Capítulo 88 – Reclamándola de nuevoLa noche en la mansión Montenegro transcurría en un silencio casi sagrado. La lluvia seguía golpeando los ventanales, su sonido hipnótico marcando el ritmo de la calma que se había instalado en la casa. Pero dentro de la habitación de Gabriel, no había calma. Solo una tensión latente, un deseo contenido demasiado tiempo.Isabela estaba frente a él, con la piel aún cálida por el abrazo que habían compartido momentos antes. La mirada de Gabriel la recorría con la intensidad de un depredador, oscura, cargada de emociones que no necesitaban palabras. Sabía lo que venía. Sabía que él la reclamaría una vez más, con la misma posesividad con la que siempre lo había hecho. Y, ella lo necesitaba con desesperación.Gabriel no esperó más. Se acercó con pasos seguros, sujetándola por la cintura y pegándola a su cuerpo en un solo movimiento. Su boca descendió con fiereza sobre la suya, besándola con hambre, con la necesidad de recordarle que era suya, que siempre
Capítulo 89 – Un despertar inolvidableLa luz tenue del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, tiñendo de dorado la piel de Gabriel mientras dormía profundamente. Su respiración era tranquila, su pecho subía y bajaba con el ritmo pausado de alguien que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía en paz.Isabela, aún desnuda, se encontraba a su lado, observándolo en la quietud de la mañana. Se veía tan hermoso, tan poderoso incluso en su descanso, con su mandíbula fuerte, su cabello alborotado y esa expresión de dominio incluso en sus sueños.Un calor recorrió su cuerpo al recordar la noche anterior. La forma en que Gabriel la había tomado, cómo había reclamado cada parte de ella con un deseo tan arrollador que todavía podía sentir su piel vibrar. Pero no era suficiente. Quería más. Quería verlo perder el control otra vez, hacerlo despertar con el placer de su boca, sentirlo temblar bajo su lengua.Con una sonrisa traviesa, se deslizó lentamente bajo las sábanas, bajan
Capítulo 90 – Un Nuevo ComienzoEl sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte, iluminando con suavidad los muros de la mansión, cuando Gabriel Montenegro dio una orden que cambiaría el curso de sus vidas. La noticia había llegado por fin: debía expandir sus negocios a otra ciudad, y, con ello, mudarse junto a su familia. No era una decisión fácil, pero la oportunidad de crecimiento que presentaba era algo que no podía dejar pasar.La mansión que tanto habían amado Isabela y él se llenaba de cajas y muebles dispersos mientras se alistaban para la nueva etapa. Isabela caminaba por la casa con una mezcla de emociones. La idea de mudarse a un lugar diferente no la llenaba completamente de alegría. Sabía que el cambio traería consigo nuevos desafíos, pero al mismo tiempo, sentía una extraña calma. Gabriel había estado tan enfocado en sus proyectos durante las últimas semanas que, en cierta forma, este cambio representaba un nuevo comienzo para su familia. Alejandro crecería en un lug
Capítulo 1: La noticia inesperadaLa mansión estaba en completo silencio, salvo por el murmullo de la lluvia golpeando contra los ventanales. Afuera, la tormenta oscurecía el cielo, cubriéndolo con nubes densas y amenazantes. La brisa helada se filtraba por las rendijas de las ventanas, trayendo consigo un presentimiento de tragedia.Dentro del amplio estudio de su padre, Isabela sentía que el aire se volvía más pesado con cada segundo que pasaba. El aroma a cuero de los sillones y a tabaco impregnaba la habitación, aumentando su sensación de asfixia. Frente a ella, sobre el escritorio de madera oscura, descansaba un documento que cambiaría su vida para siempre.Sus manos temblaban cuando tomó el papel. Sus ojos, grandes y azul cristalino, recorrieron cada línea escrita con tinta negra, pero su mente se negaba a aceptar las palabras. Su pecho subía y bajaba con rapidez, atrapado entre la incredulidad y el miedo.—No... —su voz apenas fue un susurro ahogado—. No puedes estar hablando e
Capítulo 2: Una jaula doradaCapítulo 2: Una jaula doradaIsabela se quedó en el estudio incluso después de que sus padres se marcharan. No les importaba. Nunca les había importado. Desde niña, había sabido que para ellos solo era un nombre más en su linaje, una pieza en su juego de poder y riqueza. Pero esto... Esto era demasiado.El viento golpeaba con furia las ventanas de la mansión, haciendo que las cortinas se agitaran como fantasmas en la penumbra. Su pecho se apretaba con desesperación, y sus ojos ardían por las lágrimas que se negaba a derramar. Llorar no serviría de nada. Rogar tampoco.Se enderezó, sintiendo el documento aún entre sus dedos. Lo miró con odio, con repulsión. Su nombre estaba ahí, al lado del de Gabriel Montenegro. Un hombre que no conocía, un hombre que tampoco la quería. Pero eso no importaba. Porque, al igual que ella, él no tenía opción.—No voy a permitirlo... —susurró, aunque su propia voz sonó débil.Con los labios temblorosos, salió del estudio y cami
Capítulo 3: El precio de la huidaLa lluvia caía con furia cuando Isabela llegó al motel. Su ropa estaban empapadas, pegándose a su piel, y su cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino por el miedo y la desesperación. Había logrado escapar de la mansión, pero no tenía a dónde ir.El motel era un lugar decadente, con luces parpadeantes y un fuerte olor a humedad en el aire. Pero era barato. Y en ese momento, lo único que importaba era encontrar un refugio, un lugar donde pudiera pensar en su siguiente paso.Se acercó al mostrador y dejó unos billetes arrugados. El recepcionista, un hombre desaliñado con los dientes amarillos, la observó con una sonrisa lasciva antes de entregarle la llave de una habitación.-Habitación 12. Al fondo.Isabela no le respondió. Solo quería dormir.Caminó por el pasillo mohoso hasta su habitación y cerró la puerta con seguro. La habitación era pequeña, con sábanas viejas y un olor rancio, pero no le importó. Solo necesitaba unas horas de paz.Se dejó caer
Capítulo 4: Las reglas de GabrielLas lágrimas caían silenciosas por el rostro de Isabela mientras sostenía la pluma entre sus dedos temblorosos. Su destino estaba sellado.Gabriel seguía sujetándola del cabello, su agarre firme, dominante. Sus ojos oscuros no mostraban compasión.-Fírmalo -repitió, su voz baja y amenazante.Isabela tragó saliva con dificultad. Sus labios temblaron al abrir la boca, pero no pudo emitir ningún sonido. Sabía que no tenía opción.Con un último suspiro tembloroso, deslizó la pluma sobre el papel y firmó su nombre. Apenas terminó, Gabriel le arrebató el documento y lo revisó con una expresión de satisfacción.-Bien -murmuró, dejando el contrato sobre el escritorio.Isabela sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Algo en su mirada oscura le advirtió que lo peor aún no había llegado.Gabriel se cruzó de brazos y la miró fijamente.-A partir de ahora, hay tres reglas que vas a seguir al pie de la letra -dijo con tono firme-. Y más te vale no desobedecerme.I
Capítulo 5: Tentación prohibidaGabriel Montenegro se apoyó contra la barandilla del balcón, observando los jardines de la mansión con el ceño fruncido. La noche anterior, había encerrado a Isabela en la habitación con la intención de castigarla, de enseñarle que no debía desafiarlo. Pero algo dentro de él no dejaba de molestarle.No era culpa. No era arrepentimiento. Era un maldito fastidio.Se pasó una mano por el cabello, frustrado. Isabela era un problema. No solo porque lo desafiaba cuando nadie más se atrevía, sino porque su presencia lo alteraba de una forma que no podía explicar.Era hermosa. Imposible no notarlo. Su piel morena y suave, esos ojos azules que brillaban como cristales... Era un imán, y eso lo irritaba. No la quería, pero su cuerpo lo llamaba.Con un suspiro, tomó una decisión.-Ana -llamó a una de las sirvientas.Una mujer de mediana edad apareció con la cabeza baja.-Señor.-Abre la habitación de Isabela -ordenó con sequedad-. Llévala a la habitación de invitad