Capítulo 29: Confesiones de Placer y SumisiónGabriel aún sentía el calor de Isabela en sus manos cuando la condujo de regreso a la mansión. El recuerdo de sus encuentros previos aún ardía en cada poro de su piel, mientras su cuerpo vibraba con un deseo incontrolable. Sin embargo, lo que más inquietaba a Gabriel era la manera en que ella respondía a cada caricia, una mezcla embriagadora de sumisión y placer que desdibujaba los límites entre el control absoluto y la entrega total. ¿Acaso Isabela aún luchaba contra esa entrega o ya había aceptado, de forma silenciosa y profunda, que le pertenecía por completo?Esa noche, en la penumbra seductora de su habitación, Gabriel la hizo sentarse en la cama, completamente desnuda. La tenue luz realzaba la suavidad de su piel y, en un detalle imborrable, el tatuaje en su espalda—con el nombre que él había marcado—resplandecía como un emblema de destino y poder. Gabriel se posicionó frente a ella, con una mirada oscura y penetrante que parecía des
Capítulo 30 – Entre el Deseo y la HuidaLa noche en la mansión de Gabriel era silenciosa, apenas interrumpida por el leve sonido del viento contra las ventanas. Isabela dormía a su lado, envuelta en el calor de su cuerpo dominante, sintiendo su respiración pausada en su cuello. Su piel aún ardía por la intensidad de lo que habían compartido horas antes.Sin embargo, su mente estaba en conflicto. Cada vez era más difícil negar lo que sentía. Gabriel no era el hombre que deseaba amar, pero su cuerpo lo reclamaba con una necesidad que la aterraba. ¿Desde cuándo había empezado a desearlo? ¿Desde cuándo su cautiverio se había convertido en un espacio en el que se sentía... protegida?Quiso apartarse un poco, pero el brazo de Gabriel la rodeó con más fuerza, como si incluso en sueños se negara a dejarla ir. Su fuerza la atrapaba, su posesividad la envolvía, y su corazón palpitaba con temor y excitación al mismo tiempo.Ella no podía seguir así.Sabía que si se quedaba, tarde o temprano caer
Capítulo 31 – La Bestia EnamoradaEl tiempo transcurría, pero la desesperación de Gabriel se volvía cada vez más insostenible. No podía creer lo que estaba viviendo. Él, un hombre que siempre se había mantenido implacable, seguro, el controlado, ahora estaba al borde de la locura. Todo por ella. La única mujer capaz de desestabilizarlo, de desafiar su autoridad, y, al mismo tiempo, de hacerle sentir algo que jamás había experimentado: vulnerabilidad.Isabela.Cada noche, al caer la oscuridad, la única pregunta que resonaba en su mente era: ¿dónde estás? ¿Estás a salvo? ¿Piensas en mí? La había buscado incansablemente, recorriendo cada rincón de la ciudad, persiguiendo pistas que sus hombres no lograban encontrar. Pero ella siempre se deslizaba entre sus dedos como arena fina. Su ausencia lo carcomía desde dentro. Y esa sensación de impotencia lo estaba destruyendo poco a poco.Esa noche, después de otra jornada infructuosa, Gabriel se desplomó sobre la cama, exhausto y frustrado. Cerr
Capítulo 32 – Verdades y un Futuro InciertoEl auto se detuvo frente a la mansión de Gabriel. Isabela respiró hondo, con la mano sobre su vientre. Su corazón latía con fuerza. Sabía que este momento llegaría, pero ahora que estaba aquí, frente a la puerta que tantas veces había cruzado con miedo, con deseo, con rabia... el vértigo la envolvía.La bestia la estaba esperando.Subió los escalones con determinación y golpeó la puerta. No tardaron en abrirle. Uno de los hombres de Gabriel la miró con sorpresa, pero no dijo nada.-Dile que estoy aquí -ordenó ella con firmeza.El hombre asintió y desapareció dentro de la mansión. Isabela sintió el aire denso, como si el pasado aún estuviera impregnado en las paredes.Los pasos de Gabriel resonaron en el pasillo antes de que lo viera. Apareció en la entrada con el ceño fruncido, la camisa desabrochada y la mirada oscura, como si no creyera lo que tenía frente a él.-Isabela...Su voz era ronca, cargada de emoción y rabia contenida.Ella tragó
Capítulo 33 – La Confesión Más ÍntimaGabriel cerró la puerta de la habitación con un solo movimiento, atrapando a Isabela entre su cuerpo y la madera. Sus manos firmes recorrieron su cintura, subiendo por su espalda, mientras sus labios devoraban los suyos con desesperación. No había paciencia, no había contención. La tenía de vuelta. Y esta vez, no la dejaría escapar.-Te deseo demasiado, Bella... -susurró contra sus labios, su aliento caliente haciéndola estremecer.Su boca bajó hasta su cuello, mordiendo suavemente la piel sensible que él conocía tan bien. Isabela jadeó y arqueó el cuerpo hacia él, sintiendo la dureza de su erección presionando su vientre.-Gabriel...-Shhh... No hables. Solo siente.Sus dedos encontraron el cierre de su vestido y lo deslizaron lentamente, dejando su piel expuesta ante su mirada intensa. Cada curva de su cuerpo, cada marca que él había dejado en su piel, le pertenecía.La llevó hasta la cama y la hizo sentarse en el borde. Se desabrochó la camisa
Capítulo 34– Sin Vuelta AtrásLas palabras de Gabriel resonaban en la mente de Isabela como un eco interminable. Te amo, Isabela.Por primera vez, el hombre dominante, el que siempre controlaba cada situación, se había entregado a ella con una confesión que le quemaba la piel. Y lo peor era que ella sentía lo mismo.Sus labios temblaron mientras lo miraba, con las mejillas sonrojadas y la respiración agitada.-Yo... también te amo, Gabriel.El silencio entre ellos fue abrumador. Los ojos oscuros de Gabriel se clavaron en ella con intensidad. Parecía en shock, como si no pudiera creerlo. Como si jamás hubiera esperado escuchar esas palabras de su boca.Pero esa sorpresa duró poco. Porque en el instante en que la asimiló, su mirada se volvió feroz, hambrienta.-Dilo otra vez. -Su voz era un gruñido bajo, exigente.Isabela tragó saliva, sintiendo la energía dominante que irradiaba de él.-Te amo, Gabriel.Gabriel soltó un sonido grave y satisfecho, como un depredador que acaba de atrapar
Capítulo 35 – El golpe del destinoEl viento soplaba fuerte aquella tarde. Isabela caminaba por la calle, abrazándose a sí misma para protegerse del frío. Había salido solo por un momento, necesitaba despejar su mente. Desde que había regresado con Gabriel, su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones. Lo amaba, sí, pero aún le costaba aceptar todo lo que habían vivido.Su mano se posó instintivamente en su vientre. Saber que estaba embarazada lo había cambiado todo. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía realmente completa. Sin embargo, también la asustaba. Gabriel era un hombre intenso, dominante. ¿Cómo sería él como padre? ¿Podría cambiar por su hijo?Una bocina la sacó de sus pensamientos. Volteó justo a tiempo para ver las luces de un coche acercándose a gran velocidad. Sus ojos se abrieron de par en par, su corazón se detuvo un segundo antes de que el impacto la lanzara por los aires.El golpe fue brutal. El mundo giró en torno a ella, y el dolor la envolvió
Capítulo 36 – Renacer en el dolorLos días pasaban lentos dentro de la habitación del hospital. Isabela apenas tenía fuerzas para hablar, y cuando lo hacía, su voz era un susurro lleno de tristeza. Gabriel no se separaba de su lado ni por un segundo. Dormía en el sillón junto a su cama, tomándola de la mano, como si temiera que si la soltaba, desaparecería.Las noches eran las peores. Isabela se despertaba entre lágrimas, llevándose las manos al vientre, recordando el vacío que ahora sentía. Gabriel la abrazaba sin decir una palabra, dándole la única certeza que podía ofrecerle en ese momento: su amor inquebrantable.-Estoy aquí, Bella -murmuraba cada vez que la sentía temblar-. No te dejaré nunca más.Pero ni sus palabras ni sus caricias podían borrar el dolor que los consumía.-Los médicos la dieron de alta después de dos semanas. Gabriel la llevó de vuelta a la mansión, pero ya nada era como antes. No había cadenas, no había órdenes, no había esa bestia dominante que siempre impon