En la vieja mansión entre las montañas, Devlyn miraba con enojo hacia el horizonte. Su hermano gemelo había escapado sin dejar rastro alguno, y no era solo él; algunos pequeños grupos de lobos de la manada habían escapado también. Se sentía herido, completamente traicionado y abandonado por Lowell y la manada, quienes parecían despreciarlo y mirarlo con desdén. Mirando aquellas armas de cazadores que habían obtenido de Adolphus Kale, se sentía aún más enfurecido…en aquella vieja mansión estaban completamente a salvo de todo peligro y tenían manera de defenderse de otros lobos o de los cazadores Salvatore, pero nadie creía en él.—Mi señor, los lobos más viejos desean marchar hacia el sur también, se dice que los cazadores Salvatore están cerca, nuestro informante ha regresado y ha traído un informe bastante terrible y desalentador. — dijo Adolphus entrando a la habitación de Devlyn completamente apresurado y sin pedir permiso.Mirándolo con desprecio, Devlyn le indicó cerrar la puerta
"Soledad, mi única amiga y mi mayor condena...en el mundo de la luz no hay lugar para los que son como yo...los monstruos de los cuentos de horror qué relatan las madres a sus niños por las noches...yo soy el Conde de Bourgh, el maldecido de la eterna noche y acepto mi destino" Giles sintió cada vello en su piel erizándose, aquel no era un vampiro común y corriente como aquellos que había destrozado en el pueblo del cazador Bennet. El viejo cazador, alistó su arma, sabía bien quien era aquel ser…el mismo que le arrebató todo y lo sumió en la desesperación. Ayla se abrazó fuerte a su falso hijo. Aquel, era su final, pensó mientras las lágrimas de miedo se escurrían desde sus ojos verdes. —¡Sal de una buena vez y veamos quien de nosotros dos es superior, vampiro! — gritó Giles retando a aquel poderoso ser. De aquella espesa niebla, una figura imponente y alta comenzaba a formarse. Cabellos negros tan sedosos y brillantes como el roble, ojos dorados como el oro fundido, piel pálida y r
Aquella noche, nuevamente, Artem y Génesis se unían nuevamente en cuerpo y alma.Artem besó sus labios y las manos de Génesis se elevaron a posarse sobre el torso desnudo del hermoso lobo de piel canela.Artem sintió el suave y tímido tacto de las manos de Génesis sobre su piel, lo embargó de una pasión que había venido conteniendo desde sus primeros encuentros, y se fue sobre ella pegándola bruscamente sobre la pared, Génesis gimió en medio del beso y él aprovechó eso para introducir su húmeda lengua en la calidez de su boca.Las manos de Artem recorrieron despacio la desnudez parcial de las piernas de Génesis, la piel completa del delgado cuerpo de la joven se erizó por completo.—Ahh— gimió cuando necesitado de oxígeno él dejó sus labios… ladeó su rostro y le permitió besar con mayor libertad su cuello, que fue a dónde se dirigió.Génesis sintió sus senos endurecerse y una conocida sensación de cosquilleo surgir en su entrepierna… no entendía cómo podía corresponderle ya tan rápida
“Se mía para siempre, Génesis, quiero unirme contigo bajo la ley de los lobos, y bajo la ley de los hombres…deseo amarte, eternamente.”Génesis sonreía dulcemente, mientras miraba aquel hermoso anillo en su dedo. Aquella mañana, despertaba una vez junto al Alfa Artem Kingsley, y lo observaba dormir plácidamente. Aquellos días con sus largas y placenteras noches, parecían un ensueño hecho realidad; como si todo aquello que había deseado y soñado cuando era tan solo una niña, repentinamente se hubiese vuelto realidad.Artem se despertaba en ese momento, y sonriendo, abrazaba a Génesis por la cintura para luego recorrer desde su cuello hasta sus sonrojadas mejillas en un camino de besos. Aquel idilio era un sueño, aquel anillo que había dejado en la mano de su hermosa loba blanca era una promesa para el futuro de ambos. Había decidió renunciar a todo y todos, dejar definitivamente a la manada London, y vivir una apacible y hermosa vida junto a su albina, no siendo una compañera marcada,
Desde la cafetería frente al parque, una monja observaba con suma atención a aquel par de hermosos padres y sus hijos de cabellos rojos. Aquella belleza sobrehumana no era natural, y no podían ser nadie más que los lobos que su amo y señor estaba buscando. Abrigada bajó su hábito blanco que cubría por completo todo su cuerpo, usando guantes del mismo color que ocultaban la palidez de sus manos, y cubriendo su rostro casi por completo bajo la sombrilla negra, los ojos de aquella monja destellaron inmortales. Era tan solo un mito que todos los vampiros dormían cuando el sol rayaba el cielo…y ella antes de ser la aberración en la que se había convertido, amaba sentir al cálido astro besando su piel.—Disculpe, hermana, ¿Quiere que le sirva algo? — cuestionó un joven mesero.La monja sonrió.—Solo un té de jazmín, por favor. — solicitó para alejar al joven, junto al tentador aroma de su sangre.Los años habían pasado, y aun no podía acostumbrarse a ser lo que Nicholas la había convertido.
El pueblo de Brasov se hallaba en completo silencio. La noche anterior, se había reportado un terrible ataque que había dejado a un joven mesero casi sin vida; afortunadamente, había sobrevivido el ataque sufrido, pero no dejaba de decir incoherencias asegurando que fue atacado por una joven monja vampiro.Las personas más viejas y aquellos que de alguna manera sabían sobre la existencia de esos seres, no dudaban de la veracidad de las palabras del joven, quien se hallaba aun internado en el hospital con una anemia terrible; los doctores también le habían asegurado a los periódicos y noticieros, que ciertamente aquel infortunado muchacho había perdido mucha sangre. Los turistas y personas mucho más jóvenes, lo tachaban de loco y otros tantos aseguraban que aquello no era nada más que una grandiosa estrategia de marketing para atraer aún más turismo a la ciudad que había aprendido a depender de sus mitos y leyendas para mover su economía.Artem y Génesis sabían que aquello era absurdo,
“Eternidad...un terminó inventado por la raza humana, tan efímero, tan incierto...aquellas existencias inferiores cuya vida pasa en solo un instante, fugaces, débiles, tienen definiciones para casi todo, gobernados por su capacidad de razonamiento, y al mismo tiempo, tan sentimentales, viven sus cortas vidas explotando al máximo sus emociones…si, son totalmente emocionales, y nombran al amor como lo más grande que podían experimentar...pero no tienen idea de nada, nacen como niños y mueren como niños, ignorantes y arrogantes.”Los bosques de los Cárpatos, eran oscuros y misteriosos, guardando dentro de sus oscuros laberintos, secretos que la humanidad no debía de conocer. La niebla poco a poco comenzaba a morir en las penumbras, y la noche que había gobernado al día, perecía ante la luz de un nuevo amanecer. Los seres de pesadillas regresaban a sus tumbas, y los lamentos más dolorosos se perdían en el viento.Los cálidos rayos de luz dorada bañaban los hermosos bosques de los Cárpatos
Cada mañana antes de que el sol se asomara tras las montañas, con amor y dedicación, Izebel recolectaba hierbas en sus bosques, buscaba aquellas que, según su experiencia, hacían bien al cuerpo del humano, el, la observaba sin perder detalle, completamente fascinado de su hermosura…de su alma…aquella bella joven era una de las hijas de la casa Bennet, aquellos que trabajaban persiguiendo a los que eran como el, Izebel se había marchado del pueblo cuando aún era casi una niña y comenzó a sangrar…no deseando entregarse a ningún hombre, la joven había roto su compromiso y había decidido tomar el velo de una verdadera esposa de cristo, aun en sus jóvenes años conocía el mundo, se había convertido en peregrina, y por ello, conocía remedios que venían de otras partes, los Bennet, no se habían quedado muy satisfechos de la decisión de la jovencita, por ello, la recibían como una extrajera extraña al haber desafiado el mandato de su padre de contraer matrimonio con el joven cazador de un nomb