—Mi señor, la Luna Génesis ha regresado a la mansión Montefeltro, acompañada de otros lobos y de Artem Kingsley. — dijo Celtigar quien salía de los arbustos repentinamente, y se unía a la caminata nocturna de su amo. Giles, sonrió. Aquella era una noticia que ya esperaba, pues lo quisiera Génesis o no, su propio instinto la traería de vuelta hasta el cómo estaba escrito que debía suceder, por ello, mantenía a su querido viejo lobo blanco vigilando la propiedad de los Montefeltro.—Creo que esta ha sido una buena noche. ¿Cuándo fue que regreso mi Génesis y con quien lo ha hecho? — cuestionó Giles.—La Luna Génesis arribo esta mañana, no me había presentado antes debido a que estuve vigilando de cerca cada movimiento que se hizo en la propiedad de los señores Montefeltro. Cazadores humanos han sido apostados en cada rincón, junto a lobos que parecen permanecer fieles a Artem Kingsley; no hay sitio alguno dentro de esos territorios que no este fuertemente custodiado, por lo que infiltra
El fuego ardía en la chimenea en aquella mañana fría y solitaria. Niccolo y Niklaus yacían dormidos, y los primeros rayos del amanecer ya se asomaban por las ventanas estrechas de su habitación. Nicanor no había dormido durante toda la noche, y se había encerrado en sus aposentos para meditar sobre lo dicho por el mayor de sus hijos. Los Montefeltro y los Zamfirescu habían hecho una alianza, y estaba seguro que era para detenerlos, y ese maldito traidor de Renaud Leroy, también se había unido a ellos. Los Zamfirescu eran numerosos; cazadores letales y leales que sin duda alguna suponían un gran obstáculo para sus planes, pero no importaba lo que ellos hicieran…no dejaría que los licántropos siguieran existiendo, y finalmente después de tantos años, tendría su venganza.Aun recordaba esa sensación, aun recordaba cómo había apretado su cuello cuando la había tomado por la fuerza, aun recordaba aquellos ojos de tormenta que lo miraron con odio y repulsión. Ofelia era su esposa, su única
Aquella noche fría, la luna, poco a poco, se iba coloreando de rojo, como un tenue destello que daba aviso a grandes tragedias que se avecinaban.Tienes que venir conmigo ahora…ese no es el lugar al que perteneces, tu sitio es conmigo, permanentemente a mi lado, eres mía Génesis, lo has sido desde el momento en que juntos, abrimos los ojos por primera vez al mundo, me perteneces y pase lo que pase, te tendré a mi lado.De golpe, la loba blanca se había despertado de ese nuevo sueño; de esa nueva pesadilla, que le ocasionaba terrores nocturnos. Cada noche lo soñaba, a su hermano gemelo siendo ya un hombre adulto, haciéndole el amor, susurrando cosas a su oído, en donde juraba que el legado perdido de la familia de ambos renacería una vez más; aquello era una pesadilla interminable y una tras otra parecían no tener fin.Incorporándose en la cama, Génesis observo a su amado Artem a su lado, y acurrucándose junto a él, tembló de miedo ante aquellas pesadillas. El incesto era algo repugnan
No te resistas, sabes que lo deseas, deseas a tu igual entre tus piernas, deseas ser tú la que sea tomada con violencia, la que reciba su semilla dentro, no esa mujer con la que te ha traicionado.— ¿Quién dijo eso? — cuestiono Génesis mirando en todas direcciones, la había escuchado, una voz masculina y cavernosa hablándole y diciéndole cosas repugnantes.El dolor había pasado, y Génesis, atemorizada, corría con desespero de regreso al interior de la mansión Montefeltro, de regreso a Artem, el único al que amaba y amaría, el único al que verdaderamente deseaba, y el único con quien estaría siempre. Aquellas palabras maliciosas que parecían venir de ningún lado, no la harían desear a lo indeseable…ella no caería en las garras de su gemelo.Entrando en la habitación, Génesis se recostó junto al lobo de piel morena, quien rápidamente la envolvió entre sus brazos. Despertando, Artem la acurrucaba contra su pecho, sintiendo la delicada y temblorosa figura de la loba blanca; estaba asustad
La mañana había llegado al fin, Génesis despertaba de nuevo en medio de mil angustias después de una noche de pesadillas que la estaban consumiendo, Artem, besó sus labios con ternura, su amada loba blanca lucia terrible, las ojeras abarcaban cada vez más espacio dentro de su bonito rostro, la palidez era aún más notoria aun siendo albina, había adelgazado, su amada se estaba consumiendo en vida debido a que su mente se esforzaba ferozmente a resistir al instinto, no podía seguir así, de lo contrario, acabaría muerta.Génesis, noto un par de maletas que descansaban sobre la cama, la mirada de su amado Artem era seria, algo pasaría, estaba segura de ello.— ¿Saldrás de viaje? — cuestiono la hermosa albina con dudas.— Los dos lo haremos. — respondió Artem con seriedad.Génesis, abrió gravemente los ojos, no podía irse, aun tenían que ver a su hermano perdido.— No puedo marcharme, Giles me necesita. — dijo Génesis con lágrimas en los ojos.— ¿No lo entiendes? Giles es la razón de tu es
Rumania, tierra inhóspita que albergaba viejas leyendas. Sus altas montañas y sus pueblos rodeados de bosques cubiertos de niebla, le daban un toque místico y espectral a aquella hermosa nación. Génesis observaba los altos pinos y abedules de troncos blancos, brillando en la lejanía bañados por la luz de la luna. Aquel dolor que la había estado atormentando, había repentinamente desaparecido, así como sus pesadillas iban siendo cada vez menos conforme se iban alejando. Se sentía más tranquila, aunque profundamente herida.¿Ella y Giles jamás podrían tener una relación normal entre hermanos?No podía evitar preguntarse aquello. Sentía que había perdido el control de su vida; viajando de un lado a otro, huyendo como una cobarde, porque no tenía más opción que hacerlo. Se sentía triste, deprimida por toda aquella situación que ya la había sobrepasado. Recargándose en Artem, la loba blanca suspiro.—¿Por qué tenemos que pasar por todo esto? — cuestionó la loba albina sin dejar de mirar el
La noche había llegado, y Artem entraba en la habitación que había reservado. Benazir descansaba ya con su amante humano, y al igual que ella no lograba sentirse completamente a salvo en aquellas tierras de vampiros. Existía una rivalidad entre ambas razas; los vampiros eran seres diferentes, anti naturales, sus vidas eternas y la manera en que sobrevivían, desafiaban todas las leyes que la madre naturaleza había dictado…pues todo lo que nacía, eventualmente tenía que morir. La promesa de la muerte era lo único verdaderamente cierto que cada criatura tenía dado por hecho, pero los vampiros, eran eternos; su nacimiento no era nada más que una maldición, mordido por un maldecido, un humano se transformaba en las más hermosa de las bestias, peligrosa en extremo, con toda su hermosura inmortal seguida por la pestilencia de la muerte, condenados a la eterna oscuridad y a existir por siempre sin jamás morir…ese era el peor de los castigos.Cerrando la puerta tras de sí, Artem sintió que sus
El amor verdadero es la más rara y valiosa de las joyas. La mayoría de las personas juraran amar…pero casi ninguna podrá decir que lo ha hecho realmente. Génesis, meditaba aquello mirando a Artem Kingsley durmiendo. Alejada de su hermano, meditando sola todo lo que había estado ocurriendo los últimos meses en los que su vida entera se había transformado en un caos, salió de su habitación. Era el tercer día que estaban en Sirnea, distrito de Brasov, y de aquellos amigos de su padre aún no se sabía nada. Asomándose por el balcón de la recepción de aquel hotel, observó el paisaje nocturno. Aquel viejo hotel estaba rodeado de espesos y oscuros bosques, cuyos altos pinos que sobresalían al resto, brillaban etéreos bajo la luz de la luna.El viento era frío, mucho más frio de lo que era en aquella temporada en Italia, y aun cuando aquel lugar era dueño de una belleza sin igual, se sentía incomoda; como observada a cada instante y cada momento en aquella terraza al exterior. Recargando sus b