Mientras su esposo recogía sus llaves y se preparaba para salir de casa, la madre de Milenka lo detuvo con una mano temblorosa en el hombro, y conectó con sus ojos casi implorando de que no hiciera algo de lo que luego se pudiera arrepentir.Pero, el hombre estaba decidido a ir. —¿Ahora qué? Suéltame. No quería que fuera a casa de su hija, no en aquel estado de alteración. ¿Y si todo se trataba de un error? Tal vez solo se estaba precipitando nada más. En todo caso, ella sentía que su corazón comenzaba a bombear con más fuerza. —¿Por qué no te quedas? —cuestionó ella con voz suave.Intentaba mantener la calma en una situación desfavorable en donde obviamente su hija quedaba en una mala posición. Quería creer que todo se trataba de un malentendido y una farsa, que su hija jamás se atrevió a mentirles a los dos. —Voy a casa de Milenka. Necesito hablar con ella —soltó él, tratando de liberarse de su agarre.No le interesaba las súplicas de su esposa, eso no sería suficiente para dete
Media hora antes...Leandro salió de volada de allí, dejando atrás la dura discusión que tuvo con su padre, ya nada estaba oculto y solo le quedaba aceptar que fue un error suyo lo que pasó, que la mentira tarde o temprano saldría. Odiaba toda la situación. De pronto revisó su teléfono y vio que tenía una llamada perdida del número de casa.No podía ser alguien más que Milenka, quién lo estaba contactado, solo entonces frunció el ceño y ya se estaba preguntando la razón por la que se puso en contacto con él. No tenía idea. Tomó un profunda bocanada de aire, intentaba entender qué era lo que ocurría. Finalmente se guardó el móvil en el bolsillo, después de devolver la llamada y no obtener ni una sola respuesta. Entonces abordó el auto sin tener idea de lo que acontecía. Presente—Leandro resopló, una vez en el estacionamiento subterráneo, dejó el auto y atravesó la zona, pero antes de entrar al elevador, sintió una corazonada, esa sensación desagradable de que algo andaba mal. Ba
El padre de Milenka se quedó atascado en el tráfico, por ende, se hastió, aún le quedaba media hora de recorrido y se duplicaría si todo seguía así de lento. Por eso decidió volver a casa, pero hablaría sí o sí con su hija, no podía dejar las cosas así. Fue una larga noche para la familia Strousman, que se quedaron impactados con la noticia, resultando ser un duro golpe para todos. Por su parte, la madre de Leandro, casi le da un patatus y se inquietó por Milenka. —¿Dónde están ahora? —Mamá, estamos en la estación de la policía. Milenka debe rendir declaraciones, igualmente estaré entregando las cintas de grabación. Ella es inocente. —No es menester que me lo digas, lo sé, ¿quieres que vaya? Por favor no dejes sola a Milenka —solicitó llena de inquietud —. Está embarazada y puede hacerle mal a los bebés.—Soy consciente madre, no me apartaré de su lado —declaró dejando salir una exhalación profunda. (...)—¿Podrías comenzar a explicarnos la escena? Ella se armó de valor y respi
Leandro la miró a los ojos y quiso detenerla. Ella no tenía que soltar la verdad de esa manera, de forma repentina. Pero lo haría, vio en su mirada la firme decisión de hacerlo. Milenka tomó aire y con voz entrecortada, se preparó para decirle, le contó a su madre la verdad sobre quién era el padre de sus hijos. —¿Qué es lo que me vas a decir? Ya no soporto la espera, solo dime qué pasa. Ella inspiró hondo. —Leandro no es el padre de mis bebés, mamá. Te mentí, le mentí a todos, lo siento mucho. Sin embargo cuando me enteré de mi embarazo estaba muy asustada y no sabía qué hacer, lo demás fueron coincidencias y ya sabes el resto de la historia. Klara se quedó en shock por unos momentos, sin saber cómo reaccionar. Habían pasado demasiadas cosas en la vida de su hija y por ende ella misma salía afectada, ahora que le decía eso se quedaba tan sorprendida, no podía creer que le mintieron de tal manera. Era inexplicable, no lo podía aceptar. —¿Cómo pudiste hacer algo así, Milenka? —di
El padre de Milenka se cubrió la cara, todavía estupefacto. —¿Me estás diciendo que Leandro no es el padre de los bebés? La mujer todavía estaba temblando, asintió, confirmando lo que decía, entonces Renard se llenó de profunda cólera y apretó con dureza el vaso de vidrio entre su mano. —Cariño, yo sé que todo esto es difícil. Créeme que también me pregunto la razón por la que Milenka nos mintió así, sigue siendo una locura. En primer lugar lo de su matrimonio por contrato y ahora esto de los bebés —se frotó la sien.—Milenka no has fallado tanto. Estoy decepcionado, no solo de ella, también de ese hombre que se presentó como alguien perfecto, y mira nada más —resopló por enésima vez —. Si no es el padre, ¿quién sí? —Milenka no dijo más —se aclaró la garganta. Su marido solo volvió a resoplar. (...)La habitación aún seguía saturada por aquel perfume que se derramó. Leandro con una mezcla de sensaciones en el pecho, avanzó; al no hallarla, comenzó a sentirse tan prisionero de la
Las calles estaban tan desoladas a esa hora, que sentía un temor profundo. Sabía que no era buena idea estar por esa zona a esa hora y menos cuando el peligro estaba al acecho siempre, pero no podría volver a casa, no tenía la intención de regresar a ese lugar del que huyó.Quizá era un error llamarlo así, pero no podría volver otra vez allí. A partir de ahora estaba sola. Milenka tenía la intención de encontrar un hotel en el que pudiera descansar. Fue mala idea no coger un taxi, no sabía en qué pensaba cuando optó por caminar. Ahora estaba realmente exhausta y de pronto la pesadilla empezó. No solo su avanzado estado de embarazo se hacía cada vez más evidente, es que de un segundo a otro las contracciones que sentía esa noche no le permitían caminar con facilidad. El dolor se intensificaba con cada paso y ella solo quería encontrar un lugar en el que pudiera recostarse. No, Milenka no sabía que eran las contracciones, ese dolorcito molesto incesante abajo. Leandro estaba condu
Un mes transcurrió...La habitación estaba llena de una atmósfera tranquila y serena. Milenka acariciaba suavemente el cabello de su pequeña hija mientras le daba el pecho, sintiendo una conexión especial entre ellas.Mientras que Leandro, con ojos llenos de admiración, observaba con ternura a su hijo, maravillado por sentirse parte de ello. Sí, consideraba a ambos sus hijos, sin importar que por sus venas no corriera la misma sangre. Los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, iluminando delicadamente el espacio. Los suaves murmullos de los bebés llenaban la habitación, creando una melodía dulce y reconfortante. Era un momento precioso e íntimo, donde el amor y la felicidad se entrelazaban en cada mirada y caricia.—¿Tienes hambre? Porque puedo prepararte algo de comer —mencionó. —No, estoy bien, te lo agradezco. Deberías ir a la cama, anoche te has levantado tantas veces. —No hace falta —mencionó. —¿Bromeas? necesitas descansar lo suficiente para rendir en el trabaj
Sara se encontraba en el apartamento, sumida en sus pensamientos, sintiendo la distancia entre ella y su esposo. La tensión había estado presente en su relación y la soledad comenzaba a pesarle. De repente, sin previo aviso, la puerta se abrió y allí estaba él, con un ramo de flores en sus manos. Una mezcla de sorpresa y emoción inundó el ambiente mientras él sonrió con lágrimas en los ojos. Ella, después de todo lo que pasó, se alejó. Porque simplemente no podía soportar el hecho de que le mintió, que estuvo engañada todo ese tiempo, no solo por ese hombre también por sus padres. Incluso se puso a dudar sobre su existencia. Pero él llegaba justo en el momento en que descubría lo que sospechó todo ese tiempo. —Tiziano... No dijo nada más y la abrazó. —Vuelve a casa, te lo suplico. Aunque estemos pasando por momentos difíciles, sé que podremos encontrar la manera. Te sigo amando desde el principio y lo seguiré haciendo. Sara no lo soltó, después de pasar casi dos meses alejada