Sofía: —Porque aunque no lo quieras ver, siento un destello de celos en tus palabras —confirmó Benjamín, mirándome a los ojos fijamente. En todo caso, preferí dar por concluida esta conversación y lo invité para que almorzara con nosotros. Este aceptó, por lo tanto, después de discutir algunos puntos y ponernos de acuerdo sobre ello, caminamos los dos hacia el jardín. Al llegar ahí, encontré nuevamente a Rafael con mi madre y mis hijos, quienes iban llegando. Benjamín le saludó y esta vez, si se detuvo a observar el parecido extraordinario entre mis hijos y este. Solo pude apreciar, como los examinaba. —Buenas tardes, Rafael —saludó Benjamín, extendiendo su mano— me alegro estés aquí ¡Bienvenido a Isla Paraíso! —¡Gracia, Benjamín! Es la primera vez que vengo. Por lo que recorrí, con Estefanía y sus nietos, ¡es muy hermosa! Igual a sus mujeres —contestó él, pasando muy brevemente su mirada sobre mí. —¡Hola, Sofía! ¿Cómo estás? —me preguntó, serio. —¡Muy bien, Rafael! Me alegro d
Rafael: —¿Es cierto, lo que refirió tu padre sobre Sofía? ¿Ella tiene o ha tenido algo con tu hermano? —consulté a mi amigo, con sentimientos enfrentados. Salimos de la mansión del padre de este, y mi corazón se consumía de la rabia, dolor y una gran decepción. «Sobreestimé a Sofía sin conocerla. La consideré una mujer diez, perfecta, salvo ese mal genio que mantiene casi siempre. Al parecer es algo inherente a su personalidad. Probablemente, me equivoqué», recapacité con celos y pesar. «Necesito investigar más sobre ella, la información que me dio Leonel fue muy general ¿Quién es realmente Sofía Morales? Además, el hermano de Martín Elías, estaba celoso ¿Será que ha tenido algo con ella?», consideré preocupado. —No te puedo asegurar nada. ¿Qué es cierto o falso de ella? No lo sé, porque no la conozco bien —replicó Martín. »Como no estoy de acuerdo con la forma de actuar de mi padre y mi hermano, me abrí de ellos y por eso me fui hace años de aquí a Ciudad La Rosa —aclaró Martín
En la mansión Morales Borbón, el Narrador: —No creo que Rafael, sea ese tipo de personas, aunque lo conozco desde hace muy poco —refirió Estefanía, mirando a Shayla y Sheyli. —¡Pues, yo, no lo pondría en dudas! —expresó Sofía categóricamente, con resentimiento de nuevo hacia él, poniendo los ojos en blanco. —¡Sofía, disculpa que me meta en esta discusión con mami Estefanía! Pienso igual que ella, Rafael no se ve como un hombre que le guste la venganza o con objetivos ocultos. Me parece una persona muy sincera y honesta —aseguró Sheyli. —¡Bueno! Sinceramente, deseo estar equivocada —aclaró Sofía— Dejemos este tema hasta aquí. Por favor, madre llama al harás, para que te envíen copia del documento y lo revisamos, ¿te parece? —interrogó esta. —¡Perfecto! Después que desayunemos los llamo —aseguró Estefanía, haciendo callar a sus nietos, quienes discutían por sus potrillos. —¡Abuelita! Rafael Ángel, quiere que Rafael sea nuestro padre y yo no quiero. Él, se ha portado muy bien, pero
En Isla Paraíso, Sofía: —Todos los que estamos, sabemos que no hay un solo argumento para que seas inhabilitada como CEO. Tu labor ha sido digna de alabanzas. Sin embargo, esos corruptos solo piensan en conseguir una buena tajada y por eso lo hacen —destacó Benjamín. —Señorita, disculpe le moleste pero afuera está el Juez Rector, preguntando por don Benjamín y por usted. Llegó, acompañado de dos fiscales —nos interrumpió mi asistente. —Avisa que pasen, por favor Helen —respondió Benjamín a mi asistente. —¡Obedece! —ordené, apoyando la decisión de él. Cuando el fiscal y el Juez del Municipio, vieron entrar a estos, trataron de escapar de la sala. Sin embargo, nuestros escoltas no lo permitieron. Por esta razón, las puertas fueron aseguradas, para evitar que ellos huyeren. En fracción de minuto, la sede de la Naviera estaba rodeada de vehículos de las fuerzas públicas, solicitados por el Juez Rector y los dos Fiscales. Estos, se llevaron detenidos al Fiscal, al Juez, Secretario y
En Ciudad La Rosa, Rafael: —Sí, lamentablemente mi padre la quiere sacar del cargo. Y se vale de lo que sea, para desprestigiarla, para él, el fin justifica los medios —afirmó Martín con seguridad. »Es hasta absurdo. Está viendo los resultados extraordinarios de su dirección y gestión. Desde que asumió el cargo, ha triplicado las ganancias, dicho por él mismo y aun así no está satisfecho —replicó este. —Únicamente, por egoísmo, ansias de poder. La sacrifica y difama tan cruelmente ¡No es justo! —alegué, moviendo mi cabeza de un lado a otro. —¡Así es, amigo! —Aceptó Martín, agregando—: Me está llegando un mensaje de parte de Yoly, a papá y a José David los tienen retenidos en la Delegación policial. —¡Qué bueno, se lo merecen! —juzgué con severidad. —Uno de los accionistas, amigo del papá de Sofía, la protege y fue quien llevó a cabo este procedimiento de hoy. Confiemos, que ella salga victoriosa de esta situación —refirió Martín. —¿Sabes si este, la pretende? —consulté después d
En Isla Paraíso, Sofía: «Definitivamente, es un sinvergüenza e infiel. Igualmente, mujeriego que juega con los sentimientos de los demás. Y mi madre defendiéndolo». Salí de mi habitación hacia la recámara de ella, para mostrarle esta noticia. —¡Toc! ¡Toc! —toque la puerta de su habitación. —¡Adelante! —me respondió ella. —¿Y eso, mami? Es extraño que estés acostada a esta hora —pregunté preocupándome por ella. —Me puse a jugar con los trillizos, futbol. Y me duele todo —aseguró está con una sonrisa. —No debes complacerlos en todo, mami. Ya no eres una jovencita —reclamé, acercándome a la cama para que viera las noticias que eran tendencia este día. Ella, tomó el celular, comenzó a revisar y desplegar todas las noticias. Al final, terminó de leer y me aseguró que eran puros cuentos de alguien que pagó para que le publicaran eso. Incrédula ante su respuesta, le refuté... —Él se fue, después de comer con ellos. Ni siquiera se despidió de nosotras, no avisó, tal vez se está desqui
Rafael: Por último, saludé al abogado y al propietario del Harás. Este miraba embelesado a Sofía, lo cual no me gustó. Por esta razón, me ubiqué a un lado de ella y en ningún momento me separé de esta. Le pedí al abogado, que aligerara el trámite para sacarlos de ahí. Ella se veía regia con su traje de sastre y un top que dejaba ver su delgada y esbelta cintura, puesto que llevaba la chaqueta desabotonada. Ella combinó el calzado, cinturón, bolsa y top de un color fucsia llamativo, ante el gris claro del traje completo. Cuando Sofía fue llamada para firmar en representación de sus tres hijos, se sorprendió, mirándome con asombro, al igual que a su madre. Justo antes de firmar, fue que se enteró de que no era un arrendamiento, sino la compra de una porción del Harás a nombre de sus trillizos. Ella quiso como retractarse, no obstante, su madre no lo permitió, se acercó a esta y le animó a firmar. Entretanto, permanecí inclinado ante los niños, para evitar una escena de Sofía y me
Rafael: «¡Si no me equivoco, ese fue otro arrebato de celos!», recapacité en silencio, mirando a Sofía caminar hacia los baños. Pedí permiso, me levanté del asiento y caminé detrás de ella hacia la misma zona. Esperé afuera, que Sofía saliera del baño y la tomé de la mano con fuerza, buscando un lugar apartado en donde hablar con ella, sin interrupción. Le arrastré por un pasillo largo, hasta que salimos a un espacio abierto, como especie de terraza. —¡Suéltame Rafael! —Gruñó ella enojada, sin levantar la voz, evitando algún escándalo— ¿te volviste loco? —preguntó, hecha una fiera, tratando de soltarse de mi mano. —¡Sí! Me estoy aburriendo de escuchar tus ataques hacia mí, sin ton ni son —Comenté, con una media sonrisa— ¿Cualquiera diría que estás celosa? —cuestioné. —¡JA! ¡¡TUS GANAS!! —me gritó ella, altiva, levantando su rostro y con eso sus hermosos ojos azules, que me hacen perderme en un mar de deseos y pasiones. Me sonreí y le doblegué llevando sus manos hacia atrás, acor