El aroma a sangre cubría aquel descampado en donde una manada de lobos había estado refugiándose. Los rumores crecían a medida que las manadas que buscaban escapar, eran aleatoriamente atacadas sin un motivo real para hacerlo. Los hombres lobos buscaban llegar lo más al sur que les fuera posible, para evitar caer víctimas de los Levana, los vampiros o los cazadores que parecían seguirlos intencionadamente para atacarlos sin piedad alguna, y sin ninguna razón para hacerlo.—Por aquí, deprisa. — decían las lobas hembras quienes buscaban refugio dentro de las cavernas de aquellas montañas a las que habían logrado escapar dejando a sus hombres peleando atrás.El desconcierto era palpable, el miedo era lo único que sentían, y los niños pequeños se aferraban a sus madres guardando tanto silencio como les era posible hacerlo. De la gran y escandalosa pelea que cada vez se iba quedando más atrás, pronto, se hizo el silencio. Todos sabían que la familia de cazadores Salvatore junto a otras var
La gran belleza de las montañas rumanas y sus hermosos castillos, eran una delicia para aquel que tuviera el privilegio de presenciarlas. Los hermosos valles y los pintorescos pueblos, eran una experiencia única e inigualable. La noche había terminado, y durante el día Génesis había decidió recorrer las calles de aquel pueblo como una turista, y al anochecer todos partirían al hermoso castillo de los hermanos Sallow, los vampiros que iban a ayudarla.Las calles lucían hermosas, totalmente decoradas y vestidas de flores y vividos colores blancos y violetas que invitaban a la paz. Todos en el pueblo estaban vestidos de blanco y caminaban en dirección a la vieja catedral ortodoxa de la Santísima Trinidad que se hallaba justo al centro de la gran plaza; todas las personas, incluidos los niños, llevaban una vela aun sin encender en sus manos, y sintiéndose fuera de foco, Génesis se colgó del brazo de Artem, para caminar junto a los pobladores hasta ese lugar.Aquello parecía más un ritual
La noche había llegado, y con ella, la incertidumbre.—Este es el castillo de Bran, muchas leyendas han surgido desde dentro de sus puertas, colocándolo como el castillo del conde Drácula del famoso libro de Bran Stoker, se dice que el famoso autor imagino este castillo, sin siquiera alguna vez haberlo visitado… —Génesis escuchaba a la guía del turno nocturno, narrando las leyendas que aquel antiguo medieval, guardaba dentro de sus anchos muros. El tour para turistas estaba terminando, y ya había visto las partes permitidas para turismo; era un castillo hermoso, pero escalofriante, que parecía esconder lamentos de un tiempo para siempre perdido, y los gritos de almas eternamente torturadas que se quedaron atrapadas allí. Sin embargo, nada de lo narrado por la amable guía, o lo que hubiese visto en aquel lugar, lograba apartar sus pensamientos de Niccolo Salvatore…se sentía culpable de lo que aquel cazador estaba haciendo, y lamentaba profunda y dolorosamente el sufrimiento que por su
Aquella noche era igual que las demás, y el viento helado de Rumania, era mucho más frío de lo que era el de Italia. Giles observaba a Ayla acunando a aquel engendro que les seria de utilidad para hacer creer a Génesis una mentira, y se sintió asqueado de aquella imagen. Ese era su tercer día en Sibiu, y estaba seguro de que se habían equivocado de pueblo, pues no había rastro de Génesis o el maldito Kingsley por ningún lado.—Saldré a buscar un maldito trago, encuentren una pista del paradero de mi hermana para salir de inmediato. — ordenó el lobo blanco con desdén.—¿Será prudente que salgas tu solo? Estamos en Rumania, este es un maldito nido de vampiros, puede ser peligroso. — afirmó Ayla.Giles se burló.—¿Peligroso? Me pregunto, ¿Lo será para ellos o para mí? No me fastidies, saldré a beber, no soporto estar encerrado; gracias a tu padre lo he estado casi toda mi vida, así que un imbécil vampiro que tenga la desgracia de cruzarse conmigo, no me va a impedir salir. — respondió Gi
La noche había caído de nuevo sobre el castillo de Bran, y allí, juntos, escondidos entre las sábanas de su habitación, Génesis y Artem hacían el amor una vez, sintiéndose completos. Ya no había mentiras, no había más crueles engaños, no había intrigas, no había dolor, y ambos se aferraban a la esperanza de una vida tranquila y apacible, en que la pudieran vivir completamente felices…eran simplemente ellos, a corazón destapado, sintiéndose a flor de piel el uno al otro.Artem, sin perder tiempo, comenzó a desvestir a la hermosa loba albina; estaba volviéndose loco de amor, de pasiones desbordadas que sobrepasaban a razonamiento o culpabilidad. Recordar todo lo que le había hecho al despreciarla, lo hacía sentir verdaderamente miserable, y al menos por esa noche, necesitaba tomarla, sentirse su único dueño, el único en la vida de su hermosa Génesis…no dejaría que nadie la tocará, ella era de él, tal y como él era tan solo de ella, ese sentimiento de pertenencia era diferente, no posesi
En los Cárpatos, mil leyendas se ocultabas durmientes en criptas de mármol y alabastro, que guardaban celosamente los secretos de un legado maldito. Nehemías observaba los bosques oscuros cubiertos de niebla, que bajaba espesa hasta el pueblo que ya se encontraba entero abrazado a Morfeo mientras descansaba en sus brazos. Todo aquello que había sufrido en el pasado, todas aquellas tristes y dolorosas memorias que tanto deseaba olvidar tal y como había olvidado su vida humana, llegaban a él como la lucida experiencia de una vida para siempre marchita.¡Como la había amado!Aquella mujer hermosa de cabellos negros como la noche misma, y de ojos castaños como las avellanas de los tiernos bosques. Siempre ataviada en hermosos vestidos blancos, siempre con un curioso libro en sus manos sin ser típico de una dama de sociedad. Hambrienta de conocimientos, deseosa de comerse al mundo entero con sus innovadoras historias no típicas de la mente de una mujer en el siglo XVII, aquella bella dama
El olvido era un destino cruel, incluso, quizás el más cruel de ellos.El olor a carne quemada inundaba lo profundo de los bosques de Sibiu, proveniente de la vieja abadía abandonada en medio de ellos. Giles arrojaba las partes desmembradas de un cuerpo más, de los muchos que se habían acumulado de su “noche de cacería”, junto al viejo cazador Bennet. Mirándolos quemarse lentamente, el hermoso lobo albino meditaba en silencio; ninguno de ellos tenía un nombre, o al menos, no se lo habían dicho. Conocía perfectamente las leyendas que dieron origen a los vampiros; como un Levana sería un insulto no conocerla.Nada de eso tenía importancia alguna al mirar a aquellos infelices arder como leña seca en la hoguera. Había sido fácil eliminarlos, tan sencillo como pisar a una hormiga, pues todos eran neófitos que no debían de tener más allá de unas décadas de existir.El verdadero reto, eran aquellos vampiros que tenían siglos de existencia, y llevaban mucho más tiempo pisando la tierra que cu
Aquella mañana, Giles recordaba a su padre, y aquella leyenda que siendo tan solo un niño pequeño, el líder Levana le había contado.“Hubo una vez, un hombre, el primero que sufrió el castigo divino de Dios por su acto de crueldad contra su propia sangre…motivado por la envidia y cegado por los celos, aquel hombre había cometido un acto imperdonable…haciendo que la ira de su dios se derramara sobre él.”Desterrado y maldecido, su castigo sería vagar por el mundo eternamente condenado a nunca morir ni alcanzar la paz…seria asesinado miles de veces, sin nunca lograr perecer por ello…sufriendo una agonía y soledad eternas, sin nunca conocer el perdón de Dios.— Pero padre, ¿Eso que tiene que ver con la historia de los príncipes vampiro? — cuestionaba un pequeño Giles Levana a su padre, el temido Apolo.— Oh mi pequeño, tiene mucho que ver…allí fue donde comenzó todo — respondió el aun vivo Apolo Levana, a su hermoso hijo que con sus bellos ojos violetas lo miraba emocionado.La luz de un