Los lobos lo presintieron, como siempre, y Lía no quiso quedarse a esperarlo sola. Los siguió por entre los enmadejados senderos de la selva, descalza y risueña, hasta los límites de la propiedad por donde debía entrar el auto.
Ian había demorado casi tres horas más de lo previsto y tenía una ansiedad por verlo que apenas lograba controlar. Todas aquellas fotografías la habían llevado a tres conclusiones importantes: una, de alguna forma estaba viva otra vez, consciente; dos, Ian era el responsable de eso; y tres, podía e
_ ¡Déjate de bromas, Carlo! _ lo reconvino, molesto._ ¡No, si no estoy bromeando! Estoy completamente convencido de que lo que sientes por ella no lo habías sentido antes por ninguna mujer.En efecto, tenía razón. Ian jamás había sentido por otra mujer ni la mitad de la atracción sexual que sentía por Lía, pero eso era todo&
Ian sintió que un escalofrío le recorría la espalda mientras Lía lo acariciaba. Cerró los ojos para disfrutarla, haciendo un esfuerzo sobrehumano por controlarse, porque eran nada menos que las dos de la tarde y estaban en la cocina de la casa.La muchacha sonrió internamente viéndolo temblar bajo sus dedos. Sabía cuánto la deseab
_ ¿Será posible que no puedas decirme nada… absolutamente nada? ¿Después de todo lo que ha pasado entre nosotros?Lía bajó la cabeza, contrariada, y él se pasó la mano por los cabellos con viva agitación. No era por ella, sino porque cada vez quedaba menos tiempo para que Katherine viniera a buscarla, y eso lo tenía
Debían pasar de las cinco de la tarde cuando Lía abrió los ojos y trató de desperezarse sin muchos resultados. Estaba cansada, exhausta de tanto llorar, pero de alguna manera aquel agotamiento profundo y silencioso le había traído un poco de paz. Se levantó tambaleante y se acercó al espejo del cuarto de baño. Rozó con los
Gálagas estaba hasta el tope de espectadores, aunque las invitaciones a la exposición habían sido exclusivas. ¡Muy exclusivas! Por doquier se podían ver a los camareros apurándose con bandejas llenas de copas de champaña.Los seis inmensos salones acristalados que ocupaban el decimoquinto piso del hotel Cavalier estaban llenos de seductoras mujeres y hombres sonrientes que disfrutaban con la ruptura de sus expectativas.
_ Marco, manda el jet a buscarme.La voz de Ian le había sonado tan descontrolada al otro lado de la línea que su hermano no se había detenido ni siquiera a saludarlo._ ¿Qué está sucediendo? ¡Separándose, Lía estaba separándose de Johan! ¿Era eso a lo que se refería cuando le había dicho que tenía asuntos que solucionar? ¿Pero si era así, por qué no le había pedido ayuda, por qué se había marchado de su vida de forma tan abrupta?_ ¿CAPÍTULO 22
_ El sábado traeré a los niños. _ se despidió Katherine, abrazándola en la puerta._ Está bien, procuraré cocinar algo que les guste.Lía cerró la puerta tras su hermana y miró alrededor. El departamento era pequeño y luminoso, y en poco más de una semana había logrado convertirlo de un lugar completamente imp