—Hemos venido a informarte que el Alfa Artem fue derrotado por nosotros dos, y hemos reclamado a la manada London bajo nuestro poder. Mi hermano y yo hemos sido declarados como los nuevos Alfas, y exigimos que te arrodilles frente a nosotros, de lo contrario, atacaremos este lugar y tomaremos todo lo valioso que tengas en ella; eso incluye, por supuesto, a tu hija Ayla a quien reclamo ahora mismo como mi hembra. Sabemos que los viejos lobos del consejo te sirven, pero no debo recordarse que ustedes son un numero pequeño aun con sus aliados, y nosotros somos la manada más poderosa que existe actualmente. Solo tienes esas dos opciones Adolphus, o dimites, o peleas. — Devlyn amenazó a Adolphus Kale, quien se vio rodeado y vulnerable ante los gemelos Kingsley.Observando con atención por la ventana, e intentando mantener la calma en aquella inesperada situación, el viejo lobo Kale suspiró. Aquellos hermanos se le habían adelantado, pero esto, no se quedaría así, se prometió para sí mismo.
Leopoldo Montefeltro mantenía un semblante serio y mal encajado, mientras miraba los oscuros bosques rumanos que poco a poco se iban coloreando de un rojo amanecer. Aquella llamada que de Artem Kingsley había recibido, lo había puesto sobre alerta debido a los últimos acontecimientos que en Italia se habían suscitado. La manada London se había revelado en contra de su Alfa, cayendo en las traicioneras manos del Beta Lowell Kingsley y su hermano gemelo, y un viejo amigo de Positano, le había alertado la presencia de cierto lobo blanco a quien había observado en los burdeles de la ciudad.Génesis no se encontraba a salvo, y aun cuando Artem Kingsley estaba dispuesto a dar su vida por protegerla, nadie aseguraba que tanto Niccolo Salvatore como Giles Levana no harían hasta lo impensable para hacerse con su pobre hija…necesitaba salir de allí con premura, y llegar a tiempo a Positano, a donde Artem la estaba llevando para enfrentar de una vez por todas a aquellos que los estaban amenazand
“Para Génesis”La loba blanca sostenía aquella invitación en sus manos, sin atreverse a abrirla. Recordando las palabras de su mayordomo en donde le describió a un joven señor de “hermosa apariencia”. Estaba segura, de que ese joven señor no podía ser nadie más que su hermano.Se sentía ansiosa, confundida en un mar de complicadas emociones que no le daban un poco de tregua y paz. Por un lado, quería ver a su hermano, una vez más; aquel niño tierno, amable y amoroso de sus memorias, que siempre intentaba protegerla de todo peligro, y a quien ella amó tanto o más que a sus propios padres. Por otro lado, tenía miedo; un terror profundo de confirmar lo que el deseaba obtener de ella, y que Giles deseara tomarla como mujer y no como hermana. Aquel solo pensamiento la hacía sufrir de maneras indecibles; pues alejada de él toda su vida, y creciendo entre las lobas normales, y luego acostumbrándose a la vida entre humanos, el incesto era algo que definitivamente estaba fuera de su mente. Sab
Era de madrugada, y el silencio que se dejaba sentir en cada rincón y recoveco de Positano, volvía a las penumbras aún más tenebrosas. No había una sola alma en las calles que no fueran las almas perdidas de algunos pocos transeúntes que buscaban un placer pasajero que tan solo el licor en un bar de mala muerte, o las falsas caricias de una mujer en el barrio rojo podrían brindar. Giles Levana observaba a las mujeres humanas bailando desnudas ante él, mientras los demás hombres humanos enloquecían en un ridículo frenesí y les arrojaban el sueldo que seguramente no sin sacrificios habían recibido.Los humanos eran patéticos, una plaga que hacía tiempo debió de ser erradicada de la faz de la madre tierra, que solo traía males sobre el mundo. Su malicia, estupidez, y perversión, no tenían límites. Aburrido de aquello, el hermoso lobo blanco dejó algunos billetes sobre la mesa, y salió hacia el frío de la madrugada con la intención de recorrer los interminables callejones de la ciudad, in
—Mi señor, la Luna Génesis ha regresado a la mansión Montefeltro, acompañada de otros lobos y de Artem Kingsley. — dijo Celtigar quien salía de los arbustos repentinamente, y se unía a la caminata nocturna de su amo. Giles, sonrió. Aquella era una noticia que ya esperaba, pues lo quisiera Génesis o no, su propio instinto la traería de vuelta hasta el cómo estaba escrito que debía suceder, por ello, mantenía a su querido viejo lobo blanco vigilando la propiedad de los Montefeltro.—Creo que esta ha sido una buena noche. ¿Cuándo fue que regreso mi Génesis y con quien lo ha hecho? — cuestionó Giles.—La Luna Génesis arribo esta mañana, no me había presentado antes debido a que estuve vigilando de cerca cada movimiento que se hizo en la propiedad de los señores Montefeltro. Cazadores humanos han sido apostados en cada rincón, junto a lobos que parecen permanecer fieles a Artem Kingsley; no hay sitio alguno dentro de esos territorios que no este fuertemente custodiado, por lo que infiltra
El fuego ardía en la chimenea en aquella mañana fría y solitaria. Niccolo y Niklaus yacían dormidos, y los primeros rayos del amanecer ya se asomaban por las ventanas estrechas de su habitación. Nicanor no había dormido durante toda la noche, y se había encerrado en sus aposentos para meditar sobre lo dicho por el mayor de sus hijos. Los Montefeltro y los Zamfirescu habían hecho una alianza, y estaba seguro que era para detenerlos, y ese maldito traidor de Renaud Leroy, también se había unido a ellos. Los Zamfirescu eran numerosos; cazadores letales y leales que sin duda alguna suponían un gran obstáculo para sus planes, pero no importaba lo que ellos hicieran…no dejaría que los licántropos siguieran existiendo, y finalmente después de tantos años, tendría su venganza.Aun recordaba esa sensación, aun recordaba cómo había apretado su cuello cuando la había tomado por la fuerza, aun recordaba aquellos ojos de tormenta que lo miraron con odio y repulsión. Ofelia era su esposa, su única
Aquella noche fría, la luna, poco a poco, se iba coloreando de rojo, como un tenue destello que daba aviso a grandes tragedias que se avecinaban.Tienes que venir conmigo ahora…ese no es el lugar al que perteneces, tu sitio es conmigo, permanentemente a mi lado, eres mía Génesis, lo has sido desde el momento en que juntos, abrimos los ojos por primera vez al mundo, me perteneces y pase lo que pase, te tendré a mi lado.De golpe, la loba blanca se había despertado de ese nuevo sueño; de esa nueva pesadilla, que le ocasionaba terrores nocturnos. Cada noche lo soñaba, a su hermano gemelo siendo ya un hombre adulto, haciéndole el amor, susurrando cosas a su oído, en donde juraba que el legado perdido de la familia de ambos renacería una vez más; aquello era una pesadilla interminable y una tras otra parecían no tener fin.Incorporándose en la cama, Génesis observo a su amado Artem a su lado, y acurrucándose junto a él, tembló de miedo ante aquellas pesadillas. El incesto era algo repugnan
No te resistas, sabes que lo deseas, deseas a tu igual entre tus piernas, deseas ser tú la que sea tomada con violencia, la que reciba su semilla dentro, no esa mujer con la que te ha traicionado.— ¿Quién dijo eso? — cuestiono Génesis mirando en todas direcciones, la había escuchado, una voz masculina y cavernosa hablándole y diciéndole cosas repugnantes.El dolor había pasado, y Génesis, atemorizada, corría con desespero de regreso al interior de la mansión Montefeltro, de regreso a Artem, el único al que amaba y amaría, el único al que verdaderamente deseaba, y el único con quien estaría siempre. Aquellas palabras maliciosas que parecían venir de ningún lado, no la harían desear a lo indeseable…ella no caería en las garras de su gemelo.Entrando en la habitación, Génesis se recostó junto al lobo de piel morena, quien rápidamente la envolvió entre sus brazos. Despertando, Artem la acurrucaba contra su pecho, sintiendo la delicada y temblorosa figura de la loba blanca; estaba asustad