Una mentira peligrosa

Capítulo 14: Una mentira peligrosa

Gabriel despertó abruptamente, su cuerpo tenso como si hubiera sentido un cambio en el aire. Instinto.

Giró la cabeza y extendió la mano en la cama, buscando el calor de Isabela.

Vacío.

Frunció el ceño y encendió la lámpara de la mesita de noche. La habitación estaba en penumbras, pero la ausencia de su esposa era evidente.

¿Dónde demonios estaba?

Se incorporó con rapidez, sus músculos rígidos mientras barría la habitación con la mirada. No podía haberse ido lejos.

Sin molestarse en ponerse una camiseta, se levantó con pasos firmes y salió de la habitación. La mansión estaba en completo silencio.

Bajó las escaleras de dos en dos, su mandíbula apretada. Si Isabela había intentado escapar, juro que...

Pero entonces, un leve ruido proveniente de la cocina lo detuvo.

Se acercó lentamente, su ceño aún fruncido, y empujó la puerta.

Y ahí estaba ella.

Isabela estaba de espaldas a él, vestida solo con una bata de seda, rebuscando en el refrigerador.

Gabriel
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