Capítulo 32 – Verdades y un Futuro InciertoEl auto se detuvo frente a la mansión de Gabriel. Isabela respiró hondo, con la mano sobre su vientre. Su corazón latía con fuerza. Sabía que este momento llegaría, pero ahora que estaba aquí, frente a la puerta que tantas veces había cruzado con miedo, con deseo, con rabia... el vértigo la envolvía.La bestia la estaba esperando.Subió los escalones con determinación y golpeó la puerta. No tardaron en abrirle. Uno de los hombres de Gabriel la miró con sorpresa, pero no dijo nada.-Dile que estoy aquí -ordenó ella con firmeza.El hombre asintió y desapareció dentro de la mansión. Isabela sintió el aire denso, como si el pasado aún estuviera impregnado en las paredes.Los pasos de Gabriel resonaron en el pasillo antes de que lo viera. Apareció en la entrada con el ceño fruncido, la camisa desabrochada y la mirada oscura, como si no creyera lo que tenía frente a él.-Isabela...Su voz era ronca, cargada de emoción y rabia contenida.Ella tragó
Capítulo 33 – La Confesión Más ÍntimaGabriel cerró la puerta de la habitación con un solo movimiento, atrapando a Isabela entre su cuerpo y la madera. Sus manos firmes recorrieron su cintura, subiendo por su espalda, mientras sus labios devoraban los suyos con desesperación. No había paciencia, no había contención. La tenía de vuelta. Y esta vez, no la dejaría escapar.-Te deseo demasiado, Bella... -susurró contra sus labios, su aliento caliente haciéndola estremecer.Su boca bajó hasta su cuello, mordiendo suavemente la piel sensible que él conocía tan bien. Isabela jadeó y arqueó el cuerpo hacia él, sintiendo la dureza de su erección presionando su vientre.-Gabriel...-Shhh... No hables. Solo siente.Sus dedos encontraron el cierre de su vestido y lo deslizaron lentamente, dejando su piel expuesta ante su mirada intensa. Cada curva de su cuerpo, cada marca que él había dejado en su piel, le pertenecía.La llevó hasta la cama y la hizo sentarse en el borde. Se desabrochó la camisa
Capítulo 34– Sin Vuelta AtrásLas palabras de Gabriel resonaban en la mente de Isabela como un eco interminable. Te amo, Isabela.Por primera vez, el hombre dominante, el que siempre controlaba cada situación, se había entregado a ella con una confesión que le quemaba la piel. Y lo peor era que ella sentía lo mismo.Sus labios temblaron mientras lo miraba, con las mejillas sonrojadas y la respiración agitada.-Yo... también te amo, Gabriel.El silencio entre ellos fue abrumador. Los ojos oscuros de Gabriel se clavaron en ella con intensidad. Parecía en shock, como si no pudiera creerlo. Como si jamás hubiera esperado escuchar esas palabras de su boca.Pero esa sorpresa duró poco. Porque en el instante en que la asimiló, su mirada se volvió feroz, hambrienta.-Dilo otra vez. -Su voz era un gruñido bajo, exigente.Isabela tragó saliva, sintiendo la energía dominante que irradiaba de él.-Te amo, Gabriel.Gabriel soltó un sonido grave y satisfecho, como un depredador que acaba de atrapar
Capítulo 35 – El golpe del destinoEl viento soplaba fuerte aquella tarde. Isabela caminaba por la calle, abrazándose a sí misma para protegerse del frío. Había salido solo por un momento, necesitaba despejar su mente. Desde que había regresado con Gabriel, su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones. Lo amaba, sí, pero aún le costaba aceptar todo lo que habían vivido.Su mano se posó instintivamente en su vientre. Saber que estaba embarazada lo había cambiado todo. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía realmente completa. Sin embargo, también la asustaba. Gabriel era un hombre intenso, dominante. ¿Cómo sería él como padre? ¿Podría cambiar por su hijo?Una bocina la sacó de sus pensamientos. Volteó justo a tiempo para ver las luces de un coche acercándose a gran velocidad. Sus ojos se abrieron de par en par, su corazón se detuvo un segundo antes de que el impacto la lanzara por los aires.El golpe fue brutal. El mundo giró en torno a ella, y el dolor la envolvió
Capítulo 36 – Renacer en el dolorLos días pasaban lentos dentro de la habitación del hospital. Isabela apenas tenía fuerzas para hablar, y cuando lo hacía, su voz era un susurro lleno de tristeza. Gabriel no se separaba de su lado ni por un segundo. Dormía en el sillón junto a su cama, tomándola de la mano, como si temiera que si la soltaba, desaparecería.Las noches eran las peores. Isabela se despertaba entre lágrimas, llevándose las manos al vientre, recordando el vacío que ahora sentía. Gabriel la abrazaba sin decir una palabra, dándole la única certeza que podía ofrecerle en ese momento: su amor inquebrantable.-Estoy aquí, Bella -murmuraba cada vez que la sentía temblar-. No te dejaré nunca más.Pero ni sus palabras ni sus caricias podían borrar el dolor que los consumía.-Los médicos la dieron de alta después de dos semanas. Gabriel la llevó de vuelta a la mansión, pero ya nada era como antes. No había cadenas, no había órdenes, no había esa bestia dominante que siempre impon
Capítulo 37 – Un nuevo comienzoLas semanas pasaban lentamente, y aunque el cuerpo de Isabela se recuperaba, su alma aún estaba rota. Las noches eran largas, llenas de insomnio y recuerdos que la atormentaban. Gabriel, fiel a su promesa, se mantenía a su lado, con una paciencia que nunca creyó poseer.A veces, en la intimidad de su habitación, intentaban acercarse más. Sus besos se volvían intensos, las caricias más profundas, pero siempre había un momento en que ella se detenía. Un nudo de miedo y dolor la retenía en el pasado, y Gabriel lo entendía.-No quiero presionarte, Bella -susurraba, acariciando su mejilla con ternura.Ella asentía, pero él podía ver la frustración en su mirada. Quería entregarse a él, lo deseaba, pero su cuerpo y su mente aún no estaban listos.Hasta que una noche, después de otro intento fallido, Isabela rompió en llanto.-¡No puedo! -sollozó, cubriéndose el rostro con las manos-. Quiero, pero... cada vez que llegamos a ese punto... es como si algo dentro d
Capítulo 38 – La entrega totalEl amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una luz dorada y suave. El sonido de las olas rompiendo en la orilla se fusionaba con la respiración acompasada de Isabela, quien yacía sobre el pecho desnudo de Gabriel. Sus dedos trazaban círculos en su piel, disfrutando del calor que emanaba de él, el calor que ya no era solo físico, sino una sensación profunda que le llenaba el alma.Por primera vez en mucho tiempo, Isabela se sentía completa. Ya no había dudas, no había miedos. Solo él. Solo ella.Gabriel, aún medio dormido, deslizó una mano por su espalda desnuda, acariciándola con una ternura que antes jamás habría mostrado. La bestia en él, esa fuerza indomable que la había dominado tantas veces, parecía haberse desvanecido. Ahora, en su lugar, había un hombre que la amaba, que la entendía, que la necesitaba. -¿En qué piensas? -preguntó con voz ronca, enterrando el rostro en su cabello, disfrutando de la suavidad que sol
Capítulo 39 – La felicidad dura pocoEl regreso a casa fue tranquilo. Después de semanas de paz en la isla, Gabriel e Isabela volvieron a la mansión. Un refugio que había sido una prisión en el pasado ahora se sentía como un hogar, una burbuja de amor y estabilidad que parecía indestructible. Las pesadillas que los atormentaban quedaban cada vez más distantes, y el amor entre ellos florecía con una intensidad que parecía capaz de resistir cualquier cosa.Gabriel la trataba con una paciencia infinita. Cada gesto, cada palabra, llevaba consigo una dulzura que contrastaba profundamente con la bestia que una vez fue. Isabela lo miraba a veces, con la incredulidad en los ojos, como si no pudiera creer del todo en el cambio que había experimentado. Pero se aferraba a él con todo su corazón, dispuesta a dejar atrás el pasado, dispuesta a creer en el amor que crecía entre ellos.Sin embargo, la felicidad, como siempre, resultó ser efímera.Una tarde, mientras paseaban por los jardines de la m