CAPÍTULO 63

Bell

Vi como mi hija se subía al auto de Damián y se iba de la casa. Me sentí con el corazón destrozado, ella me había visto con ojos de decepción y de odio. Regresé a la casa para pedirle a Dominic que los siguiera, necesitaba hablar con ella y contarle la verdad. 

Iba a empezar a subir las escaleras, pero Diara venía descendiendo de ellas. 

—¡¡¡Tú!!! —acusé —Llevaste a mi hija a la habitación. Ella soltó una risa hipócrita y triunfante, se paró frente a mí con pretensiones de grandeza. 

—Solo le quise mostrar en verdad quien es su madre, que no es la santa y pulcra mujer que ha demostrado ser todos estos años. 

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