noción del tiempo, las caras de las personas empezaron a desdibujarse, y las paredes de mi habitación comenzaron a sentirse más pequeñas, más cercanas. Ya no es el lugar donde solía refugiarme. Ahora es solo un espacio lleno de sombras, siempre presente, siempre vigilante.Hace dos noches, escuché susurros. Al principio, pensé que era mi imaginación, pero la voz... estaba ahí. Era real, como si alguien se hubiera colado dentro de mi habitación, hablándome desde una esquina oscura que mis ojos no podían alcanzar. La voz decía mi nombre, pero lo hacía de una forma ext
1 de octubre,2025El caos se apoderó de la sala en el instante en que grité. Las voces, las risas y la música se desvanecieron como si el aire mismo hubiese sido arrancado de la habitación. Todos los rostros se giraron hacia mí, desconcertados, pero yo no podía apartar la mirada de la caja que yacía en el suelo, intacta.Mi madre fue la primera en reaccionar, acercándose a mí con la urgencia de quien teme lo peor.-Clara, ¿qué ocurre? -su voz cargaba una preocupación tangible, casi palpable.Mi mano temblorosa señaló la caja, mientras mis labios apenas lograban articular palabra.-La caja... -logré murmurar, sintiendo un peso oscuro asentarse en mi pecho.-¿Qué tiene esa caja? La encontramos en el accidente, justo al lado tuyo. Pensé que te pertenecía, por eso la guardé. -El desconcierto en su tono contrastaba con la creciente sensación de horror que me embargaba.Sacudí la cabeza, con los ojos clavados en el objeto que no debería estar allí.-No... no puede ser... -murmuré, sintiendo