Me revuelvo entre las sábanas de mi cama, y cuando me doy por vencido, y sé que estoy completamente desvelado, doy un puñetazo sobre el colchón. Sé de donde proviene mi frustración, y es de esa loba con la que me he cruzado hoy en el bosque.
Cuando la olí por primera vez, algo en su aroma me atrajo irremediablemente, tanto es así, que abandoné la misión que mis hombres y yo estábamos llevando a cabo en esos momentos, y me dediqué a perseguirla.
No sé muy bien porqué lo hice, nunca antes me había ocurrido algo semejante. Soy un solitario, y por definición, no siento mucho entusiasmo ante la perspectiva de conocer a otros lobos. Es cierto que vivo dentro de una pequeña comunidad de lobos solitarios, juntos hemos formado un campamento en la parte alta de las montañas, donde nadie puede acceder, y vivimos tranquilamente. Pero esta asociación es más por interés y necesidad, que por que me agrade vivir entre lobos.
Me expulsaron de mi manada cuando era solo un adolescente, y nunca supe el motivo. Un buen día, el Beta aprovechó que nuestro Alfa había muerto para venir hasta nuestra cabaña, y echarnos. Mi madre lloró, y se arrodilló ante el Beta; yo, en cambio,lo miré con despareció, y comencé a preparar mis pocas cosas. Las lágrimas de mi madre fueron en vano, y ese mismo día nos vimos desterrados, sin saber el motivo. Supongo, que al carecer de un macho adulto en la unidad familiar, la manada nos consideraba un gasto, y aprovechando el cambio de liderazgo, se libraron de nosotros.
Mi madre solo resistió un invierno; cuando llegaron las nieves en nuestro segundo año como solitarios, ella enfermó. Al principio, fue solo un poco de tos, luego se quedó sin voz, y la tos era áspera y mostraba un rastro de sangre en cada estornudo; después llegó la fiebre, los delirios,y finalmente… me quedé solo.
Al principio fue duro, en especial porque yo aún era muy joven, pero pronto me acostumbré a pelear por la comida, por los buenos lugares en los que dormir, e incluso por un poco de ropa desechada por gente con más posibilidades que yo.
La calle endureció mis músculos y mi carácter, y con diecisiete años, ya era una leyenda de las calles. Pronto comencé a tener seguidores, aunque al principio los rechacé, y les pedí que se fueran, que me dejaran solo. Pero ellos no desistieron. La mayoría eran lobos vulnerables, que como nosotros, habían sido expulsados de sus manadas. Cuando vi que realmente me necesitaban, decidí guiarlos, y nos desplazamos al bosque.
El bosque es nuestro hábitat natural, y con un poco de suerte, y muchas horas de búsqueda, encontramos el lugar en el que ahora nos encontramos. Una vez aprendimos a defenderlo, lo demás fue sencillo. Comenzamos a llevar tiendas de campaña, sacos, y después colchones, lámparas, e incluso pequeños muebles. Ahora ya somos treinta, y aunque ellos me consideran su líder, a mi me gusta pensar que todos tenemos la misma importancia en nuestro grupo.
Pero como decía, desde la muerte de mi madre, yo nunca he deseado la compañía de otras personas. Ellas han venido a mi, y yo les he hecho un hueco en mi vida, pero siempre manteniendo las distancias, contando medias verdades sobre mi origen, y fomentando las leyendas que corren sobre mi persona.
Por eso, cuando la he olfateado sta noche, y mi cuerpo ha reaccionado perdiendo el control, y siguiéndola, me he sentido transformado; nunca antes había experimentado nada semejante. La he perseguido ruidosamente, siendo consciente de que ella me percibía, dándole tiempo a escapar, a huir de mi; pero luego ha tropezado, y he temido que se hubiera herido, por eso, he sentido la absoluta necesidad de comprobar que se encontraba en perfecto estado.
Pero no ha sido una buena idea. Cuando he colocado mi forma lobuna sobre su cuerpo, he sentido la urgencia de morderla, y llevarla a rastras hasta el campamento; y una vez allí, encerrarla en mi tienda, y hacerla mía. Besarla, morderla, saborearla, hacerla gritar mi nombre, y verlo articulándose en esos labios carnosos que me tentaban en todo momento.
Con solo pensarlo siento como mi miembro se tensa, y decido salir de la tienda, y dirigirme hacia el río.No es muy grande, y su profundidad es escasa, pero está lo suficientemente frío para calmar mi ardor. Me arranco la ropa. Sin pensar en los desgarrones que le estoy haciendo con las prisas, y cuando siento como el agua helada cubre mis pantorrillas, dejo escapar un gemido de felicidad.
Avanzo hacia el centro del río sin miedo, ansiando el contacto del agua, y mi mente se traslada hasta el lugar del bosque en el que encontré a esa imponente loba. Rememoro su mirada desafiante, a pesar del miedo que exhalaban sus poros; recuerdo como se fue tranquila y confiada cuando comprobó como mi figura se fundía con la oscuridad, y me doy cuenta de que sigo tan excitado o más que antes.
Sé que el frío agua debería calmarme, pero no lo está haciendo, y la culpable es esa loba de cabellos rojos que me ha embrujado. Intento exorcizarla de mi memoria con todos los trucos que sé, pero nada parece suficiente. Su cuerpo perfecto, su bello rostro, sus largas piernas, todo viene a mi memoria, y me golpea sin piedad.
Llevo mi mano a mi miembro erecto, y me acaricio pensando en su cuerpo suave y flexible. La imagino durmiendo plácidamente en una de las camas de la posada, y esa imagen enardece mi pasión.
En mi pensamiento yo voy a esta esa habitación, entro por la ventana, y me coloco sobre ella, cubriendo su boca con la mía. Y lejos de experimentar miedo, ella se excita, y me pide que la toque. Yo cumplo sus deseos, y ambos nos fundimos en una masa de pasión.
Mientras todos estos pensamientos lujuriosos me recorrían, mi mano se ha movido sola sobre mi miembro, aumentando el ritmo y la presión, hasta transportarme al estado en el que ahora me encuentro. Estoy tenso, y mi pene rezuma de deseo. Yo trato de visualizar a la pelirroja de nuevo, y con solo recordar el olor de su cabello al moverse, siento como mi mano se llena de un líquido viscoso y caliente.
Limpio los restos de mi lujuria en el agua, y durante un par de minutos más castigo a mi cuerpo con el agua helada que ahora ya me hace temblar de frío. Durante unos instantes, mientras me daba placer a mi mismo, ha cruzado mi mente una idea loca, que sé que es imposible. He pensado en desplazarme hasta la pensión por la mañana, y observarla, ver si se va, y comprobar qué camino toma. Pero es imposible, ningún solitario se acerca tanto a otros lobos durante el día, nuestra ventaja es la noche, y la oscuridad.
Aunque estaba horriblmente agotada por el día anterior, me desperté antes de que amaneciera. Miré a mi alrededor, y al encontrarme en esta habitación extraña, una sensación de pena se instaló en mi alma. Sé que no tengo derecho a quejarme, pues he sido yo misma quien ha querido escapar de su casa, y quien se ha metido en esta situación; pero ello no impide que me sienta triste y abatida.Pienso en Alana, y me siento mezquina por haberla tratado con frialdad en nuestro último encuentro. En mi mente, ella es mi madre; y aunque biológicamente no lo sea… ¿realmente importa tanto? Ha sacrificado toda su juventud para sacarme adelante, lo que sin duda tiene aún más mérito, pensando que ni siquiera soy hija suya.Siento la cabeza abotargada con todos los pensamientos que la recorren, y deseo disculparme con ella; pero
En cuanto cruzo la puerta de la posada, Briana se acerca corriendo a mi.- Hija, menos mal que estás aquí, creí que te habían asaltado.Noto como ella me cubre con su cuerpo, y su agarre en mi brazo derecho es tan fuerte, que incluso me hace daño. Tira de mi hacia la cocina, y yo la sigo sin pronunciar palabra, pues puedo ver que no desea que lo haga. En cuanto cruzamos la puerta de la cocina, me veo inmersa en una enorme habitación con ollas borbotantes, platos sucios acumulados en la pila, y olores diversos combinándose.- ¿A qué ha venido eso, Bri?- Ay, Idris, es que acaban de llegar unos soldados de tu manada. Están preguntando a todo el que se encuentran en la sala.- ¿Y tú les has dicho algo sobre mi presencia aquí?- No, pequeña, ya te dije que cualquier amigo o familiar de Alana es bien recibido, ella me ha ayudado tanto a lo largo de e
Apenas han pasado un par de horas del encuentro en el río, y no puedo evitar pensar en la loba pelirroja. Sé que era ella, la chica de ayer, la valiente capaz de mantenerme la mirada a pesar de mi aspecto fiero.No es que a mi me guste dar miedo, pero ser un solitario me ha obligado a forjar mi cuerpo a base ejercicio y días de hambruna. No siempre fue fácil conseguir comida, y pronto aprendí que los más rápidos, y los más fuertes, eran los que más tiempo sobrevivían.Normalmente, los lobos más pequeños que yo, en especial las hembras, bajan la mirada y tratan de pasar desapercibidas, supongo que siendo un solitario, lo único que pueden pensar de ti es que eres una bestia capaz de cometer cualquier barbaridad.Pero ella no. Esa loba de inusual pelaje rojizo, ágil y bella, que se movía con movimientos gráciles en el lado contrario del río, me ha
Los dos días siguiente a mi llegada a la posada pasaron sin que me diera cuenta. Después del primer día, en el que Briana me recortó el cabello, y me lo tiñó de negro; ya no había motivo para resguardarme en mi habitación, y eso lo hizo todo más sencillo.Pude unirme al resto de huéspedes, y me sentí fascinada por las historias que me contaron. Yo nunca había salido de mi manada. Bueno, miento, lo hice en una ocasión, cuando destruyeron nuestro territorio inicial, y tuvimos que buscar un nuevo hogar. Pero ni siquiera en esos momentos nos aventuramos muy lejos. Siempre nos mantuvimos en el mismo bosque, escondiéndonos como podíamos, y visitando solo lugares conocidos.En cambio, aquí, en esta posada, cada cual tiene una historia, y todas ellas me fascinan. Me gustaría ser el hombre con la cara llena de cicatrices que ha recorrido los confines de la Tier
Me desperté con la primera luz del alba, comprobé que aún era demasiado pronto para prepararme para viajar, y decidí vestirme, y salir a correr. Me puse una malla oscura, con una enorme camiseta encima, y salí a hurtadillas de la posada.Era tan temprano, que me daba miedo que os huéspedes se despertaran si hacía ruído, y se quejaran a Briana sobre mi. Afortunadamente, no me crucé con nadie de camino a la calle, y en cuanto salí al aire libre, llené mis pulmones de aire, y sonreí feliz.Me obligué a caminar hasta la profundidad del bosque, donde los árboles proporcionaban intimidad, y era posible denudarse sin ser vista.En cuanto encontré una zona alejada de miradas indiscretas, me desvestí, doblé cuidadosamente las prendas, y me tranformé. Lo hice sin pensar, dejando que mi loba tomara el control de la situación, y en cuanto fue
Esta mañana, antes de que amaneciera, he dejado mi apacible sueño, y he bajado a la posada en la que ahora vive la pelirroja de mis sueños. No sé el motivo que me ha llevado a hacerlo, pero he sentido una necesidad salvaje de buscarla.Cuando he llegado abajo,ella estaba corriendo, no la he visto, pero la he olido,y su aroma viajaba tan deprisa en el aire, que he sabido inmediatamente que trotaba por el bosque. Me hubiera gustado correr junto a ella, ver si nuestros cuerpos se llevan bien, se compenetran y pueden moverse a la par, pero no quería asustarla, así que me he acercado sigilosamente a la posada, me he escondido y he esperado a que regresara del ejercicio matutino.La verdad es que solo aspiraba a verla de vuelta a su cuarto, necesitaba contemplar una vez más esa belleza que me deja con la boca abierta cada vez que la veo. Pero algo ha llamado mi atención.<
Cuando abro los ojos, lo primero que hago es palpar mi cuerpo en busca de mi ropa, y me doy cuenta de que voy vestida en modo extraño, lo que llevo puesto no es mío, y me queda muy grande. No detectó magulladuras, o dolor, salvo en la cabeza. Tengo un horrible dolor de cabeza que no me deja ni siquiera ponerme en pie.Miro a mi alrededor y observo que estoy tumbada en un colchón portátil colocado en el centro de una enorme tienda de campaña. No es una tienda normal, lo cierto es que es muy moderna, y elegante, parece como si estuviera alojada en un glamping.No es que yo haya estado nunca de vacaciones en un lugar así; de hecho, nunca he estado de vacaciones, pero los he visto en las revistas de viajes. Son zonas en medio de la naturaleza, donde se instalan lujosas tiendas de campaña, y se decoran con muy buen gusto.En cambio, en la que yo me encuentro, apen
Idris se durmió casi instantáneamente, y eso generó en mi una sensación cálida y feliz, aunque no hubiera sabido decir porqué me sentía tan bien con la confianza que sus actos demostraban.Yo la tapé con la manta, y observé en la penumbra sus bellos rasgos, no tenía ni idea de como era posible que una criatura única como ella, hubiera acabado en un refugio de solitarios. Idris es dominante, no hay más que mirarla para darse cuenta, y está bien alimentada, es educada, y tiene cierta elegancia innata.Después de observarla dormir un buen rato, decido tumbarme a su lado, aunque dejo las mantas por debajo de mi, de este modo, si ella despertara en este momento, no se sentiría intimidada por mi gesto. Y aunque no planeo dormirme, caigo en un sueño profundo y relajado, una calidad del sueño, de la que hac&iacu