POV de Alejandro“No estás bajo la influencia de Luvita, Alejandro,” la voz de Tetua Herzova resonó clara en la quietud del bosque, sus palabras colgando en el aire como un juicio.Parpadeé, sorprendido por su declaración. “¿Qué quieres decir?” pregunté, intentando mantener la sorpresa fuera de mi voz. “¿Cómo puedes estar tan seguro?”Sus ojos, tan profundos e insondables como el cielo nocturno, se encontraron con los míos sin vacilar. “Luvita es astuta, pero su poder no se extiende hacia ti de la manera que crees. Las dudas, los miedos que llevas contigo, son tuyos. Debes mirar hacia adentro para entenderlos.”Sacudí la cabeza, reacio a aceptar sus palabras. “No, eso no puede ser correcto. Lo siento, siento que ella está tratando de controlarme, de inclinar mi voluntad hacia la suya. No estaría dudando de mí mismo de esta manera si no fuera así.”Tetua Herzova suspiró, un sonido lleno del peso de las edades. “Alejandro, la mente es un laberinto de sombras y luz. A veces, creamos nues
POV de CarmenMe senté en el asiento del copiloto, con los dedos apretando el borde del asiento tan fuerte que los nudillos se me pusieron blancos. El silencio entre Alejandro y yo era espeso, casi sofocante. No podía hablar, el peso de todo lo que acababa de suceder me oprimía como una pesada manta. Mi corazón todavía latía con fuerza por la transformación, la bestia dentro de mí asentándose en su nuevo hogar, y la incertidumbre de lo que estaba por venir me corroía en la mente.Las miradas ocasionales de Alejandro en mi dirección no calmaban mis nervios. Podía sentir su preocupación, verla reflejada en las líneas tensas alrededor de su boca y en el ceño fruncido de su frente. Estaba tratando de ser fuerte por mí, pero yo lo conocía demasiado bien. Debajo de ese exterior calmado, él estaba tan asustado como yo.“Carmen”, dijo finalmente, rompiendo el silencio que se había vuelto más pesado con cada milla que pasaba. Su voz era suave, cuidadosa. “Va a estar bien. La bestia… ahora es p
POV de AlejandroEl silencio era lo único que llenaba el coche mientras conducía hacia el complejo de la manada. El motor murmuraba suavemente, pero el peso de la situación hacía que cada segundo pareciera una eternidad. A mi lado, Carmen estaba inquieta, su mirada fija en la carretera como si pudiera ver más allá de la oscuridad que nos rodeaba. En el asiento trasero, Elías seguía tendido, apenas consciente, y cada pequeño gemido que salía de su boca me hacía apretar más fuerte el volante.Mi mente estaba en un torbellino. Elías, mi hermano en todo menos en sangre, el hombre que había desaparecido años atrás y a quien todos habíamos dado por muerto, ahora estaba aquí, en mi coche, herido y apenas vivo. No podía entenderlo, no podía procesar lo que esto significaba. Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, pero ninguna tenía respuesta.“¿Qué le han hecho?” murmuré, más para mí mismo que para Carmen.Ella no respondió, pero sentí su mano cálida sobre mi brazo, un gesto silencioso de ap
POV de CarmenEl sonido del fuego crepitando en la chimenea era lo único que rompía el silencio en la pequeña cabaña. Sentada junto a la cama de Elías, observaba cómo su pecho subía y bajaba lentamente, cada respiración un recordatorio de la lucha que libraba para mantenerse con vida. Alejandro se había ido hacía apenas unas horas, confiándome el cuidado de su viejo amigo mientras él atendía asuntos urgentes de la manada. Su partida había dejado un vacío palpable en la habitación, pero también una responsabilidad que me pesaba más de lo que había imaginado.Elías se removió ligeramente bajo las mantas, sus párpados se movieron como si estuviera soñando. Herzova, la sanadora, había hecho todo lo posible para estabilizarlo, pero su condición aún era delicada. La anciana había salido hace un rato para atender a otros miembros de la manada que necesitaban su ayuda, dejándome sola con él. Era extraño, estar aquí con un hombre que conocía solo de las historias que Alejandro me había contado
POV de CarmenEl día avanzaba lentamente, cada minuto estirándose como un hilo en la vasta tela de mi preocupación. Elías seguía en la cama, su respiración regulada por las medicinas y el cuidado constante de Herzova. Su estado era inestable, pero había una luz de esperanza en la manera en que el anciano observaba su descanso, como si estuviera buscando signos de recuperación en cada pequeño cambio en su respiración.Caminé por la cabaña, intentando organizar mis pensamientos y mi ansiedad. La tarea de cuidar a Elías era más pesada de lo que había anticipado. Cada vez que entraba en la habitación, sentía una presión creciente en mi pecho, una mezcla de responsabilidad y miedo. Mi mente seguía volviendo a las palabras de Elías, el eco de su dolor aún resonando en mis oídos. Había algo profundo en la forma en que me había mirado, como si yo fuera un puente entre el pasado y el presente, una conexión que ni él ni yo podíamos entender completamente.El bosque afuera estaba en calma, y el
POV de AlejandroLa tarde estaba cayendo mientras caminaba por las calles empedradas del centro de la ciudad, un lugar donde los edificios históricos se mezclaban con la modernidad de oficinas y restaurantes de lujo. Había sido un día largo, lleno de reuniones y negociaciones, y lo único que quería era regresar a casa, a la paz que sabía encontraría allí. Carmen estaba cuidando de Elías, y aunque confiaba plenamente en ella, no podía evitar sentirme culpable por haberla dejado sola con esa responsabilidad. Era mi deber cuidar de mi amigo, pero los negocios habían requerido mi atención, como siempre.Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi abrigo, sacándome de mis pensamientos. Al revisarlo, vi que era un mensaje de un colega informándome que un acuerdo importante estaba casi cerrado, solo faltaba mi firma. Sonreí con satisfacción. Al menos, el trabajo duro estaba dando frutos. Mientras guardaba el teléfono, levanté la vista y vi a alguien que no esperaba encontrar.Reynold. Su mera pre
POV de AlejandroEl hospital estaba impregnado de ese inconfundible olor a desinfectante y medicinas, un aroma que siempre me ponía nervioso. Los pasillos brillaban bajo las luces fluorescentes, y el sonido de los monitores y pasos apresurados de las enfermeras resonaba en mis oídos mientras me sentaba en la sala de espera, agotado tanto física como mentalmente.Había pasado una hora desde que el médico me informó que Reynold estaba estable, aunque todavía no fuera de peligro. Esa noticia me había traído un alivio momentáneo, pero no podía ignorar la aplastante realidad de lo que había hecho. Mi rabia había dejado a Reynold al borde de la muerte, y aunque seguía vivo, no podía evitar pensar en las consecuencias que podrían venir si alguna vez recordaba lo que sucedió.El eco de mis propios pensamientos se rompió cuando vi a Luvita entrar por la puerta de la sala de espera. Su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos verdes me miraron con una mezcla de preocupación
POV de CarmenEl susurro del viento entre los árboles era la única compañía que tenía mientras caminaba por el oscuro bosque. El cielo, cubierto de nubes amenazadoras, apenas dejaba filtrar un rayo de luz. Estaba sola, con el eco de mis propios pasos como la única señal de vida en un mundo que parecía haberse detenido.Mi mente aún estaba atrapada en lo que había sucedido la noche anterior. Los recuerdos de las palabras de mi abuela resonaban en mi cabeza como una melodía inquietante, una que no podía dejar de tararear. Había algo en su voz, una advertencia velada, que no podía sacudir.“Recuerda, Carmen,” me había dicho, “el silencio a veces habla más fuerte que las palabras.”No entendía completamente lo que quería decir, pero no podía sacudir la sensación de que había algo que no estaba viendo, algo que se escondía en las sombras del bosque.Finalmente, llegué a la pequeña cabaña que estaba buscando. La puerta estaba entreabierta, y una suave luz dorada se filtraba desde el interio