capitulo 10

Me sirvió una deliciosa cazuela de pollo con arroz hervido y una guarnición de verduras blanqueadas. La comida huele y sabe tan divina como se ve cuando me dispongo a comer.

Definitivamente es mejor que cualquier cosa que haya comido en los últimos cinco años. A los sirvientes de Roco como yo, les daban lo mismo que les daba de comer a los perros: sobras.

Han pasado nueve años desde que tuve algo parecido a una comida casera como ésta. Eso fue antes de que Roco se llevó a mi familia.

Era la víspera de mi décimo cumpleaños cuando sus hombres irrumpieron en nuestra casa. Vinieron de noche y nos sacaron a rastras pateando y gritando. Nos pusieron bolsas negras en la cabeza y nos llevaron.

Fue entonces cuando mi madre y yo supimos que mi padre había perdido su trabajo en la ciudad y que no sólo había sido traficante de drogas para Roco, sino que también le debía dinero. Mucho dinero.

Nunca me dijeron cuánto, pero no creo que la cantidad importara. Aunque fueran diez pesos, Roco nos hubiera
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