La entrega total

Capítulo 38 – La entrega total

El amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una luz dorada y suave. El sonido de las olas rompiendo en la orilla se fusionaba con la respiración acompasada de Isabela, quien yacía sobre el pecho desnudo de Gabriel. Sus dedos trazaban círculos en su piel, disfrutando del calor que emanaba de él, el calor que ya no era solo físico, sino una sensación profunda que le llenaba el alma.

Por primera vez en mucho tiempo, Isabela se sentía completa. Ya no había dudas, no había miedos. Solo él. Solo ella.

Gabriel, aún medio dormido, deslizó una mano por su espalda desnuda, acariciándola con una ternura que antes jamás habría mostrado. La bestia en él, esa fuerza indomable que la había dominado tantas veces, parecía haberse desvanecido. Ahora, en su lugar, había un hombre que la amaba, que la entendía, que la necesitaba.

-¿En qué piensas? -preguntó con voz ronca, enterrando el rostro en su cabello, disfrutando de la suavidad que sol
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