Pov Amaya Esta vez, mi cuerpo completo estaba arropado por el de él, sus manos apretaban con fuerza en mi cintura. Vagando por encima de mi camisón de seda, pero no sobrepasando los límites. Rozaba su nariz en mi cabello, aspirando mi aroma, como si quisiera perderse en mi olor y guardarlo en lo más profundo de su memoria. —Amaya— susurro mi nombre tan bajo que apenas pude oírlo. Sus labios bajaron a mi oreja, tomando mi lóbulo de forma delicada. Un pequeño jadeo volvió a escapar de mí, cerré los ojos sintiendo las chispas volar por lo alto. Mi cuerpo se estaba rindiendo a él, yo me estaba rindiendo a él y talvez lo dejaría. Sentí sus labios húmedos bajar por mi cuello, pequeños jadeos seguían escapando de mí sin poderlo evitar. Dejó un beso profundo y húmedo en dónde llevaré su marca. Sentí sus colmillos rozar mi piel y solo ahí reaccioné. Lo empujé un poco y aún seguía pegado a mi cuello, parecía no estar respondiendo a mis empujes. —Hardick, no. —Cachorra... —Dije que
Pov Amaya Me despierto sintiendo por primera vez en mucho tiempo, el cuerpo relajado. Esta vez estaba sola en la cama, decidí pararme y meterme al baño. Supongo que Hardick se había ido, digo, no es como que quiera soportar otro de mis ataques repentinos. Creo que ayer me excedí. Diosa, ayer estaba loca y desquiciada, seguro debió amanecer con muchas quemaduras en su cuerpo. Justo cuando pensaba salir, siento las chispas en mi piel, explotando como nunca antes. Un pequeño jadeo escapa de mis labios aun sin acostumbrarme a aquella sensación. Hardick pega su cuerpo al mío, haciéndome sentir cada fibra de mi ser vibrar bajo aquella eléctrica sensación. Me da la vuelta y levanto la mirada para perderme en aquel hermoso azul de sus ojos. Sus manos grandes y fuertes bajan hasta mis nalgas, apretándolas, pegándome más a su cuerpo. Puedo sentir su dura hombría sobre mi vientre y mi centro anhela por ser penetrado. Me pega a la fría baldosa del baño, su respiración calient
Pov Darius El cuerpo sin vida de otro de mis generales cae ante mis pies. Sus ojos aún abiertos y con una expresión de horror en su rostro aún marcada en él. Todos en la sala permanecen callados, con la cabeza abajo y temblando de miedo. El miedo que se siente en el aire es asqueroso así como sus patéticas vidas. Les di una tarea sencilla y ni esa mierd4 pueden hacer. —A veces me pregunto para qué los tengo a ustedes. Me siento en mi trono observando a cada uno de ellos con decepción. Pensé que mi camino a destruir el Reino de los lobos estaba tan cerca. Lo pude saborear, pero la victoria se escapó entre mis dedos por culpa de esas marionetas inservibles. —¿Dónde está el libro? —Señor, Mirsella logró llegar antes, dijo que si lo quería tendría que matarla primero. Ese pequeño estorbo del demonio, tuve que haberla arrancado del vientre de su madre cuando tuve la oportunidad. —¿Y dónde está ella ahora? Los veo a todos ponerse nervioso y ya sé que me volvieron a fallar. —Señ
Pov Amaya Despierto y observo mi habitación iluminada por la luz del día. No se escucha nada afuera, tampoco puedo contactar con nadie. ¡Esto es extraño! Me coloco una bata antes de salir, recorro los pasillos por donde se filtra la luz del sol. Al llegar abajo, abro las puertas que conducen afuera. No hay nadie, absolutamente nadie alrededor. Confundida avanzo por las solitarias calles de mi manada, no hay niños corriendo de un lado a otro, no hay personas en las calles vendiendo flores o comida. No entiendo que es esto. Cruzo la esquina y me encuentro frente a un parque, camino por él, viendo como los columpios se mueven solos. De pronto, siento una presencia a mi espalda. Al voltear, me quedo observando a aquella hermosa loba blanca. Su pelaje brilla con una tonalidad azul muy suave. Sus ojos profundos voltean a verme, unos hermosos ojos azules intensos. Al verla, me hace recordar el detalle que le regalé al pequeño Alek, sus ojos no abandonan los míos en ningún momen
Pov Amaya Ahora nos rodea de nuevo un bosque y ya sin soportarlo más, caigo en el suelo sintiendo que voy a morirme. ¡Otra vez! Cuando no son las condenadas bebidas amargas, son las morideras a cada rato. Mendiga Diosa desgracia. Siento una lengua suave lamiendo mi sangre y con lo mal que me siento ni para que luchar. Siento unos brazos fuertes que me levantan y solo me acomodo más en su pecho. Cuando se me pase el malestar, voy a golpearlo hasta que me canse. —Cachorra, ya deja de planear las formas en las que puedes torturarme. —Te dejarás y punto—, se sienta y con suavidad me acomoda en su regazo. —¿Ahora qué hice? —¿Todavía lo preguntas?, qué descarado. Levanto mi mano para golpearlo, pero solo logro que caiga de forma débil en su pecho. Lo escuché reír mientras yo lo miraba con disgusto. —Bájame no te quiero cerca. —Pero... —El hecho de que me hayas marcado y me hayas follad0 a tu manera en ese baño, no cambia nada Hardick. Me quedé viendo directamente a sus ojo
Pov Amaya Me desperté sintiendo el brazo pesado de Hardick en mi cintura. Al voltear hacia el lado, veo a Aitor con sus orejas bien paradas, observándome. ¡Qué bien!, ahora tengo que lidiar con dos machos posesivos por separado. Quito con fuerza el brazo de Hardick casi lanzándoselo en su cara. —Nena, ¿a dónde vas? —Al baño, ¿acaso tampoco puedo ir ahí sola? qué desesperante. Camino por la habitación pasando por alado de la bola de pelos, tratando de ignorar sus ojos de depredador. Sentí los pelos de mi cuerpo erizarse por completo. Si alguien en el pasado llegó a enamorarse de él pensando que sería divertido, me hubiese gustado agarrarla a cachetadas a ver si reaccionaba. Es espeluznante estar bajo la posesión de dos Alfas sumamente posesivos y locos y pervertido y... y... Me meto bajo el agua y me baño en tiempo récord, no quiero ser tomada desprevenida en este baño. Mi cuerpo traidor no está de mi lado. Salgo por la puerta y me quedo de piedra observando aq
Pov Hardick Entro a mi oficina con una sonrisa de enamorado que rápidamente se me va al ver a la intrusa que me espera. —Hola guapo, de verdad que te demoraste. —No tengo que darte explicaciones, ¿qué quieres? —Darius mandó a su cazadora para matarme. Me le quedo viendo fijamente, esperando a que continúe. —Bueno, si lo hacen, jamás podrán dar con el libro, ella es demasiado buena en lo que hace, créeme. —Te creo, pero ¿cómo te enteraste de eso? —Tengo mis contactos— se levanta pasando sus uñas juguetonamente por la superficie de mi escritorio. —Talvez deberíamos unir fuerzas y disfrutar de la acción—, no me toca, pero se queda parada justo frente a mí. Lleva sus manos a las tiras que sostienen su vestido y las rompe con las uñas, dejando que la tela caiga y su cuerpo totalmente desnudo quede expuesto. El pánico se instala en mi interior al pensar en los peores escenarios si Amaya llega a entrar justo ahora. —Por favor vístete— le digo con desdén mientras rode
Pov Hardick Ella se acostó en silencio, toda vestida hasta el cuello, me pareció una exageración, pero no podía hacer nada. Me fui a bañar y al salir, ella ya estaba sentada en la cama. —Amor... —Acuéstate. Eso hizo que mi polla diera un respingo, mientras rápido me meto en la cama quitándome la toalla. Su mirada lujuriosa me mira a detalle, amo esta versión pervertida de ella. Saca una cinta de algún lado y la veo caminar hacia mí con ella. Cubre mis ojos y escucho el sonido de metal chocando. —Cachorra... —Shhh— coloca un dedo en mis labios que luego desliza, de forma sensual hasta meterlo en mi boca. Lo chupo y paso mi lengua por él mojándolo, hasta que lo saca de mí, haciéndome gemir. Toma mis manos y sonrió al saber que va a esposarme a la cama. Todo después de eso se queda en completo silencio. Sé que está allí, pero no sé qué hace. Intento mover mis manos, pero me recibe el sonido del metal. Mi piel se eriza al sentir su lengua en mi oído, sus uñas comienzan a a