CAPÍTULO 84

Mi habitación estaba en completa oscuridad y solo podía sentir sus labios en mi cuello. Mi razón y la cordura estaban nublados por una nube de lujuria.

No entendía cómo es que permitía que él tocara y ultrajara mi cuerpo. Por mucho tiempo sentí asco de que un hombre me tocara, cada vez que alguien lo hacía me sentía usada, que después de terminar el acto sexual me dirían las mismas palabras que usó Damián.

Fue difícil dejar que otro hombre tocara mi cuerpo, tenía relaciones pero siempre con temor y después vino Aidan, quien me brindó confianza y la seguridad que necesitaba. 

Y ahora este tipo tocaba mi cuerpo y en lugar de que me sintiera incómoda yo lo disfrutaba. 

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