Y esa noche, algo en el aire cambió.—Oye, ¿te importaría si hablamos un momento? —preguntó Leandro, deteniéndose en el pasillo.Ella se le quedó mirando con los ojos de par en par, sin saber qué era lo que debía conversar con ella. Mentía sí decía no estar nerviosa, porque en realidad era un manojo de nervios. —Claro, ¿de qué quieres hablar? —susurró Milenka, tratando de no demostrar lo nerviosa que estaba.—Ya no puedo ocultarlo, es imposible... últimamente he estado pensando mucho en nosotros —confesó Leandro.—No, por favor. Ya sé perfectamente cuál es mi lugar aquí, no pretendo cambiar los planes o el propósito desde el principio... es comprensible que todo esto de nuestra relación se limite a lo contractual nada más. Me iré a dormir. —Aguarda —atrapó con dulzura su antebrazo —. Me gusta pasar tiempo contigo y creo que eres una persona maravillosa. No quiero que todo esto sea solo un acuerdo. ¿Entiendes? Sé muy bien lo que te dije el otro día y solo pensé que estaba haciendo lo
Milenka se despertó temprano en la mañana con la sensación de que algo no estaba bien. Se levantó lentamente, preguntándose por qué se sentía así. Hizo su rutina matutina y se preparó para su cita médica. Se vistió con cuidado, eligiendo algo cómodo y casual. Tenía una cita importante hoy con su médico para ver cómo estaban sus bebés. La emoción que sentía por sus hijos no tenía límites.Aunque el miedo se apoderaba cada cierto tiempo. Milenka estaba más aliviada porque su relación con Leandro se transformó, cambió para bien. Cuando Milenka estaba a punto de salir de la casa, Leandro la detuvo.—¿Vas a la clínica pero no pensabas decirme nada? Milenka, recuerda que yo también soy parte de todo el proceso y te acompañaré, no importa si tengo mucho trabajo por hacer. —Justamente por eso no te quería informar, ya que tienes bastantes pendientes por cumplir. Y no quería quitarte tiempo de tu agenda laboral —chasqueó la lengua, a lo que él negó con la cabeza y acarició con sutileza sus
Sara estaba aburrida. A pesar de que estaba rodeada de lujo y comodidades, la joven se encontraba perdida en sus pensamientos. Desde que se mudó a la mansión, se había sentido atrapada en una especie de prisión dorada. Ciertamente Tiziano tenía el deber de trabajar a atender sus negocios y no dejarlos al descuido. Sin embargo ahora pasaba más tiempo afuera. Siempre estaba ocupado y Sara se sentía sola y abandonada.Recorriendo las habitaciones de la mansión, Sara se preguntaba cuándo podría empezar a ir a la universidad. Ahora sentía que estaba más que preparada para retomar sus estudios, incluso aunque fuera en un país diferente. Sin embargo, sabía que era un asunto que debía discutir con su marido, ya que él era quien controlaba todo en su vida.Chasqueó la lengua. Lamentablemente perdió la libertad de hacer la elección por su cuenta, fue decidida a convertirse en una esposa rebelde pero estrepitosamente fracasó y ahora solo estaba resignada a sabiendas de que no iba a conseguir
Leandro caminó hacia la mesa donde Erika estaba sentada, con la vista fija en ella. La mala Erika se encontraba sola en el lugar, no había ningún reportero con ella. Leandro la miró con el ceño fruncido y un evidente enojo en su expresión.—¿Qué haces aquí, Erika? ¿Dónde está el reportero que dijiste que te acompañaba? —cuestionó Leandro en tono acusatorio.—No pude traerlo, pero necesito hablar contigo —respondió ella con una voz serena, aunque su mirada escondía un poco de nerviosismo.Leandro no confiaba en ella y su presencia allí lo ponía en guardia.—¿De qué quieres hablar? Ya sé de qué vas... ¿no te vas a rendir? —resopló, escéptico.—No quiero, hablaré de la verdad, solo creí que sería bueno darte una oportunidad , ya sabes... —contestó Erika, con determinación —. Quiero que se sepa la verdad sobre tu relación con Milenka y la paternidad de sus hijos.Leandro sintió una furia incontrolable. ¿Cómo se atrevía ella a hablar de una situación tan delicada en público?—Eso es un asu
Leandro conducía su auto por las congestionadas calles de la ciudad, tratando de llegar al trabajo lo más pronto posible. De repente, sonó su teléfono móvil, interrumpiendo las canciones que escuchaba por la radio. Con un suspiro de frustración, miró la pantalla y vio el nombre de su padre parpadeando en ella.Lo que faltaba. Como si no tuviera suficiente con todo lo que estaba ocurriendo, ahora su padre lo contactaba. ¡Por supuesto no era para nada bueno! Tenía ganas de dejar el teléfono y no tomarse la llamada, pero sabía que terminaría llenando a su progenitor de coraje, lo que sería peor. —¿Qué quieres papá? —inquirió con cierto fastidio al contestar la llamada.—Hijo, tengo una reunión importante esta tarde que se corrió de fecha y necesito que estés presente en ella —explicó Renard con seriedad.Cuando Renard le dio el lugar a su hijo dentro de la compañía; él pensó que su padre no iba a interferir con sus decisiones y mucho menos se iba a interponer a lo que decidiera, pero
Milenka se encontraba sentada en su sofá cuando escuchó el timbre de la puerta. Al levantarse para ver quién era, se encontró con la sorpresa de que se trataba de su madre, Aleska, quien había venido a visitarla de imprevisto.—Mamá, ¡qué sorpresa tan agradable! ¿Cómo estás? —la joven abrazó a su madre con cariño, deseando que nunca se tuviera que ir.Ahora más que nunca, cuando se sentía tan insegura, solo quería que se quedara junto a ella y no se marchara jamás. Pero la despedida de forma inevitable llegaría. No quería contarle a su madre lo que le estaba pasando para no preocuparla, ahora que la miraba tan radiante no se atrevía a borrar esa sonrisa de su rostro. Además de que estaba atada por todos lados, no podía decirle la razón por la que estaba tan inquieta; cada vez que reflexionaba en eso le daba terror recordar que tarde o temprano la verdad saldría a la luz, fuera por parte de ellos mismos o de un tercero que tuviera la osadía de revelar los hechos reales. —Aquí ando hij
El millonario se acercó a la puerta de la habitación y tocó varias veces pero no consiguió respuesta de su parte, sabía que estaría enfadada durante un largo rato, ya comenzaba a conocerla más; solo quedaba que se le pasara el enojo. Milenka no dejaba de pensar en la forma en la que se puso su marido después de contestar esa llamada, ¿qué demonios le estaba ocultando? tenía mucha curiosidad y era consciente de que él no estaba obligado a contarle sus cosas, sin embargo ella era su esposa y merecía saberlo y si él exigía no tener secretos entre ellos, debía comenzar haciendo lo mismo. —Idiota —masculló y al rato se quedó dormida. A la mañana siguiente todavía la puerta de la habitación tenía el seguro colocado y por eso no pudo el italiano acceder y despedirse de ella. (...)—¡¿Te has vuelto completamente loco?! No deberías meter tus narices en un asunto tan delicado y menos sospechar de alguien, no, es que tú ni siquiera estás sospechando de Erika, la estás señalando de una vez y e
La luz del día comenzó a apagarse poco a poco, dando paso a la noche mientras Milenka se encontraba en su casa. Se sentía aburrida y sola, su marido aún no había regresado del trabajo y no tenía ninguna idea de cuándo lo haría. Milenka sabía que tenía que hablar con Leandro sobre lo ocurrido, pero no sabía cómo hacerlo. Se sentía frustrada, y lo acusaba, pero a la vez no quería culparlo por todo. Se preguntó si debería seguir en silencio, sin prestarle atención, pero decidió esperar un poco más en casa. De repente, sintió el sonido de alguien que abría la puerta. Era Leandro, y traía consigo una tarta de chocolate en sus manos. —¿Qué es eso? —cuestionó Milenka, sin demasiado entusiasmo.—Solo quería disculparme por lo de ayer, sé que no debí decirte esas cosas, lo siento mucho —emitió Leandro, colocando la tarta sobre la mesa —. Estoy tratando de hacer un esfuerzo mayor para que nuestra relación funcione, ha comenzado de una forma poco convencional y quiero que todo cambie para mejo