TOMO 2. CAPÍTULO 23. JusticiaElijah se veía realmente perdido, pero lo que Lynett sabía o imaginaba que podía limpiar su conciencia, todo eso prefirió callárselo mientras la camioneta dejaba el hospital y se dirigía al juzgado.Se le revolvió el estómago al ver la cara de satisfacción de su madre en su lado de la sala, y junto a ella Josselyn que parecía neutra, pero visiblemente más tranquila. Lynett ya conocía aquellos gestos, los de conseguir lo que querían a toda costa, sin importar a quién le pasaran por encima.Lynett miró a los ojos de Elijah y él solo fue capaz de sostener esa mirada por unos segundos antes de alejarse. Para la chica era algo extraño, tantas admisiones de culpa juntas en los próximos días, pero era evidente que el hombre que había dejado atrás hacía cinco años había tenido su dosis de remordimiento con el que lidiar.Finalmente el juez entró y todos se pusieron de pie. Los interrogatorios a los peritos comenzaron, y dos horas después parecía que el juez estab
TOMO 2. CAPÍTULO 24. Un corazón destrozado—Deberías rendirte y poner una cama directamente. —Aquella voz hizo que Elijah se incorporara en el sofá de su oficina y suspirara con aquel café que su hermano le ponía en las manos.—Ya te habías tardado en aparecer —murmuró con una sonrisa suave y Sebastian negó.—Estaba donde tú debías estar, celebrando el cumpleaños de uno de nuestros sobrinos en la hacienda, pero como para ti es normal saltarte las ocasiones familiares, ya ni te acuerdas ni te invito.—Sebas…—Ni siquiera intentes justificarte. Tu vida es un infierno, ya lo sabemos, y papá reniega cada semana del maldito día en que te dejó venir a Nueva York —le gruñó Sebastian—. Pero a lo hecho pecho así que, cuéntame, cómo van las cosas con Lynett y con tu… esposa.—A Lynett ya le hicieron válido el testamento de su padre.—¡No me jodas!—Pues sí, y ahora tengo a Florence Evans tratando de colárseme en la casa porque no tiene donde vivir —rezongó Elijah—. Tuve que contratar seguridad
TOMO 2. CAPÍTULO 25. La familia Vanderwood—Tú… tú estás aquí…Parecía que Elijah desvariaba conforme los bomberos en conjunto con los paramédicos trataban de sacarla de la ambulancia sin hacerle más daño.El accidente había sido en la misma puerta de la transportadora, y aun cabeza abajo solo sostenido por el cinturón de seguridad, Elijah había sido capaz de reconocer aquel andar peculiar con que Lynett se acercaba apurada junto a su hermano Sebastian.Pero mientras intentaban asegurarlo a la camilla, la mano de Elijah solo se tendía hacia ella con desesperación, hasta que uno de los paramédicos les pidió que se acercaran para calmarlo.—Tú… estás aquí… estás…—¡Elijah cálmate, por favor! —exclamó ella sosteniendo su mano.—Fui… a tu casa, me dijeron… creí… pero no eras tú…Lynett y Sebastian se miraron sin comprender.—Elijah, Lynett ha estado esperándote aquí en la empresa, llegó quince minutos después de que te fuiste, ha estado conmigo. ¿Qué es lo que pasa? —lo increpó su hermano
TOMO 2. CAPÍTULO 26. Vales más muertoLynett se acercó a ella despacio, mirándola a los ojos y tratando de reconocer a la muchacha que por años había tratado de escapar de la bruja de su madre, sin embargo lo que tenía frente a ella era solo una copia más amargada de Florence.—Parece que al final nos convertimos en lo que más odiamos, ¿no es así, hermanita? —le sonrió antes de inclinarse sobre su oído—. Tú y yo sabemos que la única madre de su hijo, soy yo.Le dio la espalda para caminar tras el médico, y si Josselyn tenía alguna intención de hacer un escándalo, en un solo segundo fue detenida por el señor Rufus, mientras una enfermera salía apurada y pronunciaba las palabras fatales.—¿Lynett Evans? ¿Quién es Lynett Evan? —preguntó.—Soy yo.—Venga conmigo por favor. El señor Vanderwood está pidiendo por usted y está muy nervioso.Nadie se atrevió a decir nada más, y entre amenazas disfrazadas y llantos falsos Josselyn se fue de allí, porque era evidente que nadie la dejaría pasar c
TOMO 2. CAPÍTULO 27. Grande, feo y maloLynett se quedó el silencio, pero la única respuesta de Elijah fue entrar de nuevo a la casa y cerrar la puerta mientras afuera seguían discutiendo. Poco a poco las voces se fueron apagando mientras ellos se quedaban mirándose fijamente, y Elijah acarició el dorso de su mano con suavidad.—Lamento que hayas presenciado eso.—¿De qué pruebas está hablando, Elijah? —lo increpó la muchacha y él negó.—No tengo idea, solo espero que no intente involucrarte a ti porque eso sí no se lo voy a permitir… —Su voz sonaba frustrada y molesta, pero para su sorpresa Lynett pasó sus brazos alrededor de él y lo estrechó con suavidad para no lastimar aquellas costillas rotas.—No tengas miedo de usarme. Soy menos frágil de lo que parezco —le susurró y Elijah acarició su rostro, mirándola a los ojos.—Eres tan fuerte que das miedo —le dijo con una sonrisa triste—. Eres tan fuerte, tan resistente, tan tenaz… pero ni siquiera así te mereces esto. Toda mi mierd@ ya
TOMO 2. CAPÍTULO 28. Un teatroCuando el Honorable Juez Ávalos entró a la sala, todos se pusieron de pie con el mayor respeto. Era un hombre de unos setenta años y con fama de ser severo y escéptico, así que casi todos los abogados jóvenes le tenían miedo.Los alegatos se abrieron de inmediato porque al Juez no le gustaba perder tiempo, y en cuestión de pocos minutos ya la salase había llenado de murmuraciones y de un pésimo ánimo.Obviamente Basset estaba poniendo todo su empeño en hacer ver a Josselyn como una víctima inocente a la que su esposo estaba dejando en la más absoluta desprotección, pero Anders no era de los que se dejaba encajar la intriga.—Nuestra solicitud es más que simple y justa, Su Señoría —declaró Basset—. El señor Vanderwood y mi clienta no se casaron por bienes separados, así que en el divorcio a mi clienta le corresponde el cincuenta por ciento de los bienes de su esposo, más una pensión adecuada a sus ingresos. Mi clienta ha sufrido mucho ya, no merece que se
TOMO 2. CAPÍTULO 29. Una inteligencia fácil de insultarJosselyn sin dudas parecía a punto del colapso, pero la expresión en el gesto del abogado frente a ella estaba llena de sarcasmo.—Será mejor que dejemos establecidos los hechos, señora Hill. Mi cliente ya no tenía intención de casarse con usted, lo hizo por lástima, lo hizo por sentido del deber, lo hizo por caridad, lo hizo cuando usted ya estaba paralitica, para que no se quedara en la calle o fuera a dar a un hospicio como tantos ex soldados —escupió Anders sin cortarse—. Por tanto el otro tipo de atención que usted quería, mi cliente no estaba obligado a proporcionárselo…—¡Pero sí estaba obligado a serme fiel! —le gritó Josselyn inclinándose hacia adelante—. ¡Si no iba a acostarse conmigo tampoco podía estar con nadie más, porque eso se llama “adulterio”!—¡Esa es una vil calumnia! —la provocó el abogado y Josselyn negó.—¡No lo es! ¡Elijah me está engañando, me está siendo infiel con mi propia hermana! —gritó ella y toda l
TOMO 2. CAPÍTULO 30. Un abogado adjuntoElijah sintió que su corazón hacía un “crac” tan sonoro que podían escucharlo en toda la sala, especialmente en ese brave minuto en que el jefe de los Marshall, con su maldito uniforme, su chaleco antibalas, su pistola a la cintura y su metro noventa y dos había reaccionado a aquel beso con una sonrisa.Y mientras eso pasaba la cara del juez se ponía roja como un tomate y Basset hacía un escándalo.—¡Esto es indignante! ¡Esos espectáculos no se ofrecen en un juzgado! —gritó el abogado mirando al juez.—¡Completamente de acuerdo! ¡Ya no estoy para estos shows! —rezongó el juez—. ¡Si hubiera tenido treinta años menos seguro me habría usado de ejemplo a mí!—¡¡¡Señoría!!! —exclamó Basset.—¡No se queje que a usted ni de broma lo iba a usar de ejemplo! —suspiró el juez mientras Lynett volvía a su asiento muy tranquila—. Señora Evans, aclaro que no hacía falta ser tan… gráfica, pero comprendemos el punto de no poder acusar a alguien por las decisione