La luz del día comenzó a apagarse poco a poco, dando paso a la noche mientras Milenka se encontraba en su casa. Se sentía aburrida y sola, su marido aún no había regresado del trabajo y no tenía ninguna idea de cuándo lo haría. Milenka sabía que tenía que hablar con Leandro sobre lo ocurrido, pero no sabía cómo hacerlo. Se sentía frustrada, y lo acusaba, pero a la vez no quería culparlo por todo. Se preguntó si debería seguir en silencio, sin prestarle atención, pero decidió esperar un poco más en casa. De repente, sintió el sonido de alguien que abría la puerta. Era Leandro, y traía consigo una tarta de chocolate en sus manos. —¿Qué es eso? —cuestionó Milenka, sin demasiado entusiasmo.—Solo quería disculparme por lo de ayer, sé que no debí decirte esas cosas, lo siento mucho —emitió Leandro, colocando la tarta sobre la mesa —. Estoy tratando de hacer un esfuerzo mayor para que nuestra relación funcione, ha comenzado de una forma poco convencional y quiero que todo cambie para mejo
Tiziano acabó sentándose junto a ella y extravió la mirada también en el cielo. —Creo que esto ya lo he vivido antes, así como otras situaciones, lo que es muy raro. Él se aclaró la garganta. —Sí te traje aquí, es porque es uno de mis lugares favoritos y me resulta útil a la hora de ordenar mi cabeza, pensé que podría surtir el mismo efecto en ti. También quería aprovechar de pedirte perdón por haberte forzado a este matrimonio —agregó para sorpresa de Sara quién lo observó con los ojos abiertos desmesurados. Que ese hombre le estuviera pidiendo perdón, era algo que no podía creer. —¿Y qué se supone que esperas escuchar? —Ni siquiera soy consciente de poder soportarlo por más tiempo. Me estoy conteniendo ahora mismo para no soltar todo lo que no me atrevo a decir. Ella cada que lo escuchaba quedaba más confundida que antes, no sabía lo que debía decirle. —¿D-de qué hablas, Tiziano? —Regresemos a casa, aún tienes que descansar para ir bien a la universidad.—Eres un tipo tan
—No entiendo a qué te refieres, Tiziano. El hombre inspiró profundamente antes de hablar. La expresión de la muchacha estaba llena de mucha curiosidad, quería saber qué significaba eso. En ese momento todo el valor construido se cayó como un castillo de naipes y ya no tenía esa misma osadía por expresar la verdad, por eso se vio obligado a recurrir a un invento que lo volvería todo más complicado. —Sara, yo te he conocido desde hace mucho tiempo. Somos amigos de infancia, pero por alguna razón perdimos el contacto. Y cuando te vi en la celebración de ese convenio, supe que eras tú. Sara se quedó sin palabras, no podía creer que Tiziano fuera su amigo de la infancia. Pero al mismo tiempo, empezó a recordar algunas cosas de su infancia que nunca antes había cuestionado. —¿Cómo es que nunca me lo dijiste? —No lo sé, quizás porque mi familia y la tuya no se llevan bien, tenía miedo de que todo terminara mal. Sara no sabía cómo reaccionar, nunca se había sentido tan confundida en su
—¿Por qué existen inconvenientes entre nuestra familia y la de Tiziano? Eso fue lo que me dijo Tiziano. Su madre, Aleska, se quedó en blanco. —¿Problemas? —Sí, y no me lo niegues. ¿Cómo es que no he recordado que Tiziano y yo nos conocimos antes? —¿Ya lo sabes? —¡Por supuesto que lo sé, mamá! —emitió dejándola congelada. —Hija, te lo íbamos a explicar en cualquier momento. —Vale, como si ustedes de verdad serían sinceros conmigo. Colgaré. No le dio chance a Aleska de decir más. Y casi se desmaya, su marido apareció en el momento y la auxilió. En cuanto a Sara, dejó su lugar y salió. Los sollozos provenientes de la habitación, la alertaron. Entonces se aproximó siendo sigilosa, frenó en seco detrás de la puerta. ¡Era él! Por eso se sorprendió. No estaba segura de interferir, quizá sería un error. Pero algo dentro de ella la empujó a entrar. Sí, Tiziano se hallaba allí, estaba al borde de la cama y lloraba amargamente. La mujer pasó saliva con dificultad y avanzó hasta posars
En un acto de desesperación, intentó escapar corriendo hacia la puerta, pero la mujer la alcanzó rápidamente y la sujetó del cabello, impidiéndole el paso. —¿Crees que puedes huir de mí? ¡No tienes escapatoria! —gritó con rabia. Mientras luchaban, Milenka vio una oportunidad y se liberó de su agarre, golpeándola en el estómago y haciéndola perder el equilibrio por un momento, ya que Erika llevaba unos altos tacones. Fue entonces cuando la joven aprovechó caminar apresurada rumbo a la habitación, abrió la puerta de un tirón y se encerró hacia el interior de la habitación. Pero a pesar de su huida, no podía dejar de sentir el miedo recorriendo su cuerpo. La situación apretada no la dejó pensar con claridad, por lo que no pasó por su mente salir de casa y pedir ayuda. Ahora, seguía en peligro.Además de que le dolía el pecho, y casi ni podía respirar, fue entonces cuando volvió a sentirse aterrorizada por sus bebés. Ni siquiera supo cómo pudo escapar de ella, porque en realidad est
Mientras su esposo recogía sus llaves y se preparaba para salir de casa, la madre de Milenka lo detuvo con una mano temblorosa en el hombro, y conectó con sus ojos casi implorando de que no hiciera algo de lo que luego se pudiera arrepentir.Pero, el hombre estaba decidido a ir. —¿Ahora qué? Suéltame. No quería que fuera a casa de su hija, no en aquel estado de alteración. ¿Y si todo se trataba de un error? Tal vez solo se estaba precipitando nada más. En todo caso, ella sentía que su corazón comenzaba a bombear con más fuerza. —¿Por qué no te quedas? —cuestionó ella con voz suave.Intentaba mantener la calma en una situación desfavorable en donde obviamente su hija quedaba en una mala posición. Quería creer que todo se trataba de un malentendido y una farsa, que su hija jamás se atrevió a mentirles a los dos. —Voy a casa de Milenka. Necesito hablar con ella —soltó él, tratando de liberarse de su agarre.No le interesaba las súplicas de su esposa, eso no sería suficiente para dete
Media hora antes...Leandro salió de volada de allí, dejando atrás la dura discusión que tuvo con su padre, ya nada estaba oculto y solo le quedaba aceptar que fue un error suyo lo que pasó, que la mentira tarde o temprano saldría. Odiaba toda la situación. De pronto revisó su teléfono y vio que tenía una llamada perdida del número de casa.No podía ser alguien más que Milenka, quién lo estaba contactado, solo entonces frunció el ceño y ya se estaba preguntando la razón por la que se puso en contacto con él. No tenía idea. Tomó un profunda bocanada de aire, intentaba entender qué era lo que ocurría. Finalmente se guardó el móvil en el bolsillo, después de devolver la llamada y no obtener ni una sola respuesta. Entonces abordó el auto sin tener idea de lo que acontecía. Presente—Leandro resopló, una vez en el estacionamiento subterráneo, dejó el auto y atravesó la zona, pero antes de entrar al elevador, sintió una corazonada, esa sensación desagradable de que algo andaba mal. Ba
El padre de Milenka se quedó atascado en el tráfico, por ende, se hastió, aún le quedaba media hora de recorrido y se duplicaría si todo seguía así de lento. Por eso decidió volver a casa, pero hablaría sí o sí con su hija, no podía dejar las cosas así. Fue una larga noche para la familia Strousman, que se quedaron impactados con la noticia, resultando ser un duro golpe para todos. Por su parte, la madre de Leandro, casi le da un patatus y se inquietó por Milenka. —¿Dónde están ahora? —Mamá, estamos en la estación de la policía. Milenka debe rendir declaraciones, igualmente estaré entregando las cintas de grabación. Ella es inocente. —No es menester que me lo digas, lo sé, ¿quieres que vaya? Por favor no dejes sola a Milenka —solicitó llena de inquietud —. Está embarazada y puede hacerle mal a los bebés.—Soy consciente madre, no me apartaré de su lado —declaró dejando salir una exhalación profunda. (...)—¿Podrías comenzar a explicarnos la escena? Ella se armó de valor y respi