Milenka se despertó temprano un domingo con la intención de cocinar para Leandro. A pesar de que no era muy buena cocinando, su intento fue aceptable.Muchas veces Leandro le pronunció que no era necesario, pero ella se animó esa mañana a hacerlo de todas formas.—Buenos días, Leandro, hoy voy a prepararte un desayuno especial —declaró Milenka.Leandro se llevó una grata sorpresa. —Oh, no es necesario, Milenka. Sabes que no me importa si no cocinas. Pudiste quedarte durmiendo hasta tarde, es domingo —recordó sacudiendo la cabeza. —Lo sé, pero quiero hacerlo. Quiero demostrarte que soy capaz —emitió con determinación.Después de eso el italiano se puso a revisar la portátil. Cada cierto tiempo giraba la cabeza con dirección a la joven, quien estaba centrada en la cocina. ¿Por qué se tomaba en serio el papel de esposa? No era necesario. —Listo, aquí está tu desayuno. Espero que te guste —avisó Milenka con una sonrisa en el rostro.Leandro miró la comida con curiosidad y se sorprend
Tiziano Frattini estaba sentado en su sillón de cuero, con una copa de whisky en la mano, disfrutando del ambiente que había creado en su casa. La luz tenue de las lámparas creaba una atmósfera cálida y acogedora, pero su mente estaba en otro lugar. Ya estaba contando los días para que llegara el momento de conocer a esa mujer que tomaría por esposa; cada vez que lo pensaba una sonrisa victoriosa se dibujaba en su rostro. Desde la primera vez que la vio, no salió de su cabeza y la quiso para él. Al fin Sara sería suya. Sus padres se habían beneficiado al dársela como esposa, porque el italiano le entregó mucho dinero, propiedades y más. De repente, escuchó unos tacones resonando en el suelo de madera. Era Marlene, una mujer que conocía desde hacía tiempo y que siempre estaba interesada en él por su dinero.Eso lo sabía, pero como solo buscaba en ella sacarse las ganas y seguir adelante, no le interesaba. Sin embargo, ese día quería estar a solas, su llegada de improviso fue desag
Milenka estaba nerviosa mientras esperaba su turno para la ecografía. Leandro, la acompañaba sosteniendo su mano y dándole ánimo. La joven no podía explicar con palabras la forma en la que el italiano la hacía sentir, esa manera tan poderosa de hacer que insectos voladores se adueñaran de su estómago. Sí, parecía ser eso. Tomó una bocanada de aire. No quería seguir el juego a sus pensamientos plagados de confusión. Es que era lógico que eso pasara, cuando él no se depegaba ni un instante de su lado, y además de eso, seguía siendo tan cariñoso con ella. Esa atención que le estaba brindando era suficiente para inclinar su mente a eso que tanto esperaba de él, que se diera cuenta de sus sentimientos. ¿Por qué no lo podía ver? Sacudió la cabeza, solo tonterías venían a su mente.—¿Te encuentras bien? —Sí, ¿por qué no lo estaría? —Puedo sentirse tensa, no sé si es porque vine contigo o porque es tu primera vez. Todo estará bien. El bebé está bien —recalcó regalando una sonrisa liger
El aeropuerto estaba lleno de gente, con el sonido constante de anuncios de vuelos y el ruido del equipaje rodando por el suelo. Las luces brillantes iluminaban el área de embarque mientras las personas corrían de un lado a otro, tratando de llegar a sus vuelos a tiempo. Sin embargo, para Milenka y Sara, todo parecía estar en silencio y en cámara lenta. La tristeza y el dolor de la despedida llenaron el aire, creando una atmósfera cargada de emociones. A pesar del bullicio del aeropuerto, todo parecía estar en calma mientras las dos amigas se abrazaban por última vez antes de separarse.Milenka abrazó fuertemente a Sara mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. —No quiero irme —sollozó —. No quiero alejarme de ti. Sara también estaba llorando, sintiendo el dolor de la separación. Se tomaron de las manos mientras caminaban hacia la puerta de embarque.—Te extrañaré mucho —dijo Milenka con voz temblorosa. —Yo también te extrañaré —aseguró Sara con tristeza. Se abrazaron una v
Sara llegó a Italia con una sensación de desesperación. No quería casarse con Tiziano, el hombre al que sus padres habían elegido para ella. Pero no tenía elección, su padre acabaría dejándola sin herencia, y no quería eso para ella. El primer encuentro con Tiziano fue un choque de personalidades. Él era dominante y le dio varias reglas que debía cumplir. Sara no se quedó callada y replicó molesta por sus demandas.— Deberás vestirte adecuadamente en todo momento —dijo Tiziano con voz firme—. No quiero que llames la atención de otros hombres.Sara lo miró incrédula. ¿Cómo podía él decirle cómo vestirse? Ella era una mujer independiente que tomaba sus propias decisiones.—No pienso vestirme como si fuera una monja —respondió Sara con tono desafiante.—No me importa cómo te vistas siempre y cuando respetes mi autoridad —dijo Tiziano mientras la miraba fijamente.Sara sintió un escalofrío en la espalda. ¿Qué tipo de hombre era este? ¿Por qué tenía que obedecerlo?—También debes saber qu
2 Meses después...Milenka se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, admirando la vista del paisaje invernal que se extendía ante ella. El aire frío se colaba por las rendijas, pero ella estaba cómodamente abrigada en su casa, con una taza de chocolate caliente en sus manos.Mientras tanto, Leandro estaba en su oficina, concentrado en los detalles finales de un nuevo proyecto que tenía entre manos. De repente, sonó su teléfono y vio que era el padre de Erika quien lo llamaba. Al contestar, notó que el tono del hombre era molesto y acusatorio.Lo que faltaba, hace mucho que no tenía comunicación con el hombre, ¿por qué Remi lo estaba llamando?—Pensé que eras un hombre de palabra —expresó el padre de Erika con voz ronca, también había un vestigio de que se encontraba ebrio —. Pero nos has traicionado al casarte con otra persona y dejaste a mi hija humillada ante todos nuestros conocidos. ¿No es eso cruel? Leandro se quedó en silencio por un momento, tratando de encontrar las pa
Leandro abrió los ojos y sintió un dolor de cabeza intenso. Trató de recordar lo que había pasado la noche anterior, pero todo estaba borroso. De repente, recordó que había bebido demasiado en el bar después de la discusión con su padre por el proyecto. Y se sentó en la cama, se llevó las manos a la cabeza, tratando de aliviar el dolor. En ese momento, Milenka entró en la habitación con una bandeja de desayuno y una sonrisa en su rostro.—Buenos días, ¿cómo te sientes? —dijo Milenka mientras colocaba la bandeja sobre la cama—. Imagino que con dolor de cabeza. —Así es, me duele mucho la cabeza —pronunció con voz ronca. Leandro tomó las pastillas de Tylenol que le ofrecía Milenka agradecido y bebió el agua.—Claro, es normal después de beber tanto —susurró mientras le acariciaba el cabello con ternura—. Pero deberías descansar un poco más antes de levantarte.Leandro se acurrucó bajo las sábanas mientras Milenka le acariciaba el cabello con ternura. El ambiente era cálido y tranquilo,
Leandro y Remi estaban en la oficina, discutiendo sobre un nuevo proyecto que estaban planeando. Leandro todavía seguía un poco enfadado con su padre después del inconveniente que surgió entre ambos, aún así, accedió a trabajar en en algo nuevo.Cada tanto miraba a su padre. Remi parecía preocupado.—¿Qué te parece el proyecto, papá? —Es una buena idea, pero creo que necesitamos más tiempo para planificarlo adecuadamente —admitió Remi, exhalando. Justo en ese momento, la secretaria de Leandro, entró en la oficina. —Lamento mucho la interrupción, sin embargo necesito anunciar que tiene una visita —expresó sin dejar de ver a Leandro. Antes de que su secretaria pudiera explicar que se trataba de Erika, la mujer hizo actos de presencia. Leandro se sorprendió al ver a Erika entrar en la oficina. Después de todo no estaba tomando en cuenta lo que le dijo la última vez sobre no querer verla nunca más. —Es un despacho que te caracteriza... —comenzó diciendo Erika con una sonrisa —. He v