En los Cárpatos, mil leyendas se ocultabas durmientes en criptas de mármol y alabastro, que guardaban celosamente los secretos de un legado maldito. Nehemías observaba los bosques oscuros cubiertos de niebla, que bajaba espesa hasta el pueblo que ya se encontraba entero abrazado a Morfeo mientras descansaba en sus brazos. Todo aquello que había sufrido en el pasado, todas aquellas tristes y dolorosas memorias que tanto deseaba olvidar tal y como había olvidado su vida humana, llegaban a él como la lucida experiencia de una vida para siempre marchita.¡Como la había amado!Aquella mujer hermosa de cabellos negros como la noche misma, y de ojos castaños como las avellanas de los tiernos bosques. Siempre ataviada en hermosos vestidos blancos, siempre con un curioso libro en sus manos sin ser típico de una dama de sociedad. Hambrienta de conocimientos, deseosa de comerse al mundo entero con sus innovadoras historias no típicas de la mente de una mujer en el siglo XVII, aquella bella dama
El olvido era un destino cruel, incluso, quizás el más cruel de ellos.El olor a carne quemada inundaba lo profundo de los bosques de Sibiu, proveniente de la vieja abadía abandonada en medio de ellos. Giles arrojaba las partes desmembradas de un cuerpo más, de los muchos que se habían acumulado de su “noche de cacería”, junto al viejo cazador Bennet. Mirándolos quemarse lentamente, el hermoso lobo albino meditaba en silencio; ninguno de ellos tenía un nombre, o al menos, no se lo habían dicho. Conocía perfectamente las leyendas que dieron origen a los vampiros; como un Levana sería un insulto no conocerla.Nada de eso tenía importancia alguna al mirar a aquellos infelices arder como leña seca en la hoguera. Había sido fácil eliminarlos, tan sencillo como pisar a una hormiga, pues todos eran neófitos que no debían de tener más allá de unas décadas de existir.El verdadero reto, eran aquellos vampiros que tenían siglos de existencia, y llevaban mucho más tiempo pisando la tierra que cu
Aquella mañana, Giles recordaba a su padre, y aquella leyenda que siendo tan solo un niño pequeño, el líder Levana le había contado.“Hubo una vez, un hombre, el primero que sufrió el castigo divino de Dios por su acto de crueldad contra su propia sangre…motivado por la envidia y cegado por los celos, aquel hombre había cometido un acto imperdonable…haciendo que la ira de su dios se derramara sobre él.”Desterrado y maldecido, su castigo sería vagar por el mundo eternamente condenado a nunca morir ni alcanzar la paz…seria asesinado miles de veces, sin nunca lograr perecer por ello…sufriendo una agonía y soledad eternas, sin nunca conocer el perdón de Dios.— Pero padre, ¿Eso que tiene que ver con la historia de los príncipes vampiro? — cuestionaba un pequeño Giles Levana a su padre, el temido Apolo.— Oh mi pequeño, tiene mucho que ver…allí fue donde comenzó todo — respondió el aun vivo Apolo Levana, a su hermoso hijo que con sus bellos ojos violetas lo miraba emocionado.La luz de un
Los días iban pasando uno a uno sin detenerse, y Génesis se sentía un poco atrapada en lo mismo. Cada noche, Nehemías acudía a verla y hacia algunos extraños rituales con su joya lunar…pero no sentía que nada estuviese cambiando. No podía negarlo, se sentía ansiosa; desesperada por poner un punto final a toda aquella horrenda situación, y recuperar algo de normalidad en su vida…pero todo parecía haber quedado en un punto muerto. Bebiendo de su café, Génesis observaba a sus gemelos pelirrojos jugando animadamente en el parque central del pueblo junto a otros niños humanos; Artem había ido de compras junto al hombre de Benazir y Mihai el cazador, mientras que las mujeres los esperaban en la cafetería vigilando a los niños.—Este lugar es muy tranquilo… — musitó Benazir casi con aburrimiento.Mihaela asintió, y Génesis nuevamente sintió aquella desesperación dentro de ella. Si. Aquel pueblo era tranquilo, tanto que no parecía natural. Mientras ella perdía el tiempo bebiendo café, manadas
—Son tres mil dólares, espero que sea suficiente. — dijo tajante el lobo negro, no dispuesto a soltar aquel anillo.El viejo vendedor sonrió. — Es todo suyo, caballero. —Alejándose del puesto ante la mirada curiosa y sorprendida de Mihai y Jhon, Artem observó con sumo cuidado aquella sortija. No tenía ninguna duda, ese anillo era idéntico al que tenía su madre, el mismo anillo con el cual la había enterrado. No podía estar equivocado.¿Por qué una joya idéntica estaba en aquel pueblo? No pudo evitar cuestionarse.Cuando la noche llegó, Nehemías observaba el pueblo. Todas las personas paseaban tranquilamente en las plazas y los puestos comerciales; aquella paz de la que Brasov gozaba, había costado cruentas batallas que ya nadie recordaba. Sonriendo, observó como Génesis, acompañada de Artem entraban en el castillo.—Señor, ¿Me mandó llamar? — cuestionó un viejo andrajoso.Nehemías observo al anciano con un deje de desdén.—¿Le has entregado el anillo como te lo ordene? — cuestionó.—
El camino que tenían por delante, parecía demasiado sinuoso. Los rostros de los jóvenes cazadores, parecían demasiado cansados, apenas habían dormido pocas horas, y la marcha de Nicanor no parecía tener la intención de detenerse. Niccolo se sentía mental y físicamente agotado, y con los pasos de Leopoldo Montefeltro detrás de ellos, aquella marcha apresurada parecía no tener fin.Su cacería había comenzado a buen ritmo, sin embargo, los rumores sobre lo que estaban haciendo se habían esparcido, y comenzaba a resultar cada vez más difícil encontrar manadas para cazar; era casi como si todos los hombres lobos se hubiesen esfumado, y, además, Niccolo tenía que evitar a toda costa que su padre sospechara sobre la verdadera identidad de Génesis…aquella guerra que había iniciado, era para recuperarla, no para perderla.Niklaus se sentaba sobre un viejo y grueso tronco de madera, todos estaban demasiado agotados, y su padre había decidido marchar prácticamente sin descanso, obsesionado con e
En la vieja mansión entre las montañas, Devlyn miraba con enojo hacia el horizonte. Su hermano gemelo había escapado sin dejar rastro alguno, y no era solo él; algunos pequeños grupos de lobos de la manada habían escapado también. Se sentía herido, completamente traicionado y abandonado por Lowell y la manada, quienes parecían despreciarlo y mirarlo con desdén. Mirando aquellas armas de cazadores que habían obtenido de Adolphus Kale, se sentía aún más enfurecido…en aquella vieja mansión estaban completamente a salvo de todo peligro y tenían manera de defenderse de otros lobos o de los cazadores Salvatore, pero nadie creía en él.—Mi señor, los lobos más viejos desean marchar hacia el sur también, se dice que los cazadores Salvatore están cerca, nuestro informante ha regresado y ha traído un informe bastante terrible y desalentador. — dijo Adolphus entrando a la habitación de Devlyn completamente apresurado y sin pedir permiso.Mirándolo con desprecio, Devlyn le indicó cerrar la puerta
"Soledad, mi única amiga y mi mayor condena...en el mundo de la luz no hay lugar para los que son como yo...los monstruos de los cuentos de horror qué relatan las madres a sus niños por las noches...yo soy el Conde de Bourgh, el maldecido de la eterna noche y acepto mi destino" Giles sintió cada vello en su piel erizándose, aquel no era un vampiro común y corriente como aquellos que había destrozado en el pueblo del cazador Bennet. El viejo cazador, alistó su arma, sabía bien quien era aquel ser…el mismo que le arrebató todo y lo sumió en la desesperación. Ayla se abrazó fuerte a su falso hijo. Aquel, era su final, pensó mientras las lágrimas de miedo se escurrían desde sus ojos verdes. —¡Sal de una buena vez y veamos quien de nosotros dos es superior, vampiro! — gritó Giles retando a aquel poderoso ser. De aquella espesa niebla, una figura imponente y alta comenzaba a formarse. Cabellos negros tan sedosos y brillantes como el roble, ojos dorados como el oro fundido, piel pálida y r