Christian:—Madre, familia aquí reunida.- anuncio, con lentitud. – está es mi Sunheri Mendelson, mi esposa.—Que maravillosa noticia, sobrino.- susurra tía Sofía. – justo hace unos días, tu madre y yo comentábamos que...—Podríamos hablar en privado, un momento. Por favor, Christian.- pidió mi madre poniéndose en pie abruptamente.Arrugué el entrecejo.No esperaba que ella saltara de júbilo ante la noticia, pero tampoco esperaba que pusiera esa expresión de funeral.Asentí, depositando un beso sobre el dorso de la mano de mi esposa, y siguiendo a mi madre fuera del comedor.Me condujo a la sala de estar, y allí se dejó caer en un sofá, mirándome con seriedad, y recordé que cuando era niño y hacia alguna trastada.—No creas que no me alegra este nuevo acontecimiento, hijo…pero, ¿ No te parece un poco precipitado? Quiero decir, te llamé hace solo dos meses, y dijiste...—Mentí.Madre eleva las cejas.—Lo mío con Sunheri era puramente físico en ese entonces y ella no quería divulgar lo n
Susan:Lo que hacemos en nuestras vidas, repercute en la de los demás. Para bien o para mal.Yo nunca quise contarle la verdad a mi hijo.Siempre me he sentido avergonzada de mi historia sórdida con Omër.Me dejé llevar, por la atracción que sentía por él. Me dejé llevar por los sueños, y creí que nuestro destino sería hermoso y feliz, juntos.Sin embargo, nuestra historia, lejos de ser una de amor y felicidad, ha sido una de muerte.Me seco las lágrimas con el pañuelo.Estamos en el hospital, mi hijo y yo.Sofía vino a acompañarme pero le pedí que regresará a su casa. Aquí ya no hay nada que podamos hacer, ninguno d nosotros.Esa pobre muchacha recibió muchos golpes al rodar escaleras abajo, pero se curará.Lo más terrible de todo, es que el médico nos confirmó que acaba de perder a su bebé.Suspiro entristecida.De toda esta historia amarga, de toda esa terrible pesadilla con Omër, yo saqué al menos algo bueno.Mi hijo.Sin embargo, esa pobre chica ha perdido el suyo.Y no quiero ser una
Susan:He traído flores a su tumba.Sé que hacía tiempo no venía, pero es que parecía un ultraje a su memoria hacerlo mientras su asesina continuaba libre.Deposito las flores en el jarrón que adorna la tumba de Brian, contemplando con añoranza su foto.Sí lo amé.Tal vez no con esa pasión arrolladora de la juventud, pero sí con ese amor maduro, más calmado, más centrado, que no deja de ser amor por ser más tranquilo. A mi lado, mi hijo está en pie.Trae el hombro inmovilizado en un cabestrillo, aún.Ha pasado solo un mes desde el horrible incidente en el hospital.Chris no ha vuelto a sonreír desde entonces. Su rostro es una máscara de tristeza, y creo que sé porqué.***Esta tarde debemos acudir a un encuentro amargo.Los al Gala nos han citado en el comedor del hotel Sheridan.Chris conduce, serio, cálido…y mi corazón se contrae en un puño doloroso.No es fácil para una madre ver a su hijo tan contrariado. Y adolorido.—Ella estará allí.- susurro. – la madre de Omër me lo aseguró.—
Omër:Regreso a mi asiento, justo frente a ella, y la contemplo con lentitud.¿ Cómo es posible que después de tantos años sea ahora incluso más bella de lo que era?—Habla ya. ¿Qué estupidez propondrás esta vez?—Cásate conmigo.Su rostro se contrae, y eleva el mentón. Orgullosa.—Ni muerta. Me oyes, imbécil. Ni muerta me casaría contigo.- masculla mirándome con odio. Y yo suspiro.—Sueño contigo, ¿ lo sabías?- susurro, y ella se echa hacia atrás en su asiento, tragando en seco y apartando la mirada de mi rostro.—Al principio, creí que se debía a que mi subconsciente se revelaba en mi contra. Después de todo, te escapaste de mi trampa, mi pequeño diamante rojo.Abre los ojos como grandes platos, y palidece.Ah…como lo sospechaba, no soy el único avisado por esos terribles sueños.—Tu también sueñas conmigo, ¿habibi?( Amorcito)—No.—No te creo. Tu reacción hace un momento te delató. – intento sonreír, pero esto es demasiado.- luego de pasados unos años, comencé a ponderar que quizás
Dos meses después:Susan:—Señora Mendelson, uno de los clientes VIP solicita verla.Mi secretaria anuncia y yo arrugo el entrecejo.—¿Hay algún problema, Sarah?—No lo sé, Señora. Esta es la primera vez que un cliente solicita hablar directamente con la directora, hasta ahora, siempre habían quedado satisfechos con los anticuarios.Asiento, poniéndome en pie, y dirigiéndome a la sala de reuniones.Al entrar noto al sujeto alto, y de cabellera negra que está dándome la espalda. Sobre la mesa hay una maleta pequeña, negra, y el mundo me da vueltas¡Esto parece un jodido deja vú!—Tienes que estar bromeando.- farfullé, y Omër se giró. Manteniendo una expresión seria, en lo que me recorría con lentitud, con su mirada gris, dejándola posada justo sobre mis pechos.La expresión de su rostro se tornó oscura y sensual, relamiéndose los labios con lentitud y no lo soporté más.—Ey, cretino.- estallé, chasqueando mis dedos.- mi cara está aquí arriba.El me dedicó una sonrisa lenta, mostrándome
Sulima:He vuelto.Al exhalar mi último aliento, deseé con todas con mis fuerzas regresar a la tierra de los vivos algún día y volver a estar entre sus brazos.Él también ha regresado.Pero nos queda muy poco tiempo juntos.Con rapidez, tiro de sus ropas, en lo que él se deshace de las mías, y ya desnudos damos riendas suelta a nuestra pasión.Yo gimo en su boca, y el aprieta mis caderas mientras hacemos el amor, con la desesperación y el anhelo de unos amantes separados por la muerte, la distancia, y los siglos.—‘Ana ‘uhibuk( te amo) - sollozo, derramándome sobre él.Mi rey acaricia mis cabellos, quitándolos de mi rostro. Besa mi hombro desnudo, y me llena de su placer luego de un par de enérgicas embestidas.—‘Ana ‘uhibuk, mi pequeño diamante rojo.***Susan:Despierto, y estoy completamente desnuda, desgreñada y sin fuerzas. Acostada sobre la mesa de reuniones.A mi lado, duerme el maldito árabe, que trajo la jodida daga que provocó todo esto.¿Qué demonios fue eso?Por horas, mi c
Susan:Esto no es una cita.Esto no es una cita.Me repetimos una y otra vez mientras lo contemplaba del otro lado de la mesa.Vestido en un traje gris que resaltaba el color de sus ojos.Tomé un sorbo del vino tinto, apartando mi mirada de su rostro.Desde el desafortunado incidente en la sala de reuniones, me sentía rara.Todo mi cuerpo era presa de escalofríos, y calambres.Incluso mi piel se sentía más sensible.Mis pechos estaban en un estado de constante dures, y nos pezones no parecían parar de estar endurecidos.El mesero arribó con nuestro primer plato, y miré a mi anfitrión con el seño fruncido. El me devolvió una sonrisa.—Recordé que en nuestra vida anterior te gustaba comer codorniz, es por eso que la pedí. Pero si prefieres algo más moderno, también hay pechuga de pollo en el menú.Apoyé los codos sobre la mesa, y lo miré con fijeza.—Nunca te dije que me gusta la pechuga de pollo. ¿Estuviste investigándome?Bebió un sorbo de su agua mineral, y me devolvió una sonrisa.—
Christian: Aterricé en Río de Janeiro, y a los cinco minutos ya me estaba llamando mi primo. —Sí, cuéntame. ¿ Que carajos te pasó ahora? Víktor bufó. —Resulta que hace dos días, estaba yo con un grupo de búlgaros cerrando un trato. Vino una sumisa a bailar para nosotros, y la rubia terminó sentada en mi piernas, haciendo el baile. —No me digas que…- liberé una carcajada.- tu mujer andaba por ahí cerca. —Pues sí. Se la pasa juntándose con Sonée y Kilie, imagínate. Llegó al club en el peor momento posible. —Cuando tenías a la sumisa encima. ¿Verdad? —Si. Comprimo los labios, riendo por lo bajo. —¿Y qué sucedió? —Ah, pues…que montó en cólera. Recogió todas mis cosas, a mi perro incluso, y las mandó para la casa de mis padres. Menuda loca. —Lo bueno, es que vives justo al lado de ella, primo. —Ni lo menciones. Fantom está medio deprimido. Se la pasa lloriqueando y olfateándose con su loba por encima de la verja. —Ah, no. Eso sí ya es demasiado. Eso es abuso animal. Algo se