Freya ojeó su apartamento una vez más, no pudo evitar sentir ese nudo en la garganta, nunca imaginó tener que irse de esa manera, había tenido tantos planes, pero la vida se había encargado de cambiárselos.Aunque debía agradecer que tanto el matrimonio de Tamara como el nacimiento de los trillizos se hubieran dado al mismo tiempo, porque de esa manera no tenía que esperarse más.—Bueno, mi pequeña mariposa, es hora de irnos —dijo pasándose la mano por el vientre. Durante esos meses se había chequeado su embarazo en una clínica de una ciudad cercana y le había dicho que estaba esperando una hermosa niña y eso la tenía emocionada, porque sería una compañerita, y decían que las niñas eran más tranquilas. A pesar de tener veintidós semanas embarazo no se le veía, y eso la hacía sentirse aliviada, porque es como si la pequeña supiera que debía mantenerse oculta.Aunque a decir verdad, había utilizado ropa ajustada, para que no tuviera a sus anchas, no tenía otra, solo para la boda se hab
Freya abrió los ojos desorbitados, es que si pudiera metería la mano a través del móvil y sacudiría a Tamara, ¿Cómo puede ser tan fresca de ventilar su vida privada? Y como si ya no hubiera sido suficiente, comenzó a responderles.—Freya, está embarazada, ¿Pueden creer que no me había dicho nada? —dijo Tamara visiblemente molesta.—¡Vaya! Sí que eres rápida, en tan poco tiempo te conseguiste un gringo y te embarazaste —pronunció Marco cuestionándola con una expresión de burla en su rostro.—Si ya sabes cómo soy, me encantan los rapiditos en el sofá de un consultorio —dijo Freya con sarcasmo y la expresión en el rostro cambio.—Marco, el hecho de que Freya sea un poco extrovertida no quiere decir que sea una libertina —dijo Tamara molesta—, te puedo asegurar que sus relaciones no son tantas como aparentas… ¿Y tú dime? ¿Dónde está el padre de tu hijo? Quiero agarrarlo y darle bofetadas.—Ay, no amiga, no pierdas tiempo en esa vaina, ese es un pobre imbécil, un simple donador —pronunció f
Once meses y cincuenta días después.—No sé si irme a Nueva York o a Los Ángeles, es que necesito hacer esa especialización en oncología pediátrica.—Me sorprende que hayas decidido de pronto hacer esa especialización, cuando tienes especialidad en fertilización y obstetricia ¿Por qué? ¿Y qué te hizo decidir hacerlo precisamente en los Estados Unidos? —interrogó Xavier sorprendido de la decisión de su amigo.—No lo sé, ni yo mismo tengo alguna explicación, solo tengo la sensación que debo ir, es algo que atrae, aunque aún no decido la ciudad —dijo Marco mientras terminaba de servir la comida a su amigo.—Ve a Nueva York —dijo Xavier con seguridad.La verdad es que había intentado por todos los medios decirle de alguna manera lo de la niña de Freya a su amigo, pero le había costado mucho porque tampoco quería traicionar la confianza de su esposa, siempre buscaba una forma de que quisiera ir a verla, sin embargo, hasta ahora no se le había dado.—¿Por qué crees que lo mejor es Nueva York
Freya no pudo controlar el pánico que se instaló en su interior al ver a su hija convulsionando en sus brazos, pegó un grito de terror, temiendo el peor de los escenarios, mientras los invitados se quedaban pasmados con el horror grabado en sus rostros.Xavier y Tamara se acercaron rápidamente, con expresiones de preocupación en sus rostros, tratando de ayudarla.—¡Llamaré a una ambulancia! —exclamó Tamara, sacando su teléfono de inmediato y marcando el número del servicio de emergencias.Xavier tomó a Freya de la mano y trató de tranquilizarla.—Freya, mantén la calma, tu hija te necesita tranquila, por favor ¿de acuerdo? Todo saldrá bien, no te preocupes —declaró, aunque él estaba aterrado por lo que veía.En breve tiempo el estruendo de la ambulancia se dejó escuchar, ese tiempo esperando a Freya se le hicieron eternos, estaba al borde de un colapso nervioso porque su hija no dejaba de convulsionar. Sin embargo, Xavier, Tamara y Ángela permanecieron a su lado, dándoles apoyo. Frey
Cuando Freya salió del baño, se sorprendió a ver a Marco, no se lo esperaba, pero escuchar pedirle explicaciones de manera autoritaria, la había molestado realmente, se sentía agotada física y emocionalmente, y si había soportado con firmeza era por amor a su hija que la impulsaba a seguir adelante—¿Perdón? —preguntó tratando de controlar la ira que se agitaba dentro de ella como un peligroso volcán.—Lo que escuchaste tenemos que hablar porque necesito que me expliques ¿Cómo es que tengo una hija y no sabía de su existencia? ¿Por qué me lo ocultaste? —explotó molesto—, porque es evidente que no puedes negar que es mi hija, cuando parece un clon mío ¿Cuándo pensabas decírmelo?Si espero que Freya iba a comportarse de manera sumisa, se equivocó, porque sin mostrar un ápice de cobardía le respondió.—¡Nunca! No te lo iba a decir jamás ¿por qué lo haría? Cuando dejaste más que claro que te habías hecho una vasectomía porque no querías tener hijo. Hablemos sin caretas Marco, ¿Me habrías
Marco miró fijamente a Freya, su expresión seria y determinada y respondió con calma a su amenaza. —No estoy amenazando a nadie Freya, simplemente estoy diciendo la verdad. Quiero ser parte de la vida de mi hija, y si eso significa que debo luchar por su custodia contigo, entonces lo haré. Creo que estás equivocada si piensas que no conozco tus capacidades. Sé de lo que eres capaz y sé que has sido una madre amorosa y dedicada, el hecho de que te vinieras de Roma para proteger a nuestra hija es una muestra de eso. Pero también soy consciente de mis derechos como padre, y no voy a renunciar a ellos. Aunque preferiría evitar todo esto y simplemente llegar a un acuerdo de convivencia pacífica contigo.Freya se quedó sin palabras por un momento, sorprendida por la firmeza de Marco. No esperaba esta propuesta tan descabellada, y mucho menos que estuviera dispuesto a llevarlo hasta ese extremo. —No puedes hacer eso —dijo Freya, tratando de contener su enojo—. No pretendasaparecer de la n
Freya sintió cómo su corazón se aceleraba ante la petición de Marco. No estaba segura de querer hacer eso, pero sabía que no podía echarse para atrás—Marco, yo...no sé si eso es lo mejor para Kaylani —dijo ella, tratando de buscar una salida.Marco frunció el ceño, como si no esperara esa respuesta.—¿No me digas que quieres retractarte de la palabra que me diste? —no esperó —respuesta y continúo hablando—, pensé que había hablado con una mujer de palabra.—Bueno, es que tu apartamento es muy pequeño, Kayla necesita espacio para jugar, tú sabes —trató de evadir el trato.Marco sonrió.—Ven conmigo —le ordenó, tomó a la niña en brazos y las sacó de allí.—¿Dónde me llevas? —interrogó ella con curiosidad.—Espera y verás.Llegó al estacionamiento, colocó a la niña en la silla en el asiento trasero, luego le abrió la puerta a Freya y condujo por las calles de la ciudad en silencio, cada kilómetro que recorría ella se ponía más nerviosa porque no sabía a qué atenerse.Media hora después
Freya no podía creer lo que estaba viendo. Marco había preparado una cena romántica para ellos dos y su pequeña hija, el ambiente estaba lleno de detalles que la dejaron sin palabras. Las velas iluminaban la estancia con una luz cálida, y la mesa estaba decorada con un mantel blanco y un centro de mesa de flores frescas. Ella se sentía abrumada por la atención que estaba recibiendo, y no podía evitar sentir su corazón latir con fuerza en su pecho, ni siquiera sabía qué decir. La cena parecía un restaurante de cinco estrellas. La comida se veía deliciosa.Él se paró frente a ella con una sonrisa pícara, esperando escuchar sus palabras, pero ella se mantenía en silencio.—¿Qué piensas? ¿No me vas a decir que te parece mi sorpresa? —preguntó Marco, acercándose a ella.—No sé qué decir, me has dejado muda —murmuró con la voz temblorosa porque no se lo estaba esperando—, jamás lo imaginé… me engañaste, me hiciste creer que yo cocinaría… sé que estás buscando enamorarme, yo no soy de enam