Capítulo 35 – El golpe del destinoEl viento soplaba fuerte aquella tarde. Isabela caminaba por la calle, abrazándose a sí misma para protegerse del frío. Había salido solo por un momento, necesitaba despejar su mente. Desde que había regresado con Gabriel, su vida se había convertido en una montaña rusa de emociones. Lo amaba, sí, pero aún le costaba aceptar todo lo que habían vivido.Su mano se posó instintivamente en su vientre. Saber que estaba embarazada lo había cambiado todo. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía realmente completa. Sin embargo, también la asustaba. Gabriel era un hombre intenso, dominante. ¿Cómo sería él como padre? ¿Podría cambiar por su hijo?Una bocina la sacó de sus pensamientos. Volteó justo a tiempo para ver las luces de un coche acercándose a gran velocidad. Sus ojos se abrieron de par en par, su corazón se detuvo un segundo antes de que el impacto la lanzara por los aires.El golpe fue brutal. El mundo giró en torno a ella, y el dolor la envolvió
Capítulo 36 – Renacer en el dolorLos días pasaban lentos dentro de la habitación del hospital. Isabela apenas tenía fuerzas para hablar, y cuando lo hacía, su voz era un susurro lleno de tristeza. Gabriel no se separaba de su lado ni por un segundo. Dormía en el sillón junto a su cama, tomándola de la mano, como si temiera que si la soltaba, desaparecería.Las noches eran las peores. Isabela se despertaba entre lágrimas, llevándose las manos al vientre, recordando el vacío que ahora sentía. Gabriel la abrazaba sin decir una palabra, dándole la única certeza que podía ofrecerle en ese momento: su amor inquebrantable.-Estoy aquí, Bella -murmuraba cada vez que la sentía temblar-. No te dejaré nunca más.Pero ni sus palabras ni sus caricias podían borrar el dolor que los consumía.-Los médicos la dieron de alta después de dos semanas. Gabriel la llevó de vuelta a la mansión, pero ya nada era como antes. No había cadenas, no había órdenes, no había esa bestia dominante que siempre impon
Capítulo 37 – Un nuevo comienzoLas semanas pasaban lentamente, y aunque el cuerpo de Isabela se recuperaba, su alma aún estaba rota. Las noches eran largas, llenas de insomnio y recuerdos que la atormentaban. Gabriel, fiel a su promesa, se mantenía a su lado, con una paciencia que nunca creyó poseer.A veces, en la intimidad de su habitación, intentaban acercarse más. Sus besos se volvían intensos, las caricias más profundas, pero siempre había un momento en que ella se detenía. Un nudo de miedo y dolor la retenía en el pasado, y Gabriel lo entendía.-No quiero presionarte, Bella -susurraba, acariciando su mejilla con ternura.Ella asentía, pero él podía ver la frustración en su mirada. Quería entregarse a él, lo deseaba, pero su cuerpo y su mente aún no estaban listos.Hasta que una noche, después de otro intento fallido, Isabela rompió en llanto.-¡No puedo! -sollozó, cubriéndose el rostro con las manos-. Quiero, pero... cada vez que llegamos a ese punto... es como si algo dentro d
Capítulo 38 – La entrega totalEl amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una luz dorada y suave. El sonido de las olas rompiendo en la orilla se fusionaba con la respiración acompasada de Isabela, quien yacía sobre el pecho desnudo de Gabriel. Sus dedos trazaban círculos en su piel, disfrutando del calor que emanaba de él, el calor que ya no era solo físico, sino una sensación profunda que le llenaba el alma.Por primera vez en mucho tiempo, Isabela se sentía completa. Ya no había dudas, no había miedos. Solo él. Solo ella.Gabriel, aún medio dormido, deslizó una mano por su espalda desnuda, acariciándola con una ternura que antes jamás habría mostrado. La bestia en él, esa fuerza indomable que la había dominado tantas veces, parecía haberse desvanecido. Ahora, en su lugar, había un hombre que la amaba, que la entendía, que la necesitaba. -¿En qué piensas? -preguntó con voz ronca, enterrando el rostro en su cabello, disfrutando de la suavidad que sol
Capítulo 39 – La felicidad dura pocoEl regreso a casa fue tranquilo. Después de semanas de paz en la isla, Gabriel e Isabela volvieron a la mansión. Un refugio que había sido una prisión en el pasado ahora se sentía como un hogar, una burbuja de amor y estabilidad que parecía indestructible. Las pesadillas que los atormentaban quedaban cada vez más distantes, y el amor entre ellos florecía con una intensidad que parecía capaz de resistir cualquier cosa.Gabriel la trataba con una paciencia infinita. Cada gesto, cada palabra, llevaba consigo una dulzura que contrastaba profundamente con la bestia que una vez fue. Isabela lo miraba a veces, con la incredulidad en los ojos, como si no pudiera creer del todo en el cambio que había experimentado. Pero se aferraba a él con todo su corazón, dispuesta a dejar atrás el pasado, dispuesta a creer en el amor que crecía entre ellos.Sin embargo, la felicidad, como siempre, resultó ser efímera.Una tarde, mientras paseaban por los jardines de la m
Capítulo 40 – La verdad ocultaIsabela lo observaba fijamente, un escalofrío recorriéndole la espalda. Gabriel estaba sentado en la orilla de la cama, aún con la camisa manchada de sangre seca. Su rostro, habitual de frialdad e intensidad, ahora mostraba una expresión sombría, cargada de una oscuridad que Isabela no había visto antes. Parecía estar librando una batalla interna, algo que ella no comprendía.-Gabriel... ¿qué fue todo esto? -preguntó, su voz temblorosa pero decidida.Él suspiró profundamente, como si las palabras que estaba a punto de decirle fueran un peso tan grande que casi no pudiera soportarlo. Se giró hacia ella, sus ojos oscuros y profundos reflejando la tormenta que lo azotaba por dentro.-Es algo que debí haberte dicho hace mucho tiempo... -murmuró, su voz grave y cargada de una verdad que ya no podía ocultar-. No soy solo un empresario, Bella. Tengo negocios con la mafia.Isabela sintió cómo un nudo se formaba en su estómago. Sabía que Gabriel era un hombre pel
Capítulo 41 – El encuentro con RicciLa mansión estaba sumida en un silencio tenso cuando los autos negros se detuvieron en la entrada. Gabriel se quedó inmóvil junto a Isabela, observando desde la ventana cómo varios hombres descendían con paso firme. En el centro de ellos, con un elegante abrigo negro y una expresión de absoluto control, estaba Giovanni Ricci.El corazón de Isabela latía desbocado.-Está aquí... -susurró, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.Gabriel la sostuvo del brazo con firmeza, pero su mirada seguía fija en la escena frente a ellos.-No digas nada, Bella. Déjame manejar esto.Pero Isabela no estaba tan segura de que pudiera hacerlo.Los guardias de Gabriel ya estaban alineados en la puerta cuando esta se abrió de golpe, revelando la imponente figura de Ricci. Su presencia era sofocante.-Gabriel Montenegro... -su voz fue tranquila, pero el peligro latía en cada sílaba-. Ha pasado mucho tiempo.Gabriel mantuvo la compostura.-Ricci. No esperaba verte e
Capítulo 42 – El precio del orgulloGabriel estaba sentado en su oficina cuando su teléfono sonó. No necesitó ver el identificador de llamadas para saber quién era. Exhaló con fastidio antes de contestar.-¿Qué quieres, Ricci?La risa del mafioso resonó al otro lado de la línea.-Me gusta lo directo que eres, Montenegro. Ahorraré tiempo. Quiero proponerte otro trato.Gabriel entrecerró los ojos, su mandíbula se tensó.-No estoy interesado.-Tal vez deberías escuchar antes de rechazarme.-No hay nada que decir. No hago negocios con hombres que intentaron matarme.Ricci soltó un suspiro fingidamente decepcionado.-Es una lástima que pienses así... porque ahora tengo algo que te interesa más que cualquier trato.Gabriel sintió un escalofrío recorrerle la espalda.-¿De qué hablas?El silencio al otro lado se hizo eterno. Luego, la voz de Ricci se tornó cruel.-De tu mujer, por supuesto.El corazón de Gabriel se detuvo. Se puso de pie de golpe, su silla rechinó contra el suelo.-Si le has