Chispeó el contacto entre sus dedos, se quedó aturdida con el agarre férreo repentino que le daba a la escena más realismo. Incluso ella cayó en la actuación, en lo bien que Leandro ejecutaba su papel. Mariola incrédula los miró. ¡¿En qué momento su hija terminó la relación con Alexandre?! No le conoció otro chico en esos meses, de hecho era Alexandre su primer novio. —Milenka y yo tampoco esperábamos un hijo, pero lo hemos aceptado juntos y decidimos tomar la responsabilidad. A Renard casi le da un fulminante ataque al corazón. —¿Decisión? ¿Aceptar? —respiró hondo y miró a su hija —. ¿De qué va todo esto? ¡Estás en la universidad!—Papá, perdóname —sollozó. Fue una tonta por creer que el italiano sería su soporte y haría más ligero el problema, pero más idiota ella que cayó en los encantos de un cretino y cobarde como su exnonio. ¡Él no la merecía! —Milenka, pero si estabas con Alexandre.
La propiedad tenía más de ciento cincuenta metros cuadrados, habitaciones adjuntas a un baño suite y vestidor. Las vistas panorámicas que se ofrecían, también eran fabulosas. Pudo ver que habían muchos cuadros con luz focalizada, las paredes en su mayoría estaban pintadas de un blanco y algunas partes de las estancias de un azul oscuro, casi como el cielo al ser oprimido por la tormenta. Quizá por eso la recorrió un escalofríos desde la nuca. En realidad era lujo por doquier, aún así, sentía que hacía falta algo de calidez femenina. Era tan marcado el hecho de que solo el vivía allí, solitario y ¿frío? Su casa era la de un soltero, un hombre ordenado, con buenos gustos y adicto a todo lo que gritara suntuosidad. Aún así no tenía una objeción, no es como si tuviera el derecho siquiera, porque ella solo era una huésped pasajera, una entrometida en su vida y espacio. Chasqueó la lengua, al final no debía sentirse mal, él fue quien la tiró a todo eso. Se quedó en la cama y miró a su
Los rayos de luz intervinieron en su sueño, abrió los párpados con lentitud, encontrándose con la intensidad del sol ya en lo alto, y se convertía en otro día en que debía lidiar con su situación. Sinceramente quería quedarse a dormir un rato largo, pero ocupando un lugar que no le pertenecía, no se miraba con ese derecho; terminó deshaciéndose de las sábanas y de esa somnolencia que seguía encarcelando sus extremidades, pronto dirigió sus pasos al baño, algunos segundos distraída por cada detalle en el interior del mismo, todo era distinto a lo que ella conocía. La casa de sus padres y su habitación podría ser algo sencillo comparado con el piso de Leandro. Se envolvió en una toalla caliente y se quedó afuera pensando que debía usar la misma ropa. Hizo un puchero, tendría que ponerse otra vez la sudadera y ese jean todo desgastado. Ni modo. Justo cuando lo tomó, a la puerta tocaron, dos toques en seco desde el exterior. Sabía que se trataba del sujeto. Ya estaba allí para desp
Atravesó el pasillo de la universidad y todos se le quedaron viendo, creyó que algo andaba mal con su ropa, pero no consiguió nada extraño, no entendía por qué tantos pares de ojos la ponían en el centro; saltó a la escena Sara y de inmediato se colgó de su brazo. —Todavía no acepto que me vas a dejar sola, incluso me hiciste una promesa de estar siempre juntas en momentos y lugares importantes, se supone que también sería un recuerdo inolvidable, pero no quieres —puso ojitos de cachorrito.Solo entonces reparó en que toda esa gente las estaban mirando, en especial a su amiga. —¿Tengo algo en la cara? Todos me ven. —Mira, es ella, la pobre ha sido engañada por su novio, ahora será el hazme reír de toda la universidad —comentó una chica que pasaba, con malicia. Ella tragó duro y revisó su móvil. Tenía muchos comentarios, notificaciones que entraron, pensó que iba a explotar su móvil en cualquier momento. Sara no se quedó atrás y ya estaba viendo su teléfono dándose cuenta de la no
Leandro se hizo cargo de la situación, se encontró frente al señor Jackson y terminó solucionando el problema, volviéndose oficialmente el tutor y responsable de Milenka en cuanto a sus gastos de estudios. El director se quedó con una sonrisa enorme en la cara al saber que estuvo en su oficina nada más y nada menos que el heredero de la compañía publicitaria más importante del país. Pero... ¿Qué clase de relación tenía ese sujeto adinerado con una estudiante como Milenka que venía de un estatus medio? Eso lo dejó curioso. —Gracias, muchas gracias por tomarte la molestia de venir aquí en el momento justo y resolver algo que no debería de importarte. Me siento bastante culpable por eso —confesó en medio del agradecimiento. —¿Por qué? Déjalo ya. Solo imaginé que tus padres darían el ultimátum, que dejarían de pagar tus estudios. Así como te echaron de casa sin compasión, esto lo vi venir. ¿Hasta cuándo vas a seguir inquieta por un tema que no me afecta? El dinero lo tengo, la posibil
Tras salir de la universidad, caminó un rato por allí, solo para distraerse un poco. Pensaba pasar por casa y recuperar sus cosas, pero algo se lo impedía, no era orgullo, aún así se le parecía. Solo no quería volver a ser humillada. Sus papás volverían a actuar igual de mal. A esa hora, la única que se encontraba en casa, era su mamá. Tal vez la dejara entrar. Pasó por la propiedad, aunque se quedó afuera, vagando por allí. Desde la ventana Klara la vio. Así que salió a su encuentro y se aproximó a ella. —Milenka, tu padre no está en casa. Fue suficiente con saber eso, y entró a la viviendo con su madre. Klara la detuvo al pie del primer peldaño. —Mamá. —Solo cinco minutos —pidió. Ahora en medio de la sala, y con un té a medias, su madre le hablaba. —No es fácil para mí ceder a la idea de tu embarazo. Toda la noche estuve clavada en la noticia, pensé que era un mal sueño, pero desperté y supe que no. ¿Quieres a este bebé de verdad? —Sí, es mío también. —¿Es hijo de ese su
Estaba devuelta en el piso, ella aún continuaba pensando en su enlace. Que raro todo, muy extraño ya estar casada. La noche cayó de inmediato y se preguntó si debía preparar la comida. Es lo que una esposa idónea haría, pero ella no lo era en verdad. Respiró hondo, antes de meterse en la cocina. —¿Qué haces allí? Solo dime si quieres comer algo. —Leandro, quiero hacerlo —le expresó de pronto —. Haré la comida. —No, ya pedí algo. ¿En serio jugarás a la esposa? No debes fingir ya que no hay nadie —emitió sonriéndole. Milenka que solo quería hacer algo bueno, se desinfló. —¿Hablaste con tu padre? —Te dije que aceptaría, y eso hizo —subió los hombros —. Ven conmigo. Solo obedeció, sin saber a dónde iría. Terminaron en un ático, que se volvía irreal para la joven. No se imaginó un lugar tan grande como ese, además del piso. —¿Por qué estamos aquí? —Solo quería mostrarte las vistas, ¿no son magníficas? Puede verse una gran parte de la ciudad. Mira todas las luces —señaló. Ella t
Desde que tuvo esa conversación con Sara la noche anterior seguía ensimismada, nerviosa porque la volviera a señalar como la dueña de esa prueba de embarazo, todavía se recriminaba por el descuido, no debió dejar eso sobre su pupitre, cerró los ojos con fuerza y permaneció así hasta la entrada de Leandro. Él parecía haber tenido una buena noche, a diferencia de ella.Tenía que confesar que era un tipo atractivo, un espécimen que cualquier mujer querría tener, la repasaba de los pies a la cabeza con disimulo, aunque el propio Leandro se dio cuenta y solo sonrío para sus adentros victorioso; era tan difícil no abrumar a una mujer con su sola presencia, también causaba un profundo efecto en la joven embarazada. Y lo sabía. —¿Has tenido un plácido descanso? Hay enormes ojeras bajo tus ojos —se atrevió a decirle y ella solo se desinfló, no iba a mentirle, no pudo dormir como había querido. Fue una hecatombe. —No, aún así no pasa nada, estoy bien seguramente me acostumbré por tantos de