La mañana había pasado demasiado pronto pero había sido grandiosa, Hades se sentía de buen humor, después de demasiado tiempo, su animo estaba elevando por los aires, nada podría arruinarle eso, había visto una película junto a Alice, pidieron pizza para desayunar, y ahora, la castaña debía estar durmiendo en casa de Becca Wilson, había tenido que dejarla temprano para descansar de su apasionada faena antes de irse a la escuela donde impartía sus clases de arte, pasaría por ella más tarde, la convencería de dejar el trabajo en el bar, no deseaba que mas incidentes como el que había acontecido, se dieran y alguien mas lograra lastimarla, era una mujer hermosa que naturalmente atraería a hombres nefastos, además, no quería que nadie mas volviese a mirarla en ese diminuto uniforme que usaban allí, su mente viajaba a mil por hora, su corazón aun estaba acelerado, no sabia bien que era lo que había pasado para enloquecer de tales maneras por una mujer, pero no se quejaba por ello, la noche
El sonido de la ducha rompía el silencio en la habitación de Alice, el agua tibia resbalaba sobre su cuerpo desnudo, aquellos recuerdos de la noche anterior regresaban a ella, la desbordante pasión de Hades se había quedado graba en su piel logrando hacer que deseara mas de ello, aun cuando sabia lo que el era, el temido líder de mafia, un hombre peligroso, temido en cada rincón de la ciudad, y para nada un buen ejemplo para Dante, no podía sacarlo de su mente…ni de su corazón.Cerrando la llave, la hermosa castaña se miraba al espejo, su cuerpo desnudo estaba ante ella, y, por primera vez, no se sentía fea al mirarlo, la piel de su vientre ya no era completamente firme debido a la maternidad, aquella cicatriz en su pelvis, era el eterno recordatorio de que se había convertido en madre, no era algo que estuviese a la vista, en su traje de mesera apenas se notaba nada de ello, sin embargo, aquello le había causado complejos, o, mas bien su ex marido lo había hecho, siempre recordándole
La tarde regalaba sus hermosas tonalidades rojizas un día más, el manto de la noche pronto lo cubriría todo, Hades, observaba a Alice jugando con su pequeño hijo, Dante Pines, una escena casi idéntica era lo que había cambiado su manera de ver a aquella hermosa chica, y no solo eso, en realidad, había cambiado su panorama por completo, la felicidad que desbordaba Alice al estar con su hijo, la hacía brillar como el sol, y el, se sentía iluminado por ella.– Bien, ¿Quién quiere un helado? De chocolate, de fresa, vainilla o de los tres juntos, tenemos de todo – dijo Hades mirando al pequeño Dante.– ¡Yo quiero! ¿Puedo mami? – cuestiono Dante con su infantil y dulce voz.– Por supuesto que puedes, anda, vamos a por uno – respondió Alice con una sonrisa.– Dime algo campeón, ¿Por qué le preguntas a tu mami si puedes? Te lo estoy invitando yo – dijo Hades mirando al pequeño.Dante apretó con fuerza la mano de su madre, gesto que fue de inmediato notado por Hades.– Papi se fue y se llevó t
El olor a comida recién hecha lo despertaba esa mañana, huevos, tocino, quizás pan, no tenia idea bien que era exactamente aquel olor, pero, aun así, era delicioso, abriendo sus ojos, rápidamente noto la ausencia de Alice y Dante en su cama, levantándose apresurado, salía en ropa interior hacia la cocina, lugar de donde provenía aquel delicioso aroma.– Buenos días, desperté temprano y salí rápido a comprar algunos alimentos, tu nevera estaba vacía y supongo que como todo ser humano, el dios del inframundo necesita desayunar – dijo Alice con una sonrisa.– Hola señor de la noche, mami nos hizo hot cackes, pero para ti también hizo huevos y carne – saludaba Dante quien ya se encontraba desayunando.Hades se sentó en el comedor sorprendido, Alice, colocaba un plato con huevos fritos, tocino y pan tostado frente a él, así como una gran jarra de café, esa era la primera vez que la cocina en su departamento era utilizada por una mujer, el, por supuesto que sabía cocinar, pero no solía hace
Alice cubría los ojos de Dante para luego correr con el en brazos hacia la alcoba de Hades, los gritos entre los hermanos los alcanzaban, se estaban peleando, golpeándose con verdadera intención de lastimarse.– Mami, no quiero que lastimen al señor de la noche – lloraba Dante en sus brazos.Alice acariciaba la pequeña cabecita de su hijo, Zeus se había enfurecido al verla allí, en paños menores, y no podía ni quería negar lo que había estado con Hades, sabia los sentimientos de Zeus hacia ella, pero, no podría corresponderlos, no ahora que recién descubría todo lo que sentía por el apuesto líder de mafia, aquello era un desastre, y tenia que impedir que siguieran haciéndose daño.– Escucha Dante, sé que estas asustado, pero debo salir a detenerlos, debes quedarte aquí mismo, en la cama de Hades, recuerda que te dio permiso de jugar en ella, no salgas de aquí, no tardare – dijo Alice acariciando a su hijo quien asintió trémulo en respuesta.Saliendo de la alcoba de Hades, Alice camina
Enojo, era todo cuanto sentía, una ira terrible que lo estaba consumiendo, todo cuento había deseado desde hacía años se había derrumbado justo en el momento en que Alice Wright había sido quien abrió, en paños menores, la puerta del departamento de su hermano, Hades, siempre Hades, tomaba todo lo que debía haber sido suyo desde un principio, el amor de su madre, la admiración de su padre, y también, el amor de Alice, siempre había sido lo mismo, aquel maldito bastardo gozaba de arrebatarle todo lo que le importaba…todo lo que mas apreciaba, no lo aceptaría, no esta vez, no cedería a la hermosa castaña solo así, esta vez, el no seria el perdedor y demostraría cuan superior era a Hades.– ¿Me llamaste solo para verte de mal humor? – decía una hermosa y exuberante rubia.Zeus observo a aquella hermosa rubia sentada frente a él, Hildegard Berlusconi era una mujer hermosa, una femme fatale en toda la definición, sus cabellos era dorados como los rayos del sol, sus ojos eran verdes como la
El humo del cigarrillo se perdía en el aire dibujando formas difusas que se desvanecían demasiado pronto, ojos verdes como esmeraldas escudriñaban cada centímetro de Hades Dogaru, quien devolvía la mirada con rencor, aquel hombre, su primer amor, un semental del que no podría aburrirse nunca, y a quien había perdido debido a sus propias ambiciones, caminando hace el, Hildegard se movía con la elegancia que la caracterizaba, una mujer hermosa, de mundo, una femme fatale que no se detenía jamás en su lucha por ver cumplidas cada una de las ambiciones que tenía…a cualquier precio.Hades la miraba con atención, aquella mujer a quien no deseaba volver a ver jamás y por la que sentía un odio genuino, su primer amor, aquella que le enseño a no confiar en nadie, quien le mostro lo doloroso que era recibir puñaladas por la espalda, y a la que medianamente había amado una vez, cuando solo era un jovencito que recién comenzaba su camino para construir Figlio di Satana.– ¿No vas a saludarme Satá
La melodía resonaba con delicadeza en el bonito jardín de los Wilson, las aves revoloteaban sobre las copas de los arboles que el viento mecía con gentileza aquella mañana, con sus ojos cerrados, Alice tocaba el violín después de no haberlo hecho por demasiado tiempo, su mente se hallaba en blanco, únicamente centrada en aquella hermosa música que sus propias manos estaban creando, la hermosa castaña no deseaba pensar en nada mas en aquellos momentos, todo había cambiado, su vida había dado un vuelco tras otro como si estuviese atrapada dentro de una poderosa e infinita ola que la arrastraba una y otra vez sin permitirle levantarse y volviendo a estrellarla contra las rocas, al menos, había sido así durante demasiado tiempo, sin embargo, una mano inesperada la había ayudado a levantarse, sacándola del agua donde estaba varada de manera repentina…aquella mano, aquellos ojos de zafiro, nuevamente, se dibujaron en sus pensamientos haciendo que su corazón latiera mas rápido, Hades Dogaru,